Desde el 2004 hasta ahora, la clase media fue el segmento social que más creció, a la vez que bajaron las clases baja y marginal. La comparación con el año 2004, cuando la Asociación Argentina de Marketing encaró la renovación del índice de nivel socioeconómico (NSE) que había sido actualizado en 2002 (en plena crisis) y el año 2014 arroja un neto crecimiento de la clase media y una reducción de la clase baja.
El dato surge de una serie evolutiva que muestra que la clase media típica creció del 25,3 por ciento que registraba en 2004 hasta el 30,8 por ciento el año pasado, mientras que la sumatoria de las clases baja y marginal se redujo del 21 por ciento al 13,4 por ciento en el mismo lapso. La información se desprende de la última actualización del NSE, presentada en mayo pasado y realizada por la Comisión de Enlace Institucional (CEI), en la que participan la Asociación Argentina de Marketing (AAM), la Sociedad Argentina de Investigadores de Marketing y Opinión (Saimo) y la Cámara de Empresas de Investigación Social y de Mercado (Ceim).
La serie evolutiva muestra un panorama social nacional que en 10 años mejoró sensiblemente: la clase top (ABC1) no varió (5,6% al inicio y al final de la serie), la media alta (C2) pasó del 14,7 por ciento en 2004 al 17,7 por ciento en 2014 (subió tres puntos porcentuales) y la media típica creció 5,5 puntos porcentuales (de 25,3% a 30,8%). Por contrapartida, la media baja o baja superior (D1) bajó del 33,5 por ciento al 32,4 por ciento en 10 años y la sumatoria de la baja inferior y marginal cayó del 21 por ciento en 2004 al 13,4 por ciento en 2014. Hilando fino, se advierte que la suma lineal de esos guarismos da 99,9, con lo cual a efectos de que de 100 se podría sumar una décima más al ABC1 (ya que el promedio de la serie en este nivel es mayor al 5,6). En cualquier caso, se ratifica que en la última década creció la clase media, cayó la baja y la “rica” no varió.
Asimismo, el nuevo NSE aporta una metodología alternativa para medir fenómenos como la pobreza. Sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que toma una muestra de 60 mil hogares por trimestre en 32 conglomerados urbanos de todo el país, el índice de NSE clasifica a la población en función de la educación y ocupación del principal sostén del hogar, la cobertura médica y la relación de aportantes de ingreso (es decir, cuántos de todos los miembros de una casa aportan para los gastos comunes de la familia).
La lectura arroja que en los últimos 10 años la pirámide del NSE a nivel nacional acusa un proceso de movilidad social ascendente, con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, de lo que resulta una menor polarización social relativa. Además, esta metodología de relevamiento alternativa implica un aporte para la candente discusión sobre los niveles de pobreza, ya que “sale por arriba” del laberinto en el que se estanca la discusión entre los defensores de las cuestionadas y desactualizadas mediciones oficiales (el cálculo del Indec de diciembre de 2013 arrojaba que un 4,7 por ciento de la población es pobre, sobre la base de un índice de precios intervenido desde 2007) o quienes se inclinan por estadísticas privadas como las del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica que, al captar deficientemente los hogares con ingresos medio altos y altos, sobre-representa la tasa de pobreza (su última medición la situó en 28,7 por ciento).
La ventaja de la metodología que utiliza el nuevo NSE de la AAM es que evita el laberinto que enfrentan las mediciones basadas en canastas de consumo (cuya representatividad es problemática) por variables estructurales, como la educación y la ocupación: así, hay una correlación entre la situación de pobreza con niveles educativos bajos (secundaria completa o menos) y ocupaciones no calificadas (que incluyen empleados, cuentapropistas, trabajadores inestables o precarios, personas viviendo de planes y bien jubilados o pensionados de ocupaciones no calificadas). Medida de esta manera, la pobreza estructural según el nuevo índice es de 13,4, bien por encima de los menos de 5 puntos de la estadística oficial pero por debajo de los casi 29 puntos de algunas mediciones privadas.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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