Decíamos en el post anterior que las tres primeras encuestas pos-PASO mostraban lo siguiente: Daniel Scioli logra retener el 100% de los votos del FPV y crecer casi 2 puntos, mientras que Mauricio Macri logra lo mismo con los votos del frente Cambiemos. En cambio, en el caso de Sergio Massa, el líder del Frente Renovador sí retiene el 100% de su caudal propio y le agrega además 2,8 puntos adicionales, pero no logra retener unos 3,6 puntos porcentuales de UNA (dado que ese espacio obtuvo en las PASO, y ahora ajustamos el dato contra el escrutinio definitivo y no el provisorio, 20,57%, o 20,5% redondeado, contra unos 17 puntos que recoge Massa en el promedio de las encuestas que citamos). Los matices del escrutinio definitivo son mínimos, pero vale repasarlos: respecto del escrutinio provisorio, el FPV creció 0,28 puntos (38,69%), Cambiemos subió un 0,03 (30,10%) y UNA bajó 0,07 puntos. De los demás candidatos que superaron el filtro de las PASO, Margarita Stolbizer (frente Progresistas) terminó con 3,46%, Nicolás del Caño (FIT) con 3,24%; y Adolfo Rodríguez Saá (Compromiso Federal) con 2,09%.
Hacíamos el siguiente análisis: si el tigrense retiene el 100% de su caudal, hay que buscar la explicación de esa merma de aproximadamente 3 puntos y medio entre los electores del precandidato que salió derrotado en su espacio en las PASO, José De la Sota. Según la encuesta de González y Valladares, el nivel de fidelidad entre los electores del gobernador cordobés es de 69,2% de sus votantes (no dispuestos a cambiar el voto, es decir, a votar un candidato por fuera del espacio UNA), contra un 23,3% que podría cambiarlo y 7,5% que no sabe. El 69,2% de los votos de De la Sota en las PASO (6,4) serían algo así como 4,4 puntos, que si se quedaran dentro de UNA deberían llevar a Massa hasta los 18,6 puntos, contra los 17% que obtiene. Concluíamos así que, aunque Massa podía resistir la polarización y su efecto combinado con el “voto útil” entre sus votantes de las PASO, hasta ahora le resultaba más difícil retener el caudal obtenido por De la Sota, parte del cual podría migrar a alguno de los dos candidatos más votados: a Scioli los electores más cercanos al oficialismo y a Macri los electores más netamente opositores.
Que el foco del análisis pase por los electores que acompañaron a UNA en las PASO tiene que ver, por supuesto, con el alto caudal de votos de ese espacio: 20,5%. Pero, además de lo cuantitativo, hay una consideración adicional: entre esos electores hay algunos más inclinados hacia el polo opositor (liderado por Macri) y otros hacia el polo oficialista (liderado por Scioli). Cómo se distribuyen esas proporciones es central a efectos de pronosticar qué pasaría si la elección de octubre se polarizara, drenando los votos de UNA/Massa hacia las candidaturas de Macri y de Scioli, respectivamente. También sería clave esa distribución si en octubre Scioli no lograra imponerse en primera vuelta y fuera a un ballotage con Macri. Previo a las PASO, había estudios que hablaban de que el voto de UNA se repartía en un 60% permeable a Macri y un 40% permeable a Scioli, otros que ponían los números exactamente al revés y hasta algunos que establecían un simétrico fifty-fifty. Pos-PASO no se publicaron datos sobre este punto, pero a modo de referencia podemos citar una nota de Nelson Castro en Perfil en la que comentó una supuesta encuesta confidencial que auguraba, en caso de segunda vuelta, que un 50% de los votos de UNA irían a Macri, un 36% a Scioli y un 14% indeciso. Sólo como ejercicio matemático, si ese dato fuera correcto y tal polarización se precipitara no para el ballotage sino ya en la primera vuelta de octubre (o si Massa se bajara, en el sentido de muchas presiones del establishment), el FPV sumaría al 38,7% que obtuvo en las PASO un 7,4%, que lo llevaría hasta un 46,1%, guarismo con el cual ganaría en primera vuelta (por más que Macri trepara al 40,4% por efecto de sumar el 50% de UNA). En cambio, si esa proporción se aplicara sólo al voto que obtuvo De la Sota en las PASO y Massa apenas conservara de ese caudal el 14% de indecisos citado arriba, la cuenta sería la siguiente: Scioli 38,7% + 2,3% = 41% y Macri 30,1% + 3,2% = 33,3%. En este caso, habría segunda vuelta.
De todos modos, mientras tal polarización no se produzca ni Massa se baje, esas hipótesis quedan en el terreno de la pura especulación. Respecto a si los demás candidatos podrían “resistir” una eventual polarización en la primera vuelta, los niveles de fidelidad de las otras 3 figuras que aún siguen en la carrera presidencial no son muy diferentes de los que ostentan Scioli, Macri y Massa: en el caso de Stolbizer, 73,5% no cambiaría su voto, 19,3% podría cambiarlo y 7,2% no sabe; en el caso de Nicolás del Caño, 76,4% no lo cambiaría, 19,2% podría cambiarlo y 4,4% no sabe. Finalmente, en el caso de Adolfo Rodríguez Saá, 76,3% no lo cambiaría, 15,1% podría cambiarlo y 8,6% no sabe.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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