Esto tiende a confirmar la hipótesis de que pensar un ballotage 2015 con Massa-Macri (postura de Jorge Giacobbe) es tan poco probable como era en 2003 la hipótesis Menem-López Murphy: hay una permeabilidad mutua de segmentos electorales entre el líder del FR y el jefe de gobierno porteño que impediría que ambos terminen disputando la instancia final. Llegaría sólo uno de los dos, y por el otro andarivel avanzaría un candidato del pan-oficialismo, con lo cual la “pelea” entre “modelos” y oficialismo-oposición sería más nítida en las urnas. En este marco, en la gran mayoría de los escenarios que se proyectan se descuenta que habrá segunda vuelta, aunque Fara plantea respecto a esta cuestión una observación pertinente: “no se tiene en cuenta cómo pueden operar sobre el electorado los resultados de las PASO. En 2013, en una elección competitiva en la provincia de Buenos Aires (a diferencia de 2011), los votantes produjeron una polarización en la elección general de octubre, licuando a parte de la oposición que había sacado menos votos, estirando la ventaja a favor del Frente Renovador. Eso puede volver a ocurrir perfectamente, con lo cual la discusión no debe ser acerca de si se entra o no en un balotaje, sino acerca de cuál será el frente opositor que más votos obtenga en las primarias abiertas. La tendencia viene de cambio, y dicho mainstream difícilmente se modifique en los próximos quince meses. Eso hace que la probabilidad de que el próximo presidente sea kirchnerista es muy baja. Ergo, el interrogante se traslada hacia qué opositor tiene más probabilidades de ser el próximo primer mandatario”.
Esa potencial “transferencia” de votos entre opositores se facilita si hay permeabilidad recíproca de segmentos electorales, como sucede entre Macri y Massa, a tenor de diversos estudios prelectorales (y no tanto entre el FAUNEN-Macri-Massa). Recientemente, Mariel Fornoni (de Management & Fit) planteó que Macri sigue aumentando intenciones de voto a expensas de Massa. Para Fornoni, la condición de opositor más nítido de Macri respecto al gobierno nacional supone una ventaja para el jefe de gobierno porteño: el candidato del PRO prometió que las primeras medidas que tomaría como presidente de la Nación serían la eliminación del Impuesto a las Ganancias para los trabajadores, eliminar las retenciones a las exportaciones en general (con excepción del complejo sojero, en donde lo haría a razón de 5 puntos porcentuales por año), y resolver el litigio con los fondos buitre, issue que el oficialismo viene explotando (para “fidelizar” su base electoral dura y, además, para desplazar del centro de la agenda a otros problemas).
Sin embargo, Fornoni lleva su análisis más allá, aseverando que un escenario de crisis aguda afectaría las chances del candidato oficialista a priori mejor ubicado en las encuestas (Daniel Scioli) tanto como a Massa, por su condición de ex miembro del gabinete nacional. "Una economía que ya experimenta aceleración de la inflación y el crecimiento negativo puede deteriorarse aún más debido al default, y eso afectará a Daniel Scioli y Sergio Massa, porque pertenecen al movimiento peronista gobernante y dependen de los votos de los partidarios del Gobierno", evaluó Fornoni. "Si el Gobierno enfrentara sólo una leve recesión, entonces tendría una oportunidad. Pero con el peronismo dividido y de cara a una crisis económica, la verdad es que la gente podría estar mucho más dispuesta a votar por un cambio que a la continuidad (…) Pese a que Sergio Massa ha sido crítico con el Gobierno y ha tratado de distanciarse de sus políticas, todavía está afiliado al Partido Justicialista, que comprende todos los miembros del movimiento peronista. Eso significa que todavía depende de los votos de los partidarios del Gobierno y sería afectado por una corrida de la moneda y el caos económico. Si el barco se hunde, tanto Scioli como Massa se hundirán con él. La gente va a votar por un cambio", destacó la directora de M&F. Discutiremos este planteo en un próximo post.
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