viernes, 17 de octubre de 2014

La sucesión (1)

Profundicemos en el argumento de Artemio López (consultora Equis) que le da consistencia al rechazo de Daniel Scioli como “mejor candidato” o “candidato natural” del FPV: “Cuando profundizan su propio programa, los populismos latinoamericanos marcan récords también en el terreno electoral. Así lo demostró Hugo Chávez en la sucesión creciente de triunfos, marcando una serie inédita para Venezuela. Lo mostró Cristina en 2011 cuando sujeta y profundizando la agenda histórica del FPV obtuvo el 54% de los votos y 38 puntos de diferencia respecto al segundo y lo mismo indica ahora el resultado de Bolivia, donde Evo sin apartarse de la perspectiva con que en el año 2006 iniciara su primer gobierno marcó un nuevo récord de fortaleza electoral del MAS, a punto que su diferencia respecto a la oposición de casi 40 puntos respecto a la segunda minoría es inédita en la historia de Bolivia. Caso contrario, cuando se replica la agenda ortodoxa los populismos latinoamericanos se debilitan política y electoralmente. El ejemplo de la derrota profunda del FPV en la provincia de Buenos Aires en octubre de 2013 y el resultado de primera ronda en Brasil que plantea un final abierto entre petistas y tucanos, aún conociendo sus especificidades y diferencias, muestran sin embargo una regla general en materia electoral: la inconveniencia de asumir como propia la agenda de la oposición neoliberal”.

López machaca sobre la elección legislativa de 2013, cuando Scioli como virtual jefe de campaña del FPV y Martín Insaurralde como cabeza de la lista de diputados nacionales fueron las caras visibles de la derrota del kirchnerismo a manos del Frente Renovador de Sergio Massa en provincia de Buenos Aires, que resultó más contundente en las generales de octubre que en las PASO de agosto. El consultor plantea que esa profundización de la brecha obedeció a haber asumido la agenda opositora en temas como seguridad y Ganancias, en lugar de profundizar los temas propios que son “fortaleza” del oficialismo. Este planteo coincide con lo señalado por toda una línea de consultores políticos y analistas de marketing electoral, que insisten en que la estrategia de una fuerza política en campaña (electoral propiamente dicha o "permanente") debe ser mantener el eje en los temas fuertes propios y no perder el foco ni distraerse en los temas que son más funcionales al posicionamiento de la oposición. Un ejemplo clásico sería decir que el peronismo hacia campaña con la gobernabilidad, mientras que el radicalismo, por ejemplo, lo hace con el control republicano; aplicado a Estados Unidos, diríamos, los demócratas hacen campaña con temas como educación y salud, y los republicanos con seguridad y lucha contra el terrorismo. En próximas entradas, revisaremos un enfoque alternativo a este. 

López contrapone el carácter moderado, consensual y más “market friendly” de Scioli a la matriz más polémica, decisionista e intervencionista del kirchnerismo que hoy encarna Cristina Fernández y antes Néstor Kirchner, lo que transformaría al gobernador bonaerense en el menos "K" de los candidatos, y por lo tanto el que estaría teóricamente en "peores" condiciones de representar a ese espacio. Ese argumento se completa con la deducción de que las debilidades de Scioli como candidato del FPV no le permitirían evitar el ballotage, y que en segunda vuelta perdería contra un candidato opositor (Sergio Massa o Mauricio Macri, a tenor de las encuestas conocidas hasta ahora, salvo que alguno de los candidatos del FAUNEN despegue…). Sin embargo, las encuestas conocidas (que López cuestiona por “metodológicamente inválidas”) muestran hasta ahora que ninguno de los precandidatos del FPV (ni los más "puros" ni los menos) se acerca a los guarismos necesarios para evitar una segunda vuelta con pronóstico adverso. Por otro lado, si realmente hay una mayoría anti-K potencial (como el mismo López sugiere al deslizar que en segunda vuelta las chances de victoria oficialista se esfuman), no es legítimo preguntarse ¿no estaremos en una coyuntura preelectoral en la cual cobra más relevancia la potencialidad de los “techos” que la solidez de los “pisos”? O, en otros términos, la “continuidad con cambio” que plantea Scioli no tendrá quizás más chances de construir una “coalición ganadora mínima” que una candidatura K “más purista” que cada día que pasa (y nos acercamos a las PASO, valga el juego de palabras) se hace más tardía y tiene menos tiempo de consolidación en el escenario? 

Para esta discusión sobre la solidez de los pisos versus la potencialidad de los techos es indispensable hacer una segmentación del electorado en “clusters”. Citamos aquí al politólogo Mario Riorda. “Hay cuatro tipo de posicionamientos: kirchneristas duros que defienden todo; simpatizantes kirchneristas que, aún con críticas, siguen valorando y votando a este gobierno; opositores que valoran políticas pero no todo el gobierno y por ello no lo votarían; y opositores que tienen un rechazo visceral al estilo K”. Va de suyo que el “piso” del FPV está constituido por el primer segmento o cluster de electores al que se refiere Riorda, en tanto que el techo se conformaría sumando a ese grupo el segundo, en tren de conformar una coalición ganadora mínima: si partimos de la base de un 30-33% de voto K (hipótesis compartida por varios consultores, según analizamos en post anteriores), el candidato oficialista necesitaría captar del segundo grupo entre un 7 y un 10% de electores para tener chances de imponerse en primera vuelta (superando el 40% de los votos y con al menos 10 puntos porcentuales de ventaja sobre el contrincante opositor mejor ubicado). Qué chances tiene el oficialismo (y los precandidatos oficialistas) de realizar esto con eficacia será materia de la siguiente entrada. 

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