martes, 18 de enero de 2011

La ideología no se toma vacaciones (1)


Considero que así como la práctica científica implica teoría (cualquier operación de medición y diseño metodológico lleva implícitas determinadas teorías) así también cualquier intervención y acción política presupone ideología (más o menos compleja, más o menos articulada, explícita o no tanto). En ese sentido, me parece oportuno dedicarle algunas entradas al tema ideología desde el análisis de opinión pública.

Tiempo atrás, la periodista Sandra Russo (Página/12, 6-7-8) planteó la idea de que el kirchnerismo es superador del peronismo, lo que generó un debate entre intelectuales y analistas de opinión pública, entre ellos Artemio López (cuya posición al respecto es suficientemente conocida en la blogosfera, por lo que no la reiteraré aquí). Sí me interesa, en cambio, recuperar otros aportes y agregar, en lo posible, algo al debate.

Al igual que López, Esteban Dómina rechaza que el kirchnerismo sea superador del peronismo, planteando en cambio que es su "reinvención más reciente, impulsada por las secuelas de la crisis doméstica de fines de 2001 y los nuevos vientos globales que convirtieron en chatarra los paradigmas noventistas (...) no en vano, en 2003, fue elegido Néstor Kirchner, el menos conocido de los candidatos y, por eso mismo, el menos contaminado de la “vieja política”, a ojos de una ciudadanía fatigada”. Según Dómina, en el kirchnerismo se puede reconocer la fórmula del ADN peronista: la capacidad de reinventarse a sí mismo, adecuarse al signo de los nuevos tiempos, haciendo gala de un envidiable pragmatismo y olfato por el poder.

Del peronismo clásico, el kirchnerismo tomó centralmente aspectos económicos vinculados a un Estado intervencionista, que regula y orienta el comercio, las relaciones laborales y los precios, que posee un sesgo industrialista, sostiene los servicios públicos y estimula la demanda interna, en un marco redistribucionista que trata de articular el crecimiento con la redistribución del ingreso, interpretando que "la propiedad privada debe ser un derecho garantizado pero no un valor absoluto" (como escribió Julio Burdman en un texto que también rescatamos antes en este blog). Aquí podemos ejemplificar con medidas del kirchnerismo como las sucesivas reestatizaciones (entre ellas, la de las AFJP como emblemática), políticas sociales como la Asignación Universal por Hijo y la movilidad jubilatoria, la defensa de las retenciones a la exportación como instrumento de política económica y el rol dinamizador del Estado frente a las crisis externas como la desatada en el año 2008 (en lugar de la clásica receta liberal del ajuste).

En su manejo político, el kirchnerismo también aparece como de cuño peronista, en el sentido decisionista del término: acepta la vigencia de las instituciones legítimas pero a su vez defiende valores que considera superiores, de interés público, lo que los lleva a justificar un cuestionamiento e interpretación flexible de las mismas, siguiendo “la tradición intervencionista y democráticopopulista del peronismo” (Burdman dixit). En ese sentido, medidas que el kirchnerismo defiende desde lo sustantivo (como las retenciones al agro y la reestatización de las AFJP) son pasibles de ser criticadas desde lo formal (por su carácter "decisionista" y no "republicano", en términos institucionales).

La reinvención del peronismo en su versión kirchnerista, destaca Dómina, también incluyó izar nuevas banderas, la cohabitación del peronismo con organizaciones y movimientos sociales de distinto signo ideológico, el fortalecimiento del Estado, una política activa de derechos humanos y nuevos alineamientos internacionales. Burdman, a su vez, remarca la novedad que el kirchnerismo aportó en el debate de temas sociales y culturales, “habitualmente marginados por el análisis político y económico pero que tienen mucha importancia para el hombre común.. en esos temas, han demostrado ser bastante liberales, de acuerdo a la acepción internacional del término”. En esta lista se incluyen todas las polémicas vinculadas con agendas centrales del liberalismo, como los derechos humanos, la separación de la Iglesia del Estado, la defensa de la democracia o los derechos civiles de las minorías, cuestiones en las cuales los "K" en general se ubicaron del lado "liberal": “se opusieron a la represión de las protestas sociales, criticaron institucionalmente a las fuerzas de seguridad y, con excepción del impasse blumberista, defendieron las posiciones penales garantistas, incluida la despenalización del consumo de drogas. Dieron gran espacio a las organizaciones de DD.HH, políticas antidiscriminatorias y el matrimonio entre personas del mismo sexo (...) La adscripción de los Kirchner a estas posiciones liberales les ha valido el favor de los sectores que más las valoran, como la comunidad artística que incide en la opinión del ala progre de la clase media urbana (...) es verdad que buena parte del oficialismo, que cree en el antagonismo como forma política, agita estos temas para marcar sus diferencias con la Iglesia y los sectores conservadores encubiertos, pero también es cierto que, en declaraciones a la prensa, Kirchner se manifestó a favor del matrimonio de personas del mismo sexo, y aún de la adopción, por lo menos desde el año 2003” destacó Burdman.

La sanción del matrimonio igualitario es uno de los ejemplos más claro de los temas de la nueva agenda que el kirchnerismo retomó e incorporó a la discusión política, haciéndose eco del trabajo antes realizado por diversos movimientos sociales: el debate sobre el matrimonio igualitario caracteriza a los países más avanzados, los que funcionan como una referencia cultural para importantes sectores de la Argentina, entre ellos la comunidad intelectual y artística, donde el kirchnerismo, es casi una obviedad decirlo, cuenta con un fuerte predicamento, a la vez divide aguas (entre una comunidad y referentes más “progresistas” o de “centroizquierda, como Federico Luppi, y otros más “conservadores” o de “centroderecha”, como Mirtha Legrand o Susana Giménez). Otra bandera rescatada por el kirchnerismo y que también surge del trabajo de movimientos sociales antes ubicados en la periferia de la agenda social es la ley de medios, también cara a sectores de cuño “progre”, artistas e intelectuales. La ley de autor es otro ejemplo, en este caso de medida específica orientada a un sector en particular.

En su momento, la sanción del matrimonio igualitario fue interpretada por analistas de opinión pública como una forma de posicionamiento político del gobierno hacia la centroizquierda, de cara a las elecciones presidenciales de 2011: el sociólogo y encuestador Roberto Bacman evaluó que "quieren mostrar que la verdadera centro-izquierda está allí y esto obliga al resto de la oposición a armar opciones de centro-derecha para las elecciones nacionales que vienen". En esta línea, la presidenta Cristina Fernández y su predecesor, Néstor Kirchner, articularon sus convicciones políticas a la apuesta de que el matrimonio gay era una cuestión de derechos humanos que los ayudaría a ganar el apoyo de votantes de clase media y expandir su base más allá de la población de bajos recursos.

Según este razonamiento (muy discutido también por los analistas), antes de la muerte de Néstor Kirchner, una clave para la victoria del oficialismo en las elecciones de 2011 era sostener la recuperación ya visible en los segmentos de bajos recursos (de la mano del crecimiento económico, el empleo y políticas sociales redistributivas) y sumar votos en los segmentos medios (de la mano del crecimiento económico, el consumo y temas de la agenda social asertivos para esas clases). Algo así como aunar la intención de voto PJ o filo-PJ clásica -alrededor de un 30% del electorado, tradicionalmente- con la intención de voto de la centroizquierda, aproximadamente un 16% del total, según encuestas realizadas por Graciela Römer el año pasado.

Planteo dos preguntas para el debate: 1) ¿tendrá éxito el gobierno en captar ese voto de centroizquierda en las elecciones de este año? 2) ¿necesita el gobierno captar ese voto de centroizquierda después del impulso que cobró la imagen e intención de voto oficialista después de la muerte de Néstor Kirchner?

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