miércoles, 24 de abril de 2013

Cacerolazos y elecciones (2)


 Permanece irresuelto, sin embargo, el carácter problemático del cacerolazo como evento en términos de articulación y capitalización política. Esto se debe a la dificultad de hacer confluir en una coalición electoralmente competitiva con el oficialismo expresiones diversas (que van desde el PJ anti-K hasta el FAP),  fuerzas que en el tránsito del 2009 al 2011 declinaron su vocación frentista para sostener listas propias y hasta referentes como Cecilia Pando (la principal activista del movimiento que reivindica la dictadura militar) junto al piquetero Raúl Castells.

Claro que bien podría haber más de una coalición opositora, como sucedió en 2009: el Acuerdo Cívico y Social (frente entre la UCR, el socialismo y la Coalición Cívica), por un lado, y Unión-PRO, por el otro (el frente entre el macrismo, el denarvaismo y el PJ anti-K). Sin embargo, esa experiencia arrojó que si bien el kirchnerismo resultó debilitado en esas elecciones (y perdedor en los distritos clave, como Capital Federal, provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe), aún pudo conservar la condición de primera minoría a nivel nacional. Desde ese piso, además, el oficialismo trabajó su posterior recuperación electoral entre 2010 y 2011.

En una entrada temprana a principios de este año, planteamos el carácter clave del 2013 para algunas de las principales figuras de la oposición que procurarán revalidar los pergaminos legislativos que lograron en 2009, en la que fue hasta ahora la elección más exitosa de la oposición desde que el kirchnerismo llegó al poder. De ahí la importancia que asume como vidriera la protesta del 18-A. Este evento, a su vez, actualiza una discusión ya planteada durante las marchas del 13-S y del 8-N, en torno a los siguientes ejes: 1) ¿significan los cacerolazos un franco (¿quizá definitivo?) distanciamiento de la “clase media” respecto del oficialismo? 2) quienes se han manifestado en los cacerolazos, ¿forman parte del 46% de electores que en octubre de 2011 votaron por candidatos opositores (tesis de algunos consultores, de la que se deriva que el caudal propio del FPV seguiría incólume) o, por el contrario, existe entre los caceroleros una porción de votantes “desencantados” o “arrepentidos” que en 2011 engrosaron el 54% obtenido por CFK?  

Respecto a la hipótesis del distanciamiento entre clase media y oficialismo, ya en los cacerolazos de 2012, el consultor Fernando Larrosa (consultora Ceis) problematizaba esa idea: según Larrosa, de acuerdo a mediciones propias de IVR (encuestas telefónicas) en el Área Metropolitana de Buenos Aires, “gran parte de la fuerza electoral del kirchnerismo está en la clase media.  Hay que aclarar la dificultad que tiene operacionalizar el concepto clase media y mucho más con encuestas telefónicas, pero de todas maneras, haciendo un proxy con algunas variables de situación laboral, educación y cobertura de salud entre otras variables, se puede armar un Nivel Socioeconómico básico que arroja que el voto duro oficialista está más anclado en los niveles medios (aunque no es exactamente asimilable al concepto de clase media) que en los niveles bajos. Esto se debe, sobre todo, a que en los niveles bajos hay históricamente mayor proporción de indecisos, pero también a que en los niveles medios hay mucha más polarización, porque hay mucha más politización”, planteaba el especialista.  

En cuanto al segundo punto (si entre los caceroleros hay o no votantes de CFK arrepentidos y, de haberlos, cuántos) la consultora Ceis realizó un relevamiento coincidental de 600 casos en pleno 18-A (en los puntos de mayor concentración de la marcha en Capital Federal, como Plaza de Mayo, Obelisco, Callao y Santa Fe, Cabildo y Juramento, y Acoyte y Rivadavia). El análisis del voto a presidente de los asistentes en las últimas elecciones presidenciales (2011) arrojó que el 29% votó a Hermes Binner (FAP) un 15,4% a Elisa Carrió (Coalición Cívica), 6,8% a Alberto Rodríguez Saá y 6,1% a Eduardo Duhalde (ambos candidatos por expresiones del PJ disidente), 5,8% al radical Ricardo Alfonsín (Udeso) y 0,9% a Jorge Altamira (PO); un 14,7% dijo que no votó y 2,2% dijo que impugnó el voto o votó en blanco. Pero sólo 4% admitió haber votado a CFK en 2011, de lo cual la consultora Ceis concluye que "no se observa una migración importante" (del voto oficialista).

link al estudio:

4 comentarios:

  1. Excelente nota, complementaria con otra que leí de tu coterraneo Mario Riorda quien postula "una elección legislativa es algo así como un campeonato federal de egos regionales" en http://www.lanacion.com.ar/1576628-el-desafio-de-la-oposicion-unidos-es-mejor

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  2. Muchas gracias por tu aporte, Anónimo! Seguiremos profundizando en este tema en próximas entradas...

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  3. Elegí esta nota porque me hizo acordar a un trabajo que realicé el año pasado con una compañera en la cátedra de doctrinas políticas acerca de los “neocacerolazos” del 13S y el 8N.
    Las demandas planteadas por los manifestantes de estas protestas eran variadas, por ejemplo: independencia del poder Judicial, libertad de expresión, lucha contra la corrupción, rechazo a la re-reelección presidencial, inflación y restricciones a la compra de moneda extranjera. Pero se podrían unificar bajo un mismo denominador, el descontento hacia las políticas ejecutadas por el gobierno actual.
    Uno de los conceptos aprendidos durante el transcurso de la carrera que me quedó en la memoria fue el de gobernabilidad. Definido como la capacidad de un sistema político para gobernarse a sí mismo en el contexto de otros sistemas de los que forma parte. De acuerdo a esto y de lo expuesto en el párrafo anterior establecimos que la gobernabilidad de nuestro país se encuentra en crisis, debido a que la capacidad del gobierno de satisfacer necesidades y demandas de la ciudadanía a partir de la implementación de políticas se encuentra disminuida.
    La presidenta parece haber hecho oídos sordos frente a estos reclamos, ya que no hubo respuestas concretas y no manifestó preocupación alguna. Pero claro esa porción de argentinos que salió a golpear cacerolas a las calles no formaban parte de la clase en la que se apoya el gobierno, por lo que era entendible su tranquilidad.
    "El verdadero problema es la falta de una dirigencia política que represente un modelo alternativo. De eso no podemos hacernos cargo. Nosotros creemos en el nuestro. Que se encarguen los que no creen en el nuestro en hacer el suyo". Esta fue una de las pocas respuestas por parte de la mandataria, que aludieron a dichas protestas.
    Personalmente creo que hay un problema en la búsqueda de alguien que ordene y priorice las demandas insatisfechas que el gobierno ignora. Si bien en un régimen democrático prepondera a la mayoría, ello no significa desconocer los derechos de las minorías

    En las elecciones de octubre del 2011, la jefa de Estado subió al poder con el 54% de los votos, por lo que su legitimidad de origen es incuestionable. Y este fue el dato sorpresivo en aquellas últimas elecciones presidenciales. La República parecía buscar un cambio, pero en el cuarto oscuro no sucedió lo mismo. En la opinión pública se percibía que nadie votaría nuevamente a CFK, pero los resultados no dijeron lo mismo. Lo que sucedió puede explicarse con la teoría del espiral del silencio. El orden establecido genera presión a la conformidad. Como hombres, somos seres sociales y susceptibles, e influenciados por la opinión del otro. De acuerdo a esta teoría uno calla ante la hegemonía de la opinión, aunque siga pensando igual. Se silencia lo que uno piensa por más que al momento de actuar se haga de acuerdo a lo que se piensa. Pero no siempre todos se suman a la mayoría, existen dos grupos, una parte ascendente que se suma la opinión dominante y una parte descendente que se compone de esa minoría que defiende su opinión. Y este fenómeno es lo que puede explicar de alguna manera que aquel 23 de octubre finalmente Cristina Fernández tomara nuevamente el poder.

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  4. Gracias por sus aportes! De todos modos, como puse en otro comentario, había muchas señales (entre ellas, encuestas) que anticipaban que CFK sería reelecta con contundencia; claro que, para verlas, había que salir del microclima inmediato. Saludos!

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