Metodológicamente, medir en
contextos sociales enrarecidos por fenómenos de coyuntura de carácter
excepcional (como las inundaciones en Capital Federal y La Plata de la semana
pasada) entraña sus riesgos. En esas condiciones, los estados de opinión
pública están alterados (parafraseando a una célebre película y trazando
también una analogía con los estados del tiempo). Como dato positivo, cabe
resaltar la solidaridad espontánea generada entre la gente, aunque la misma no
puede paliar las deficiencias en materia de acción social, desarrollo e
infraestructura achacables a los diversos niveles de gobierno involucrados (y
que podrían haber mitigado los efectos del temporal, más allá de lo excepcional
de su intensidad).
Así, hay un primer nivel de
lectura, epidérmico, donde se concluye que las inundaciones revivieron una
sensación social de antipolítica (una especie de revival del “Que se vayan todos” que eclosionó en el 2001, pero en
aquel caso como fenómeno mucho más fuerte y asociado a un “fin de época”) donde
todos los gobiernos aparecen como los responsables de la tragedia sobrevenida a
partir de la catástrofe natural. El estudio que cita Perfil (realizado por la
consultora Raúl Aragón y Asociados) arroja que en territorio porteño el
53% de los consultados optó por responder que las culpas son compartidas
entre el gobierno nacional y el porteño (sólo el 15% individualizó la
responsabilidad en CFK y 12% en Macri), en tanto que un 17% consideró que la
culpa "no es de nadie". En La Plata, el porcentaje de personas que
asignan responsabilidades compartidas (por igual la Nación, la Provincia y
el municipio) suma 56%; apenas 3% responsabiliza en particular a
Cristina y el 2% a los gobiernos de Daniel Scioli y del intendente
platense Pablo Bruera (dato curioso, dado que este
dirigente se autoincineró con un twit que pretendía hacerlo aparecer asistiendo
a los afectados cuando aún estaba descansando en Brasil). No es el único dato
que sorprende en este caso: más fuerte es que el 32% de los encuestados diga
que la culpa "no fue de nadie". Con todo, más allá de las mediciones
conocidas en estos días (susceptibles a los sesgos señalados, por lo que deben
tomarse con prudencia) algunos analistas han planteado algunos puntos
atendibles, los que examinaremos sin perder el foco central, que tiene que ver
con los sucesivos armados políticos de cara a las elecciones legislativas de
este año.
Un primer dato es que la crisis
detonada por las inundaciones generó una mayor cercanía perceptiva dentro del oficialismo,
ya que después de varias semanas de virulencia se aflojó la tensión entre la
presidenta Cristina Fernández y el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli.
CFK se mostró cerca del bonaerense y también emuló su comportamiento sobre el
terreno, lo que marca un cambio respecto a la conducta que tuvo en otros
episodios de crisis (el más cercano en el tiempo, la tragedia de Once hace poco
más de un año, cuando arreciaron, comprensiblemente, las críticas contra ella y
su equipo de gobierno). En esta oportunidad, CFK recorrió zonas afectadas,
habló con los vecinos y se expuso a ser criticada (algo que Scioli ya ha hecho
antes con eficacia, elemento que con frecuencia enerva al kirchnerismo de
“paladar negro”, perpetuos desconfiados del ex motonauta).
Según el consultor Ricardo
Rouvier, "Cristina adoptó
la actitud que la gente espera respecto de un gobernante en una situación
de este tipo". En la misma línea, Julio a Burdman, de Analytica, opinó
que "se planteó en la
sociedad una enorme demanda de presencia política, y ella esta vez
aprovechó para absorberla", en tanto que Diego Dillenberger evaluó que "parecía que ella iba a
repetir los errores de otros tiempos, sobre todo por su postura del
martes, cuando mantuvo en pie la cadena nacional por el tema Malvinas mientras
todo el país estaba pendiente de la inundación en Capital. Pero luego
reaccionó cuando se extendió el problema a La Plata. Entendió que esta
vez no podía cometer la equivocación de borrarse, posiblemente la hayan
advertido respecto de que en las redes sociales la gente la estaba criticando a
ella tanto como a Mauricio Macri".
CFK y Scioli, asimismo,
coincidieron en anunciar planes de asistencia a los damnificados y
mostraron cierta sinergia (el gobernador incluso compartió recorridos con la
ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner). Para Carlos Fara, "en esta
inundación, Scioli se mantuvo fiel a su estilo, tratando de pasar por
alto los conflictos (…) la población valora el hecho de que
los políticos estén in situ y, por eso, la imagen de Cristina no va a
verse perjudicada". Respecto a Alicia K, recibió reclamos y
cuestionamientos (tanto como otros funcionarios oficialistas); hay
quienes quisieron hacer una lectura política de su presencia en el terreno (ya
que se la menciona insistentemente como eventual candidata a diputada nacional
por la provincia de Buenos Aires en las elecciones de este año), pero hay que
tener en cuenta que este domingo Horacio Verbitsky (habitualmente bien
informado) afirmó que no competirá por no tener domicilio en ese distrito. De
ser así, sigue siendo una incógnita quién liderará la lista del FPV en esa
estratégica plaza (¿el ministro Florencio Randazzo? ¿un candidato “tapado”?). En
cualquier caso, una ruptura entre Scioli y CFK parece ahora un escenario todavía
más improbable que antes de la tragedia. Sin duda, el kirchnerismo necesita
hacer en Buenos Aires una gran elección, para compensar resultados
previsiblemente menos favorables en los otros distritos de alto peso electoral relativo a nivel país (como Capital Federal, Córdoba y Santa Fe).
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