Los encuestadores y cientistas sociales (investigadores de opinión pública o de mercado) procuramos medir una comunidad que consume y que vota, no un mercado disociado de un conjunto de electores. De allí la pertinencia de entender los cambios en la estructura social en los últimos 10 años y el aporte que la nueva medición de nivel socioeconómico a nivel nacional hace al entendimiento de la conducta social en dos de sus principales manifestaciones: el comportamiento electoral, y el del consumo.
En este tema, hay un claro contrapunto entre el oficialismo y la oposición: el candidato a vicepresidente Carlos Zannini (por citar a un referente del FPV) planteó que en estos 12 años el FpV incluyó de 7 a 9 millones personas en la clase media. "Tenemos que evitar que piensen que lo lograron solos, lo hicieron en este país de oportunidades”. En cambio, el ex candidato a presidente Ernesto Sanz (UCR) opinó en su momento que “este este gobierno se ensañó con la clase media más que ninguno". Respecto a esto, la serie evolutiva del NSE que mostramos en el post anteriores es clara: la clase top (ABC1) no varió (5,6% al inicio y al final de la serie), la media alta (C2) pasó del 14,7 por ciento en 2004 al 17,7 por ciento en 2014 (subió tres puntos porcentuales) y la media típica creció 5,5 puntos porcentuales (de 25,3% a 30,8%). Por contrapartida, la media baja o baja superior (D1) bajó del 33,5 por ciento al 32,4 por ciento en 10 años y la sumatoria de la baja inferior y marginal cayó del 21 por ciento en 2004 al 13,4 por ciento en 2014. En síntesis, se ratifica la movilidad social ascendente, aunque también es cierto que ese proceso virtuoso parece estancado desde el 2012 a esta parte (lo cual puede ser un principio de explicación de las tensiones sociales crecientes en los últimos años y de la situación relativa de mayor competitividad electoral respecto al 2011).
Si en términos de porcentajes la movilidad es nítida, en términos de cifras vale citar el aporte del especialista en análisis de tendencias de consumo y mercados, Guillermo Oliveto, quien afirmó que “la Argentina experimentó un proceso de movilidad ascendente desde 2002, y más de 11 millones de consumidores regresaron a la clase media”. El titular de la Consultora W destacó además la reciente “recuperación moderada” de la economía -medida a través de la venta de autos, motos, electrodomésticos, entre otros factores- y juzgó probable que el conjunto de las capas medias “experimente una expansión de siete puntos en lo que queda del decenio”.
Oliveto recordó que la mitad de la población se ubicaba en la clase “baja” tras el quiebre de la convertibilidad, mientras 20% pertenecía a la clase “media baja”, mientras que por el aumento del empleo y el salto del Producto Interno Bruto, en la actualidad sólo 14,7% de los consumidores pertenece al estrato bajo (con ingresos familiares mensuales de 3.950 pesos), y 32% al medio bajo (8.500 pesos por mes). Según el analista, el proceso de mejora de los últimos años alcanzó a los segmentos más favorecidos, y hoy el 18% de los consumidores pertenece a la clase “media alta”, con ingresos familiares superiores a 34 mil pesos mensuales. Mientras, en el tope de la escala, la clase “alta”, con más de 107.500 pesos de ingreso familiar por mes, agrupa al 5,1% de los consumidores. Adviértase que la pirámide social argentina según la consultora W no es muy diferente a la de la Asociación Argentina de Marketing que compartimos en la entrada anterior: 5,1 de clase alta ABC1 (contra 5,6 de la AAM, o 5,7 con ajuste para que de 100% el total), 18% de media alta o C2 (contra 17,7% de la AAM), 30,2% de clase media típica o C3 (contra 30,8% de la AAM), 32% de baja superior o D1 (contra 32,4% de la AAM) y 14,7% de clase baja y marginal o D2/E (contra 13,4% de la AAM).
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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