martes, 28 de noviembre de 2017

Hacia el 2019: ¿presos en "la MaCris"?

Este año, el problema electoral se planteó para los gobernadores del PJ y referentes del espacio pan-justicialista que tuvieron una doble apuesta: 1) jubilar a CFK del escenario político 2) enfrentar y vencer a Cambiemos desde una condición de “opo-oficialistas”. Puestos por sí mismos en esa suerte de “no lugar”, quedaron presos de “la MaCris” (la polarización entre Cambiemos y CFK): no pudieron lo primero, ni tampoco lo segundo. Juan Urtubey, el gobernador que en su momento se autoproclamó presidenciable para el 2019, es el principal ejemplo: su lista no sólo perdió en Salta frente a Cambiemos por casi 46 mil votos de diferencia, sino que apenas aventajó al kirchnerismo por 10 mil votos. A su turno, la lista de Juan Schiaretti también fue derrotada por la de Cambiemos (por casi 18 puntos). La dinámica de la polarización que afectó fuerte a esos oficialismos provinciales también se puso de manifiesto en la suba de la participación electoral en ambos distritos entre las PASO y la elección general (ver gráfico arriba; click para agrandar). También quedó preso de “la MaCris” y corrió aún peor suerte electoral que esos gobernadores una  figuras del espacio pan-justicialista como Florencio Randazzo, que con el sello del PJ fue superado por Cambiemos y CFK; lo mismo le sucedió al "renovador" Sergio Massa con el sello de 1País, ambos en la estratégica provincia de Buenos Aires (PBA), otro distrito en el cual la polarización traccionó electoralmente y generó un incremento de la afluencia de electores (ver gráfico arriba, click para agrandar). 

Como apuntó oportunamente Alejandro Grimson, si bien CFK fue derrotada en PBA, “el peronismo más cercano al gobierno sufre derrotas mucho más graves. Sergio Massa cae al 11%, cuando había partido de un 43% en 2013 y un 22% en 2015. Lo mismo sucede con otro “peronista racional” (así los han catalogado periodistas oficialistas) como Schiaretti en Córdoba, duramente derrotado por el macrismo. Cristina Kirchner perdió, pero a Urtubey le fue aún peor. Ni de Salta, ni de Tigre ni de Córdoba provendrán los presidenciables”. Ya lo hemos apuntado en posts anteriores: en el espacio pan-justicialista sólo salieron airosas aquellas figuras que se recortaron más nítidamente como opositores a Cambiemos (considerando el vector político). Visto desde otra óptica (la de la resiliencia), el provincianismo pudo resistir el embate de la ola amarilla sólo en aquellos distritos por fuera del “corredor de la soja” (considerando el vector geográfico).

Por otra parte, el clivaje que caracteriza a PRO/Cambiemos como “el partido de la soja” no es estrictamente nuevo, sino una reedición de un fenómeno que ya se vio en las legislativas del 2009, las elecciones que siguieron al conflicto del campo pos-resolución 125. Por entonces, Héctor Huergo hablaba del “soja power”: “Esta nueva Argentina tuvo su bautismo de fuego político en el 2008, cuando los del campo le pusieron la mano en el pecho a un gobierno que viene de las antípodas. Fue la primera expresión del nuevo poder económico del interior. El "soy power" (el poder de la soja) hizo sonar su despertador. Y ahora, cuando despunta el 2009, aparecen indicios de que cada vez tallará más fuerte en la gran escena política nacional”. A partir de esa constatación, Huergo hacía varias extrapolaciones políticas: “El lanzamiento de Carlos Reutemann como presidenciable para el 2011 se inscribe en esta saga. Se suma a la candidatura obvia de Felipe Solá. Ambos crecieron de la mano de su postura a favor del campo en el conflicto por las retenciones móviles, que cambió la historia nacional. Pero vienen con antecedentes muy fuertes de vinculación objetiva con el sector. Reutemann es productor desde siempre. Visitante infaltable de las grandes exposiciones, siempre, desde el llano o como gobernador, se mostró genuinamente interesado por los avances tecnológicos. Además, el senador y ex gobernador de Santa Fe fue un gran facilitador para la consolidación del polo agroindustrial del Gran Rosario, la industria lechera santafesina y el poderoso cluster de maquinaria agrícola de su provincia. Felipe Solá fue casi diez años secretario de Agricultura, y su gran pergamino fue la autorización de la soja RR en 1996. La cosecha pasó de 15 a 50 millones de toneladas en apenas una década. Sólo en el último año, la diferencia representó 15.000 millones de dólares. Pero tendrán que pelear. Por ejemplo con el ex gobernador salteño Roberto Romero y el puntano Alberto Rodríguez Saá. Ambos se muestran definitivamente convencidos del destino agroindustrial de sus provincias. La propia Elisa Carrió y la Coalición Cívica, se encuentran consustanciadas con el sector. La Comisión de Agricultura de Diputados tiene un vicepresidente (Christian Gribaudo) que pertenece al Pro”

Sin embargo, lo que pintaba como un clima de época, apenas fue un clima de opinión pasajero: recordemos que, luego del relativo revés electoral del 2009 (el FPV perdió en los principales distritos, pero conservó la primera minoría electoral a nivel país), en 2011 CFK se impuso con el 54% de los votos en primera vuelta, mientras que Rodríguez Saá alcanzó apenas 7,96% de los votos, Carrió sólo 1,82%; Reutemann, Solá y Romero (candidatos "cantados" para algunos analistas, junto con Julio Cobos) ni siquiera compitieron en esa elección. La gran pregunta, entonces, es si ahora estamos en presencia de un clima de época, o se trata de otro clima de opinión, aunque pueda ser menos pasajero que el del 2009. Como vimos en un post anterior, Casullo es una de las que sostiene la tesis de cambio de época. “Estamos asistiendo a un cambio de época política en la Argentina, en tanto y en cuanto el país tiene hoy algo que no existió durante todo el siglo XX: un partido orgánico de derecha, con capacidad electoral”. Desde el punto de vista de fenómeno electoral, efectivamente hay una novedad en términos de oferta política (y exitosa a lo largo de dos elecciones, o si se quiere tres, contando la PASO de este año). 

Sin embargo, dos elecciones consecutivas ganadas no construyen necesariamente un tercer turno electoral victorioso, lo que sí sería un signo inequívoco de cambio de época: “en las elecciones legislativas inmediatamente posteriores a la asunción presidencial de Alfonsín la UCR obtuvo en 1985 el 42,37%, el PJ obtuvo en 1991 el 40,22%, la Alianza el 23,1% en 2001, el Frente para la Victoria el 41,59% en 2005 y Cambiemos en 2017 el 40,7%”, apuntó Grimson. También Casullo se muestra cautelosa respecto a si el resultado electoral del 2017 “permite plantar bandera sobre el sueño de una hegemonía refundacional, más aun cuando el mismo sueño se le escapó al kirchnerismo luego de lograr el 54% de los votos y tener mayoría en ambas cámaras del Congreso. Cambiemos podrá gobernar sin sobresaltos hasta el 2019 y está en excelente posición para ganar su reelección. Pero plantear la inevitabilidad de una nueva Argentina ya mismo parece apresurado”. La primavera alfonsinista duró dos turnos electorales nacionales, y la aliancista apenas uno; sólo el menemismo y el kirchnerismo pudieron construir eficazmente climas de época que trascendieron a climas de opinión electorales. Si Cambiemos podrá hacerlo de cara al 2019, esa es la pregunta que se impone ahora. 

3 comentarios:

  1. La entrada que abordaré será la titulada bajo el nombre de: “Hacia el 2019: ¿presos en "la MaCris"?”. Considero que la “MaCris” es un fenómeno que cada vez se resalta más en el país. Mucha gente suele considerar que el país está dividido en dos mitades (algo que niego rotundamente), la primera sería el lado “K” representado por ni más ni menos que por el frente “Frente para la Victoria - Unidad Ciudadana” encabezada por la ex Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner y el segundo, el “Anti K”, representado por el actual Presidente de la Nación, Mauricio Macri. Ambos bandos durante las últimas elecciones se han llevado el mayor caudal de votos, produciendo duras derrotas en candidatos como Urtubey, Schiaretti, Massa, Randazzo, entre otros. Considero que este fenómeno se podría relacionar con la parte de “Modelos de voto”, más específicamente con el Modelo del Clima de opinión. ¿Por qué? Simple. Considero que la idea del “carro ganador” está muy injerta dentro de la vida de los argentinos, no votamos a “X” partido porque va a perder, o porque si votamos a partido “X” y no apoyamos a partido “Y”, ganará el partido “Z”, el que NO quiero que obtenga la victoria. Prepondera el voto negativo, voto para que no gane Macri, voto para que no gane el kirchnerismo. Creo la idea de ser neutral, que se plantea como una opción para atraer los votos de ambos bandos, no sería rentable electoralmente hablando, por lo menos según mi parecer al leer el análisis planteado por el autor.
    Este tipo de modelo está caracterizado por el temor del aislamiento, al sufrir la presión de su entorno, busca arroparse en la conformidad. Claramente en este caso, los medios, las campañas políticas y los factores de corto plazo, influyen en el voto. Especialmente por el hecho de que el gobierno “controla” a un gran porcentaje de los medios de comunicación del país.
    Para cerrar, me pareció muy interesante lo dicho por Casullo, al argumentar que “estamos asistiendo a un cambio de época política en la Argentina, en tanto y en cuanto el país tiene hoy algo que no existió durante todo el siglo XX: un partido orgánico de derecha, con capacidad electoral”. Sin embargo, asegurar que Macri volverá a ganar las elecciones de 2019, es un tanto “apresurado”, sobre todo en un país tan cambiante como la Argentina. ¿Será el “cambio” el nuevo clima de época?

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  2. De acuerdo al material visto en clase y al analizar la entrada Hacia el 2019: ¿presos en "la MaCris"? podemos ver que el panorama en el país muestra una polarización de los votos, dividiendo a la Argentina en dos grandes grupos: quienes apoyan a CFK y quienes apoyan a Macri, lo cual también significa que dejan atrás a otros partidos más pequeños, como el de Schiaretti, quien fue derrotado por casi 18 puntos por Cambiemos, y Urtubey que quedó abajo de Cambiemos (quien obtuvo 46 mil votos más) y arriba del Kirchnerismo por 10 mil votos. Este fenómeno, cada vez más arraigado y naturalizado por los argentinos, responde a un cambio socio-cultural, donde se manifiesta el modelo de voto “Modelo del clima de opinión”, que establece que la clave de la formación de la opinión pública es el temor al aislamiento, podemos compararlo también con la Espiral del Silencio, teoría que explica que el comportamiento de los individuos está determinado por las actitudes predominantes en la sociedad. A la hora de elegir a nuestros representantes podemos observar idéntica mecánica, las personas votan a los partidos más grandes, dejando sin competencia a los más pequeños, por el simple hecho de saber que no van a ganar. Inclusive, y lo más peligroso, es que dejan de lado sus ideologías y ya ni se leen las propuestas de los partidos, sólo importa votar al que creen que tiene más chances de ganar, o peor, votan a un partido para hacerle contrapeso a otro que no quieren como triunfador. Por esa razón, estamos viviendo bajo este predominio “MaCris” donde además, los medios, campañas políticas y factores a corto plazo sí influyen en el voto. Aquí el elector sufre una presión por parte de su entorno, ya sea familia, escuela, trabajo, grupo social, por lo que busca la conformidad y no más allá de eso.
    Actualmente el clima político en nuestro país está centralizado en dos ejes totalmente opuestos, como ya mencionamos CFK y Cambiemos, por lo que la presión es aún mayor para el votante.
    Es importante resaltar que hay diferentes modelos de votos, como el de "Tradición sociológica", "Tradición psicológica" y el "Voto racional". A lo largo de los años y elecciones se fueron dando todos estos tipos de votos, aunque actualmente el que predomina es, sin dudas, el "Modelo del clima de opinión".

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  3. ¡Muchas gracias por su lectura y comentarios, Nicolás y Delfina, saludos!

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