La UCR, a su turno, reaccionó con virulencia (y “orgánicamente”) ante
el salto del intendente radical Gustavo Posse al PRO. Pero, a grandes rasgos, mantiene
irresuelta su tensión interna y la definición de una estrategia electoral entre, por un lado, los sectores más permeables a un acuerdo con el FAP (liderado por el socialismo); por otro,
quienes sostienen la necesidad de concurrir con listas propias este año (entre
ellos, el fallido ex precandidato presidencial Ernesto Sanz); y, finalmente, quienes por lo
bajo siguen fogoneando la carta de un frente con el PRO.
Sin embargo, contra esta última pretensión de algunos sectores internos, la
UCR avanzó en un acuerdo con la Coalición Cívica y Libres del Sur para
enfrentar en Capital Federal tanto al “oficialismo distrital” (que en esa plaza
electoral es el macrismo) como al “oficialismo nacional” (el FPV). El propósito
de este frente sería conformar una coalición con chances de constituirse en una
alternativa electoral competitiva; el cruce de dos vectores del mapa político
(en este caso, lo local y lo nacional) complica las chances de que el PRO
pudiera sostener alianzas con el radicalismo, aunque no es obstáculo para
captar (o cooptar) dirigentes aislados, como fue el caso de Posse. Ese
obstáculo no se presenta en distritos donde ambas fuerzas son sólo opositoras
al kirchnerismo (lo que no es el caso, ciertamente, de Capital Federal). Debilitada
y todo, con varios precandidatos pero ningún líder claro, la UCR sigue siendo
la fuerza política con mayor estructura nacional fuera del PJ (en sus diversas
variantes); en cambio, el socialismo y el PRO tienen referentes visibles al
interior de cada una de sus fuerzas (Hermes Binner y Mauricio Macri,
respectivamente) pero les falta despliegue territorial nacional.
Buscando superar esas limitaciones a través del armado político,
Macri sumó al ruralista Alfredo De
Angeli como candidato a senador nacional por Entre Ríos. En ese distrito, sí es
más factible sostener un frente donde confluyan, además del PRO, el PJ
disidente (Macri negocia con el ex gobernador del PJ no K, Sergio Busti), agrupaciones
vecinalistas y la UCR, dado que esa provincia es gobernada por el FPV (Sergio
Urribarri es uno de los dirigentes que ha sonado como probable candidato “tapado”
del FPV para 2015). La candidatura del ruralista también es una apuesta a reeditar
la electoralmente exitosa (pero efímera y cortoplacista) línea de conformar
listas con “agrodiputados”, lo cual puede cuajar en segmentos que hoy
manifiestan malestar respecto del kirchnerismo.
Sin embargo, no son movidas exentas de riesgo, dado que
las posturas sectoriales del ruralismo frecuentemente incurren en excesos
indigeribles para gran parte del electorado (como sucedió en los últimos días
con el discurso de productores rurales en una reunión de la Mesa de Enlace
llamando a hacer “desaparecer” al gobierno). Asimismo, la dificultad es poder
articular una propuesta política que vaya más allá de la defensa sectorial y
corporativa (algo que el mismo De Angeli puso de manifiesto, con su habitual
desparpajo, cuando, y en carácter de flamante candidato fogoneado por el PRO,
supeditó un voto suyo por Macri como presidente en el 2015 al análisis de la
propuesta del porteño para el campo). Con Miguel del Sel en Santa Fe y De Angeli en Entre Ríos, la
apuesta del macrismo es ganar en presencia nacional para superar así el corsé
de fuerza electoral exitosa pero confinada a un distrito (Capital Federal). Este
año, Entre Ríos elige 3 senadores y 5 diputados nacionales, y hasta el momento
las encuestas favorecerían al candidato del FPV, Mauro Urribarri (hijo del
actual gobernador).
Sin embargo, permanece irresuelta la estrategia final del PRO
en los dos distritos electorales de mayor peso. El caso de Capital Federal ya
fue reseñado en entradas anteriores, pero de alguna manera el predominio del macrismo
en esa plaza le da un colchón para seguir debatiendo en qué línea avanzar
("orgánica" con Gabriela Michetti candidata y cabeza de lista, o "aliancista" con el peronista Roberto
Lavagna como cabeza de lista). El problema es más serio en la provincia de Buenos
Aires, dado que gran parte de la elección (tanto las primarias, PASO, como las
generales de octubre) se resolverá allí. Las figuras que Macri impulsó en su momento
(Carlos Melconian y Guillermo Montenegro) no pasan el 5 por ciento de intención
de voto en las encuestas, poco para arrancar; y el jefe de gobierno porteño aún recela de Francisco
de Narváez, quien podría ser un aliado pero al que también ve como potencial
competidor, con juego propio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario