En las elecciones de medio término del pasado 14 de noviembre, Juntos por el Cambio (JXC) alcanzó 42% de los votos vs 34,5% del Frente de Todos (FDT), contando los aliados de ambas coaliciones. Si comparamos el resultado del FDT el 14-N, vemos que está algo por encima de la performance del FPV en 2009 y 2013 (entre 30% y 31%), pero por debajo de la mejor elección de ese sello en el poder, que fue la de 2005 (41,59%; gráfico arriba). Así, el análisis comparado permite confirmar que el caudal de base del espacio pan justicialista cuando es gobierno se mantiene sólido. La novedad respecto a las elecciones de 2009 y 2013 es que antes ese caudal le bastaba para mantener la primera minoría electoral ante una oposición dispersa, mientras que desde 2017 el sello de JXC aglutina de manera sólida un caudal anti peronista en torno al 40%.
Así, el FDT obtuvo un caudal que se ubica en el mismo orden de magnitud del que alcanzó el FPV en dos de tres elecciones de medio término de ese sello en el poder. Esto sugiere que se sostiene la base electoral del kirchnerismo y que las figuras de Alberto Fernández y de Sergio Massa no aportaron un plus, a diferencia de lo que sucedió en 2019. Que la solidez del núcleo duro del espacio pan justicialista sigue siendo de base kirchnerista queda confirmada además con la última encuesta de CB Consultora, que muestra a CFK con una ventaja holgada sobre otros referentes del FDT de cara a una potencial primaria del oficialismo (gráfico arriba): con 16,2% de preferencia, le saca más de 10 puntos porcentuales de ventaja a cualquiera de las otras figuras del frente. Esa vigencia despeja cualquier posibilidad de que las internas propias de la coalición escalen en una ruptura, dado que a ninguno de los socios electoralmente minoritarios del FDT les convendría un escenario de ese tipo; tienen más incentivos para mantener los pies adentro del plato que para sacarlos.
El panorama contrario se observa en JXC: el resultado por debajo de las expectativas posteriores a las primarias desató múltiples pujas, tanto al interior del PRO como de la Unión Cívica Radical (UCR). Según la misma encuesta de CB, Horacio Rodríguez Larreta tiene una ventaja del tipo “primus inter pares”, no lo suficientemente holgada para resolver la disputa por la candidatura presidencial hacia 2023. Le saca unos 7 puntos porcentuales de ventaja al ex presidente Mauricio Macri, unos 10 pp a Facundo Manes y poco más de 11 pp a Patricia Bullrich (gráfico arriba), una brecha insuficiente como para que esas y otras figuras de la coalición resignen sus aspiraciones. En cuanto a la percepción de liderazgo opositor, la disputa es aún más encarnizada: según el último monitoreo en redes sociales de consultora Taquión, Larreta roza el 18% vs 15% de Bullrich, casi 14% de Macri y 9,5% de María Eugenia Vidal; por fuera de JXC, se cuela en esa competencia Javier Milei, de Avanza Libertad, con 9,6% (gráfico abajo).
En ese marco, si algo amenaza las chances de JXC de cara al 2023 es la posibilidad de que el espacio libertario se consolide, puesto que según CB parte de un piso de intención de voto en torno al 6% con un techo de hasta 22% (gráfico abajo).
En síntesis, el oficialismo llega al 10 de diciembre con un caudal sensiblemente menor al de su victoria de hace poco más de 10 años, pero con el piso electoral sólido obtenido en las tres últimas elecciones de medio término del espacio panjusticialista, con su unidad consolidada y conservando su condición de primera minoría tanto en la Cámara de diputados nacionales como en la de senadores nacionales. En cambio, JXC llega con varias disputas abiertas al interior de la coalición, lo que ya ha tenido traducción parlamentaria en el Congreso en los últimos días: Sergio Massa fue reconfirmado al frente de la Cámara baja, dejando atrás la avanzada opositora posterior a las primarias, mientras que el bloque radical enfrenta una fractura que puede seguir escalando.
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