viernes, 7 de octubre de 2016

El horizonte electoral (3)


Repasando entonces las encuestas que citamos en esta serie de post, la del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), hay un núcleo duro de adhesión al oficialismo de 30,3%, un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Mauricio Macri en la primera vuelta presidencial del 2015 (34%). Por otro lado, un 25,9% se define como pragmático o independiente, guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por UNA/Frente Renovador en la primera vuelta de 2015: 21% Finalmente, existe un 43,8% que se define como opositor: este núcleo está por encima de los votos obtenidos por el FPV en la primera vuelta presidencial (37%), lo que estaría indicando, siempre con los matices a considerar en términos de orden de magnitud, un reforzamiento de las actitudes desfavorables a Cambiemos (ver datos arriba; click para agrandar). 

Esa hipótesis es consistente con los datos que también citamos de Hugo Haime en el post anterior. Según el consultor, gran parte de este desgaste pasa por la agenda socioeconómica, en la cual el empleo se coló entre los temas de preocupación más destacados. De acuerdo a Haime, la caída de la imagen del Gobierno es palpable y se evidencia con más fuerza en el conurbano bonaerense. Este es un dato clave, dado que ese distrito tiene una alta gravitación electoral dentro de la provincia que gobierna María Eugenia Vidal, quien a tenor de las encuestas viene mostrando una imagen preservada del desgaste de Macri en las encuestas, pero sin embargo no se despega demasiado de la suerte del oficialismo en términos de aprobación de gestión. Este panorama se completa con el dato de que el frente Cambiemos no tiene hoy una figura de peso con consenso generalizado para encabezar cada una de las boletas en juego el año que viene en ese distrito: diputados y senadores nacionales. En ese marco, Macri ha reorientado gran parte de su gestión a morigerar el impacto de los efectos socioeconómicos de su gestión en la zona densamente poblada que rodea a la Capital Federal, incluso pagando costos políticos: en el Congreso ya hay un dictamen en contra de la Bicameral de seguimiento de los DNU del decreto que transfirió 60 millones del Plan Belgrano (anunciado para desarrollar el norte) hacia Capital Federal y el conurbano.

Los estudios de Isonomía, que trabaja para la Casa Rosada, también coinciden en registrar una sostenida caída de la imagen de Mauricio Macri en el Gran Buenos Aires. Lo que empezó siendo un efecto goteo, ya se insinúa como tendencia, lo cual resulta crítico para el oficialismo: la historia política de Argentina enseña que un Gran Buenos Aires desfavorable es capaz de poner en riesgo la gobernabilidad de cara a un año electoral. Un malestar que se extiende en la clase media suburbana (sostén del triunfo electoral de Vidal en octubre pasadp, cuando desplazó al peronismo de la gobernación y allanó el camino para el triunfo de Macri en el ballotage). Nuevamente, la clave pasa por los efectos socioeconómicos de la gestión nacional, que están asentando en gran parte de la opinión pública dos creencias que, en su momento, el consultor Jaime Durán Barba remarcó había que evitar a toda costa: la imagen de un presidente que vino a ajustar, por un lado, y por otro (pero no en sentido contrapuesto, sino complementario) la de un presidente que gobierna para los sectores sociales relativamente más favorecidos. 

Como hemos podido revisar en este blog, hay un consenso generalizado en todas las encuestas nacionales respecto a este último punto. Esto también se replica a nivel del GBA: según un estudio realizado por la consultora Analogías en 28 partidos del Conurbano bonaerense, el 57,2% de los encuestados considera que la situación de los trabajadores empeoró en los primeros 9 meses de gobierno de Cambiemos. Entre ellos, un 32% directamente cree que se está “mucho peor”, mientras que sólo un 22% entiende que no cambió nada y un 17% asume que hubo mejoras. A su vez, ante la pregunta de si el gobierno de Macri ayuda más a “los trabajadores” o a “los empresarios”, el 60% contestó que el presidente se inclina por estos últimos en perjuicio del sector del trabajo. Sólo un 9% piensa que es al revés, y un 17% entiende que favorece a ambos por igual. Asimismo, según el estudio, el 60% de los habitantes del conurbano cree que hay que reabrir las paritarias ante el rezago de los salarios con respecto a la inflación, y el 48,3% de los encuestados tiene expectativas pesimistas en torno a la economía.

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