sábado, 18 de agosto de 2018

Crisis en “U” y crisis en “L”: el impacto en la agenda de la opinión pública y la variable inflación

En este contexto de empeoramiento del empleo, se espera que en los próximos días el triunvirato de la CGT comience una fuerte ofensiva contra el gobierno nacional y reclame una suspensión de los despidos por lo menos hasta fin de 2018. Así, el desgaste socioeconómico genera una lesión del tejido social que traza escenarios preocupantes a corto y mediano plazo: como citamos en el posteo anterior, según el CEPA (Centro de Economía Política Argentina) las cesantías y suspensiones del mes pasado duplicaron las de julio 2017 (6.588 casos contra 3.199); 8 de cada 10 trabajadores desplazados trabajaban en la industria; 1 de cada 5 casos de pérdidas de empleo industrial en el último trimestre correspondió a plantas o a talleres que directamente cerraron sus puertas. Por otro lado, según la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) que realizó el Ministerio de Trabajo entre 3.000 compañías, los resultados muestran el peor nivel desde 2014: los empresarios hacen foco en bajar costos y la mayoría prefiere esperar que se estabilice la situación económico-financiera antes de contratar personal. Como antecedente, recordemos que la actividad económica se contrajo 1,4% en mayo de 2018 respecto del mes previo y 5,8% interanual, poniendo de manifiesto una caída desigual por sectores (ver datos arriba; click para agrandar) pero que podría generalizarse en los próximos meses, según diversos analistas.

Como vimos en el posteo anterior, según la directora ejecutiva de Eco Go, Marina Dal Poggetto, ya estamos en una recesión muy pronunciada, acentuada por la sequía, y no se ve dónde hace piso la economía; que no se vea el punto de piso hace que un eventual rebote (al que el gobierno apostaba todas las fichas) no sea visible como para dibujar una crisis en “V” o en forma de tilde, perfilando en cambio una crisis más larga, en forma de “U” (esto es, con una recesión que podría durar al menos tres trimestres) o aún peor, en forma de “L” (es decir, no menor a un año hacia adelante). Según Dal Poggetto, “la expectativa del Gobierno es que cayó fuerte el segundo trimestre, cae el tercero, el cuarto hace piso y el año que viene volvés al zig-zag. Pero el zig-zag es consistente con un contexto de ingreso de capitales el año próximo. Que de alguna forma te permita anclar el tipo de cambio, volver a atrasarlo un poco, y que aunque tengas política fiscal contractiva, la de ingresos sea expansiva. Que el salario y las jubilaciones le ganen a la inflación y la política crediticia sea también expansiva y compensen al ajuste fiscal. Pero ese escenario depende de que el mercado lo compre. Y a mi juicio hay un escenario donde política y economía empiezan a iterar en forma complicada, porque la política se arregla si la economía se estabiliza. Y al mismo tiempo la economía se estabiliza si ingresan capitales pero para eso la política se tiene que arreglar. Esto no es tan evidente que pase, aun en una economía con un tipo de cambio mucho más alto, un aumento en las exportaciones el año que viene y una economía donde el aumento en las tarifas avanzó, tal vez a mitad de camino por el salto cambiario”




El panorama que perfila el sociólogo Carlos de Angelis es aún peor: “Hay un hundimiento de la economía. Se siente en la calle y en la caída de la actividad industrial. Toda la apuesta del gobierno parece estar puesta en hacer una buena cosecha en año que viene. Hay mucha decepción con el macrismo en sectores medios que lo votaron, pero todavía no quiere decir que hayan decidido apoyar otra propuesta. El tema es que la economía está cayendo en picada. Es muy difícil predecir la evolución de la situación política y social con este deterioro. El ajuste fuerte todavía no arrancó. Impactará con más fuerza a partir de la aprobación del presupuesto del año que viene. Hay informes que hablan de una recesión que puede durar más de dos años”. Una recesión mayor a dos años sería un franco escenario de crisis en forma de “L”, el más desfavorable para Cambiemos y el más propicio para un retorno del kirchnerismo al poder. Combinado con alta inflación (que, en rigor, no es más alta precisamente por el contexto recesivo), el cóctel resulta cuasi explosivo. Repasemos datos duros: la inflación de julio se ubicó en 3,1%, acumulando en lo que va de 2018 un alza del 19,6%, según el Indec; en los últimos 12 meses, ya suma 31,2%. Los analistas creen que agosto volverá a tener una base elevada y que el año terminaría cerca del 35%, valor que supera lo acordado con el FMI. Confirmando que el principal motivo de desgaste del gobierno es la situación económica, el sociólogo de Angelis apunta que “la mayoría de la gente piensa que el oficialismo no sabe cómo bajar la inflación. Es lo que cree un 65%, según las encuestas. También piensan que el gobierno los perjudica pisando los salarios y que eso va a seguir profundizándose. Por eso me parece que es una situación muy inestable, en la que es temprano para ver el impacto final de la situación económica en el humor social”.




Al mejor estilo Nate Silver, el estudio Singerman y Makon definió tres escenarios posibles para la inflación de este año. El relativamente más positivo para el gobierno es que se ubique por debajo del 30%, pero este escenario sólo tiene una probabilidad del 5%. El intermedio es que se sitúe entre el 30% y el 32%, justo en el umbral superior del margen establecido en el acuerdo con el FMI; este escenario tiene una probabilidad del 25%. El escenario más probable (70%) es de una inflación mayor al 32% (ver datos al medio del posteo; click para agrandar). Aquí el incumplimiento respecto a las metas establecidas por el gobierno, las expectativas de los analistas y los márgenes establecidos en el documento con el FMI serían evidentes (ver datos arriba; click para agrandar), pero no se trata del mayor problema que el gobierno tendría en ese caso: el desafío sería contener la situación social. Ni hablar si hubiera mayor pase de la inflación mayorista (casi 48% anual en junio pasado) a la minorista (casi 30%; ver datos abajo, click para agrandar). Por otro lado, sumando fuentes de incertidumbre a la fragilidad sistémica del programa de Cambiemos, aparece en el horizonte otra nube que en otro momento hubiera sido un cisne negro: la cesación de pagos. Según el analista Alejandro Tagliavini, miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity de Oakland (California), “ronda el fantasma del default. La curva que dibujan los rendimientos de los bonos soberanos argentinos en dólares se invirtió, reflejando el estrés financiero. Cuando las tasas de corto plazo superan a las de largo, significa que el panorama cercano se ve muy difícil en comparación con las posibles renegociaciones de deuda en el futuro. Aunque los analistas solo adjudican 20% de probabilidad de default, los seguros se dispararon alcanzando máximos de tres años, arañando los 700 puntos”.




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