Respecto al caudal electoral de De la Sota ("disponible" para los demás candidatos, ya que quedó fuera de la carrera hacia octubre), Fara apunta que “una buena parte es partidaria a quedarse con Massa y hay otra parte que podría tener a Scioli como segunda opción y escaparse allí. Veo poca opción de corrimiento hacia Macri y eso anula un poco la posibilidad de que se produzca una polarización tan marcada y rápida”. Con matices, el análisis de Fara se acerca a nuestra hipótesis de mínima en la cual dinámica polarizadora no avanza sobre el caudal de Massa pero sí sobre el de De la Sota, aunque no coincide con la asignación propuesta en su momento (50% para Macri y 36% para Scioli). En cambio, Fara la ve más favorable al gobernador bonaerense que al del candidato de Cambiemos: potencialmente, entonces, un corrimiento como el implícito en el análisis de Fara podría llevar a Scioli por encima del 41% estimado en esa oportunidad (que se componía del 38,7% obtenido por el FPV en las primarias de agosto + 2,3%, es decir el 36% de los votos de De la Sota en las PASO).
Por su parte, Juan Germano, director de Isonomía Consultores, propone una hipótesis de polarización tardía: “Hubo una lectura por parte de la ciudadanía de que Sergio Massa hizo una elección mejor a la esperada: si bien quedó tercero, y creo que volverá a serlo, demostró no estar terminado como muchos pensaban. La tendencia a la polarización igual se va a dar, y sobre todo en el último tramo de la campaña, pero quizás tarde un poco más de lo esperado (…) Mauricio Macri tenía dos objetivos muy claros antes de las PASO. El primero, quedar mejor posicionado que Massa, y lo logró con creces. El segundo, para después de las PASO, era dejar de ser el líder del PRO y pasar a ser el líder de Cambiemos. En eso está. Si logra consolidarse en ese rol, va a terminar obteniendo una parte de voto útil en los últimos 15-20 días de campaña”. Esta sección del argumento de Germano es clave y coincide con lo que venimos planteando en el blog: a diferencia de lo que pasó en las primarias presidenciales del 2011 (en las que no hubo siquiera un "primur inter pares" entre Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Hermes Binner), en agosto pasado sí quedó claro quién fue el “mejor segundo”: Macri. Es por ello que los escenarios de polarización electoral son, en nuestra opinión, más probables que la alternativa de no polarización hacia octubre.
Agrega Germano: “No hay que esperar grandes cambios en las intenciones de voto en 15-20 días. Son procesos más lentos. Los últimos 45 días de campaña no serán la excepción: si hay corrimientos, serán leves o suaves. Ninguno va a crecer 5-6 puntos de un día para el otro (…) La polarización va a ocurrir, pero va a ser lenta”. Repasando estos aportes y recuperando además datos de la coyuntura reciente, entre las razones para un escenario de no polarización podemos enumerar 1) electorado relativamente desconectado políticamente después de las primarias de agosto pasado 2) resiliencia del voto de Massa 3) tanto Scioli como Macri se han visto afectados por hechos de la coyuntura: en el caso del candidato del FPV, inundaciones en su provincia combinadas con un viaje a Europa fuera de timing y elección sospechada en Tucumán; en el caso de Macri, efecto “Niembro”. Sin embargo, la propia composición del voto de UNA, conformado por un mix de cambio y de continuidad (que podría repartirse en dosis variables entre Macri y Scioli) y de voto independiente con voto filo-PJ (el primero, con más vasos comunicantes hacia Macri y el último con más permeabilidad hacia Scioli) sugieren una polarización inexorable, un beso de la mujer araña (ver imagen de arriba) más allá de que pueda ser, como plantea Germano, más tardía que temprana.
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