Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
martes, 18 de octubre de 2016
Claves para un 2017 electoral: el clivaje nacional (1)
En entradas recientes planteamos que las elecciones legislativas nacionales de medio término siempre son, en primera instancia, un plebiscito de la gestión presidencial. En ese marco, es fundamental atender la evolución de la imagen del oficialismo y la segmentación político-actitudinal frente al gobierno de turno, a efectos de ponderar las chances relativas de éxito del oficialismo versus la oposición de cara al 2017 electoral que se avecina. Veamos:
El presidente Mauricio Macri mantiene una imagen positiva del 45%, con 51% por ciento que opina mal o muy mal del mandatario, según la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera el sociólogo Roberto Bacman. El estudio se basa en una muestra de 1.200 personas en todo el país, proporcionada por edad, sexo y nivel económico-social, con un error muestral de +- 2,8% y un relevamiento de tipo telefónico. Esa brecha de -6 puntos porcentuales entre la imagen positiva y la negativa, si bien magra, es estadísticamente significativa y confirma que el desgaste del oficialismo ubica a la imagen asentada ya desde hace varios meses por debajo del 50% (sobre todo en los estudios del CEOP, aunque no sólo en ellos). Ese umbral, al que hemos denominado “zona crítica” de Morris (el consultor norteamericano considera que cualquier presidente, cuando cae por debajo de ese guarismo, está funcionalmente fuera del cargo) implica un orden de magnitud por debajo del caudal de votos obtenido por Macri en el ballotage del 22-N (51,34%; la brecha de 6 puntos con ese resultado coincide con la brecha desfavorable entre positiva y negativa). Comparando con la medición anterior del CEOP, no hay variaciones estadísticamente significativas: la imagen positiva llegaba al 45,1% y la negativa al 51,5% el mes pasado.
Por otro lado, el análisis de la segmentación actitudinal (ver datos arriba; click para agrandar) arroja que los que se declaran opositores siguen siendo más que los oficialistas: respecto a la medición anterior, el porcentaje de adherentes desciende de 30,3% a 29,7% (una variación de 0,6 puntos porcentuales, estadísticamente no significativa); el segmento de los opositores pasa de 43,8% a 40,4% (un descenso de 3,4 puntos porcentuales, que tampoco puede considerarse estadísticamente significativo), mientras que el de los independientes pasa de 25,9 a 29,9% (una variación de 4 puntos porcentuales, también sin significatividad estadística). En volumen, el segmento de los oficialistas (29,7%) está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Cambiemos en las primarias de agosto de 2015 (30%, sumando el caudal del 24% que alcanzó Macri más los obtenidos por Ernesto Sanz como precandidato radical y Elisa Carrió por la Coalición Cívica). Por contrapartida, el segmento de los opositores (40,4%) está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por el FPV en las mismas PASO (38%). Poniendo entre paréntesis lo acotado de esas variaciones, se podría interpretar que desde la anterior medición los “neutros” crecieron a costa de los opositores y, en menor medida, de los oficialistas; ese 29,9%, asimismo, está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por las demás fuerzas en las PASO (esto es, aquellas que no estaban ni en Cambiemos ni en el FPV y pasaron el filtro de las PASO, es decir, UNA+Progresistas+Frente de Izquierda+Compromiso Federal= 29,7%. Como puede apreciarse, aquí la coincidencia numérica es casi absoluta).
Como hipótesis, si esa segmentación actitudinal frente al gobierno se tradujera en intención de voto sobre la premisa de que en la elección legislativa se plebiscita la gestión del gobierno nacional (principal clivaje), esto implicaría que Cambiemos podría perder la elección en el agregado nacional: la primera minoría sería el FPV, con alrededor de 40% de los votos, 10 puntos por encima del oficialismo. Luego, los votos se disgregarían en terceros partidos por fuera de esa polarización, cuyo acumulado rozaría el 30%. Esto implicaría reproducir en los comicios de 2017 una arquitectura similar a la que arrojaron las PASO de 2015, lo que de concretarse implicaría un serio revés para el actual gobierno. En ese marco, considerando que el caudal del peronismo disidente está ya incluido dentro de ese 29,9% que se define como “pragmático-independiente”, Cambiemos debería mejorar ese casi 30% de volumen de oficialistas o bien el FPV debería caer bien por debajo de ese 40,4% que se define como opositor.
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