Recientemente, el periodista Rubén Curto escribía en La Voz: “Por obra de la especulación política, la potestad de fijar el cronograma de los comicios le da al oficialismo una poderosa arma para diseñar su estrategia electoral. En una provincia donde históricamente la disponibilidad de información sobre cuándo y cómo se realizará el recambio institucional parece ser propiedad del oficialismo de turno, no es extraño que el calendario electoral tenga aun pocas fechas definidas. Más que nunca, en estas cuestiones la disponibilidad de información precisa equivale a poder, y quien la administra en cuentagotas (hoy José Manuel de la Sota) la hace valer según su propio interés. Sólo el gobernador a esta altura conoce cuál es el domingo elegido para que los cordobeses voten a su sucesor y hasta ahora ha dado sobradas muestras que de aprovechará esa prerrogativa al máximo. Aparentemente no tiene previsto compartir esa decisión crucial con el resto del arco político, por lo menos en lo inmediato. Si se tratara de un pronóstico meteorológico, bien podría decirse que el cronograma electoral nacional aparece “claro, despejado y sin cambios bruscos”, porque de antemano ya están fijadas por ley, como debería ser en todos los casos, las fechas para las Paso, elecciones generales y eventual balotaje”.
Recordemos: las PASO nacionales son el 9 de agosto, la primera vuelta el 25 de octubre y la segunda (que tiene lugar si ningún candidato logra en primera vuelta el 45% o el 40% con más de 10 puntos de ventaja sobre el segundo), el 22 de noviembre. Por ello, agrega Curto, “con sus más y sus menos, el escenario nacional otorga previsibilidad, una cualidad central para cualquier proceso electoral. Lo que se dice reglas de juego claras y anticipadas, para que todos los competidores sepan a qué atenerse y con qué antelación deben moverse si quieren participar. A nivel provincial, la carta meteorológica-electoral muestra un clima “inestable, sujeto a cambios bruscos”, según el humor y necesidades del gobernador (…) Es el lamentable juego de especulación que se abre en la antesala de cada año con recambio general de cargos ejecutivos. Porque la fijación del calendario electoral hace rato que dejó de ser una regla de oro de la democracia y la institucionalidad, para engrosar, junto con las encuestas y el proselitismo activo, la estrategia de campaña. Se trata de un mecanismo perverso según el cual los oficialismos que deben fijar las reglas públicas, se las guardan sólo para sí mismos. No sólo organizan el partido, sino que deciden cuándo, donde y cómo se juega. Una ventaja inaceptable”.
La larga cita se justifica porque implica un reconocimiento positivo al gobierno nacional en un tema netamente institucional y a la vez una crítica que, en rigor, alcanza no sólo al oficialismo en Córdoba (que es, a su vez, oposición respecto del oficialismo nacional), sino a los gobiernos de varias provincias cuyos conductores no sólo aspiran a revalidar sus títulos en los distritos que administran sino también jugar a nivel nacional. Resulta llamativo que el kirchnerismo, tan vapuleado por su desapego a lo institucional desde los sectores opositores, salga en esta cuestión clave mejor parado que otros gobiernos, entre ellos varios que lo cuestionan precisamente desde ese flanco. Dicho esto, abandonemos el terreno del deber ser (más propio de la ciencia política) para analizar la relevancia del tema en términos de opinión pública. En el año electoral que se avecina, estas cuestiones no son menores. En las últimas entradas, venimos repasando escenarios electorales a través de diversas encuestas y cruzando ese análisis con alguna aproximación a cuestiones de armado político. En ese marco, podemos apreciar las siguientes tendencias: 1) Scioli, Massa y Macri convergen, en todas las encuestas, como los precandidatos con mayor intención de voto 2) El kirchnerismo tiene un piso de alrededor de un tercio de los votos a nivel nacional, pero ninguno de sus precandidatos muestra todavía un despliegue de ese nivel; la discusión sobre el perfil del candidato (puro, no puro, etc.), atraviesa ese espacio, aunque en el armado político gana peso la creencia de que Scioli sería el más potable para garantizar el acompañamiento de los sectores del PJ no K puros, pero tampoco dispuestos a jugar para la oposición 3) Massa y Macri compiten entre sí por segmentos del electorado decisivos para definir quién será el candidato opositor que enfrente al del oficialismo; también compiten por captar parte de la estructura política del FAUNEN, cuyas luchas intestinas lo vienen alejando de la pelea mayor, y esa competencia se traslada a las provincias donde el radicalismo, el sello de mayor desarrollo territorial dentro del FAUNEN, aspira a desplazar a gobiernos en manos del justicialismo, algunos de ellos kirchneristas, otros PJ aliados al oficialismo y otros PJ anti-K (como el de Córdoba).
Si articulamos el análisis de esos 3 puntos con la definición de los cronogramas electorales, deviene evidente la importancia del calendario. Veamos: Mauricio Macri, que aspira a ser presidente, gobierna Capital Federal. Hasta hace pocas semanas, la discusión interna era si la elección de ese distrito (en el que Macri no puede ser reelecto, pero sí conservar el poder para el PRO con otro candidato) debía coincidir con la elección nacional (apostando a una sinergia positiva entre los candidatos a presidente y jefe de gobierno o bien a un “efecto de arrastre” de un tramo a otro) o bien mantenerse separada, como fue en los últimos años. El jefe de gobierno porteño y precandidato presidencial del PRO se decantó por una elección desdoblada, con primarias (PASO) el 26 de abril, generales el 5 de julio y ballotage el 19 de julio. Si bien una ley local dispone que la votación a jefe de Gobierno debe realizarse separadamente de la presidencial, otra ley podría haber cambiado ese calendario si el PRO hubiera querido y sumaba votos de la oposición para el trámite. Será la primera vez que en Capital se elijan candidatos mediante las PASO y también que se utilice la modalidad de boleta única electrónica en los comicios. En el debate interno del PRO por el sí o el no a la unificación de fechas con la elección nacional ganó la posición que presupone que un triunfo en la Capital Federal elevará las chances de Macri en las PASO para presidente (contra la postura de quienes apostaban a la sinergia recíproca). En función de eso, la segunda vuelta, que en la Ciudad casi es obligada porque se requiere la obtención del 50% más un voto en primera ronda para consagrarse (más estricto que a nivel nacional), queda lo más cerca que posibilitó el almanaque de las PASO nacionales, que se realizarán el 9 de agosto. El dato es importante, toda vez que Macri, según las encuestas que venimos repasando, integra el podio de los 3 candidatos con más intención de voto.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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