miércoles, 8 de agosto de 2018

Efectos socioeconómicos de gestión: ¿eufemismo o un cisne negro encubierto?

El documento liminar post acuerdo entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno argentino plantea textualmente que según el staff del organismo la economía argentina y su deuda “son estables, aunque no con una gran probabilidad”. Si recordamos que definimos a un cisne negro como algo altamente improbable, ¿hay que tomar esa frase como un eufemismo o como un potencial cisne negro? En una línea similar, recientemente el economista Arnaldo Bocco destacó que “JP Morgan, un banco extranjero que intervino en todas las colocaciones de deuda externa que hizo el gobierno, el 23 de julio en un muy comentado análisis dice que su evaluación del escenario de sustentabilidad para la Deuda lo ve igualmente estable pero, la relación deuda/PBI es muy alta, presume que el peso no está suficientemente devaluado y con relación a la recesión del 2018/2019 en un marco electoral aumenta las preocupaciones de sustentabilidad”

En ese marco de ambigüedad no queda claro si un default sería un cisne negro auténtico (en el sentido extremo de imprevisto) o un escenario de relativa baja probabilidad (poco factible, pero no una completa sorpresa). Repasando ya no datos “blandos” (perceptivos procedentes de encuestas) sino datos duros oficiales, tenemos que en mayo pasado, la economía sufrió una caída de casi 6 puntos porcentuales interanual (ver datos arriba; click para agrandar). En junio, se sumó una caída de 8,1% de la industria y del 0,1% de la construcción, junto con una inflación interanual de 29,5%. En cualquier caso, que se agregara una crisis del pago de la deuda a la crisis ya visible en esos datos duros oficiales podría detonar otros escenarios que en este blog hemos planteado como cisnes negros: adelanto de las elecciones para abril o mayo de 2019, o bien crisis sistémica y salida anticipada del poder de Cambiemos (¿quizá con una táctica electoral negociada con el PJ no K para impedir un regreso de CFK a la presidencia?). En este contexto, la causa denominada “cuadernos K” podría agregarle al gobierno problemas económicos pese a ser una aparente “ayuda” (desde la judicialización de la política) según los analistas más enfocados en la coyuntura que en los efectos socioeconómicos de gestión. En un período en el que la construcción comienza a frenarse por la retracción de la obra pública, una eventual caída de la inversión privada y de la participación empresarial en los Programa de Participación Pública Privada (PPP, recurso al cual el gobierno de Cambiemos apostaba para complementar o suplir la inversión pública en el marco del ajuste pedido por el FMI) inducida a partir del polémico proceso abierto por el juez Claudio Bonadio puede generar un enfriamiento adicional de la economía en el peor momento del oficialismo. Aunque algunas voces apuestan a un enfriamiento para aplacar el aumento de precios, la inercia inflacionaria argentina impone ser escépticos al respecto: en la gélida economía de 2016, cuando la actividad cayó 2,3% anual, la inflación osciló entre el 36% y el 41%. 






En mayo, la crisis cambiaria llevó al gobierno a jugar la carta de recurrir al prestamista de última instancia, el FMI. En ese mes hubo un récord histórico de egresos de formación de activos externos (fuga de divisas), que superó por 2.000 millones de dólares a los picos anteriores de agosto 2017 y octubre de 2008 (primer gobierno de CFK y plena crisis global de Lehman Brothers). El saldo neto se disparó. "Las compras netas de divisas para formación de activos externos fueron entre enero y mayo 13.602 millones. El promedio mensual fue 2.720 millones. Si se sostiene ese nivel de fuga en lo que resta del año, el BCRA deberá entregar 19.040 millones de dólares para abastecerla", apuntó oportunamente el periodista económico David Cufré (ver datos arriba; click para agrandar). Al mismo tiempo, el déficit comercial fue récord: "por primera vez el déficit comercial argentino supera al de los años 1994 y 1998. A pesar del aumento del tipo de cambio de mayo, las importaciones subieron y ya estamos ante el déficit más grande de nuestra historia económica", destacó el economista Sergio Chouza‏ (ver datos abajo; click para agrandar). 







Al "mayo negro" le siguió un “junio frío”. Aún faltan los datos oficiales de julio, pero nada habilita a pensar que ese mes arroje buenas cifras, más allá de una precaria y costosa estabilidad cambiaria. Ayer, en medio de la causa cuadernos y la incertidumbre global, el Merval cayó 3,8% y el riesgo país llegó a su pico en la era Macri, superando los 600 puntos. Si repasamos los escenarios que vimos en posteos recientes, partiendo de que ya el mismo gobierno admite la crisis, está claro que el oficialismo le prende velas a una recesión corta: es decir, un escenario en “V”, el relativamente más favorable para Cambiemos de los escenarios de crisis, en el cual la economía cae pero rebota rápido y el bajón no duraría no más de un semestre. La hipótesis de los analistas es que ese escenario sería más favorable a una continuidad de Cambiemos en 2019, dado que 2019 sería un año mejor que 2019. El antecedente cortoplacista comparable sería la elección de 2017, cuando el oficialismo se impuso no sólo por razones políticas, sino también por una módica mejora socioeconómica en comparación con 2016. 

Sin embargo, hoy el consenso de los economistas moderados es que la economía no remontará antes del segundo trimestre del 2019. Un referente de esta posición es Daniel Semyraz, quien plantea que la crisis durará al menos 3 trimestres. “Argentina está mostrando un reacomodamiento violento frente a lo que pasa en el mundo porque hay factores externos que complican. Hay que entender que vamos a una recesión de por lo menos tres trimestres. Y que todavía no vimos nada del ajuste que se planifica. Se viene un ajuste fiscal, un dólar más caro y tasas más elevadas. Todo eso va a impactar en el consumo y en la actividad”. Este ya no es un escenario en "V", sino en “U”, en el cual el rebote sería más lento y recién visible a partir de abril del 2019 (es decir, a poco más de un trimestre de las elecciones primarias de agosto). Como vimos en los escenarios trazados por Poliarquía, en este caso hay una probabilidad mayor de que el gobierno no pueda seguir en el poder en 2019, y ese factor también puede ser visto como un bucle de retroalimentación de la crisis, porque agrega incertidumbre al proceso general (con lo cual podría ralentizarse la recuperación). 

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