Según el escrutinio provisorio, Javier Milei de La Libertad Avanza (LLA) obtuvo casi 55,7% de los votos (más de 14,4 millones) y Sergio Massa, de Unión por la Patria (UP) 44,3% (más de 11,5 millones; gráfico arriba). Eso arroja una brecha de casi 11,4 puntos porcentuales que ninguna de las últimas encuestas publicadas anticipó: de hecho, la mejor aproximación relativa fue la de consultora Explanans, que 11 días antes del ballotage (es decir, previo a la veda de difusión de datos de intención de voto) reportó 53,3% vs 43,7%, respectivamente, una ventaja de 9,6 pp que, para un error muestral de +/1,54%, puede considerarse una estimación razonablemente buena del resultado de ayer (gráfico abajo).
En la primera vuelta, la mejor aproximación a la diferencia que obtuvo Massa en octubre (6,79 pp sobre Milei) la había aportado la consultora Atlas Intel, proyectando 4,4 pp. Respecto al ballotage, identificó acertadamente la ventaja del libertario, pero con una diferencia exigua: apenas 3,6 pp en su último corte, realizado ya en plena veda de datos, con LLA en 51,8% vs 48,2% de Massa (gráfico abajo).
Lo que sí pudieron identificar acertadamente las encuestas fue que la participación sería menor que en la primera vuelta: pasó del 77,65% en octubre al 76,31% en noviembre (siempre según el escrutinio provisorio). La caída fue exigua (1,34 pp) entre ambos turnos electorales, pero resulta más significativa cuando se la compara con la elección presidencial de 2015, referencia obligada dado que fue el anterior ballotage: ese año, la participación superó el 80% tanto en la primera vuelta como en la segunda (gráfico abajo), con una caída entre octubre y noviembre sensiblemente menor, apenas 0,3 pp. Comparando con 2015, en 2023 la afluencia fue 3,42 pp menor en primera vuelta y 4,46 pp en la segunda.
También cayó el voto en blanco: había sido del 2,04% (552 mil votos) en octubre y pasó al 1,55% (417 mil) en noviembre. Esto pone en evidencia el bajo predicamento de las formaciones políticas que no se pronunciaron de cara al ballotage, empezando por el radicalismo y terminando por la izquierda; salvo casos aislados, ninguna de esas fuerzas definió un posicionamiento respecto a los candidatos que disputaron la presidencia ayer, pero sus votantes no acompañaron esa prescindencia. A este síntoma de crisis de representación se suma otro, de mayor importancia para lo que viene. Nunca como antes de este ballotage se expresaron tantos colectivos en contra de un candidato: sindicatos, iglesias, clubes de fútbol, asociaciones, movimientos de género, comunidades universitarias y artísticas. Sin embargo, la coalición de apuro estructurada entre LLA y la fracción del PRO que lidera el ex presidente Mauricio Macri logró un acompañamiento mayoritario, reinstalando a pleno y exitosamente la “grieta” entre el pan-peronismo y el antiperonismo, al punto de que Milei se impuso en 21 de los 24 distritos electorales del país (gráfico abajo). Punto a favor de la democracia: el sistema, al menos desde la perspectiva de las condiciones para la alternancia política, funciona de manera impecable, dado que en diciembre veremos el tercer traspaso de mando presidencial con cambio de signo político incluido.
Finalmente, el repaso territorial permite contextualizar la dificultad de las encuestas para anticipar el escenario de ayer: Milei recuperó el voto de las provincias del Norte Grande argentino que habían empujado la levantada de Massa en las generales de octubre. Se impuso en Jujuy, Salta, La Rioja, Tucumán, Catamarca, Misiones, Corrientes y Chaco (si bien en este caso lo hizo por un margen mínimo). Es decir, ganó en ocho de las 10 provincias que integran la región. UP sólo pudo vencer en Santiago del Estero y Formosa, cuando en la primera vuelta había ganado en siete distritos. De ese modo, aunque por debajo de las grandes diferencias que concretó en la franja central del país, el Norte Grande le brindó al libertario una victoria de casi tres puntos (51,14% vs 48,86% de Massa). En provincia de Buenos Aires, donde UP apostaba a una diferencia cercana a 10 pp para contrapesar las derrotas que descontaba en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Córdoba, Santa Fe y Mendoza, apenas obtuvo una brecha de 1,48 pp (gráfico abajo).
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