martes, 16 de abril de 2013

La oposición arma su juego (2)


La UCR, a su turno, reaccionó con virulencia (y “orgánicamente”) ante el salto del intendente radical Gustavo Posse al PRO. Pero, a grandes rasgos, mantiene irresuelta su tensión interna y la definición de una estrategia electoral entre, por un lado, los sectores más permeables a un acuerdo con el FAP (liderado por el socialismo); por otro, quienes sostienen la necesidad de concurrir con listas propias este año (entre ellos, el fallido ex precandidato presidencial Ernesto Sanz); y, finalmente, quienes por lo bajo siguen fogoneando la carta de un frente con el PRO.

Sin embargo, contra esta última pretensión de algunos sectores internos, la UCR avanzó en un acuerdo con la Coalición Cívica y Libres del Sur para enfrentar en Capital Federal tanto al “oficialismo distrital” (que en esa plaza electoral es el macrismo) como al “oficialismo nacional” (el FPV). El propósito de este frente sería conformar una coalición con chances de constituirse en una alternativa electoral competitiva; el cruce de dos vectores del mapa político (en este caso, lo local y lo nacional) complica las chances de que el PRO pudiera sostener alianzas con el radicalismo, aunque no es obstáculo para captar (o cooptar) dirigentes aislados, como fue el caso de Posse. Ese obstáculo no se presenta en distritos donde ambas fuerzas son sólo opositoras al kirchnerismo (lo que no es el caso, ciertamente, de Capital Federal). Debilitada y todo, con varios precandidatos pero ningún líder claro, la UCR sigue siendo la fuerza política con mayor estructura nacional fuera del PJ (en sus diversas variantes); en cambio, el socialismo y el PRO tienen referentes visibles al interior de cada una de sus fuerzas (Hermes Binner y Mauricio Macri, respectivamente) pero les falta despliegue territorial nacional.

Buscando superar esas limitaciones a través del armado político, Macri  sumó al ruralista Alfredo De Angeli como candidato a senador nacional por Entre Ríos. En ese distrito, sí es más factible sostener un frente donde confluyan, además del PRO, el PJ disidente (Macri negocia con el ex gobernador del PJ no K, Sergio Busti), agrupaciones vecinalistas y la UCR, dado que esa provincia es gobernada por el FPV (Sergio Urribarri es uno de los dirigentes que ha sonado como probable candidato “tapado” del FPV para 2015). La candidatura del ruralista también es una apuesta a reeditar la electoralmente exitosa (pero efímera y cortoplacista) línea de conformar listas con “agrodiputados”, lo cual puede cuajar en segmentos que hoy manifiestan malestar respecto del kirchnerismo. 

Sin embargo, no son movidas exentas de riesgo, dado que las posturas sectoriales del ruralismo frecuentemente incurren en excesos indigeribles para gran parte del electorado (como sucedió en los últimos días con el discurso de productores rurales en una reunión de la Mesa de Enlace llamando a hacer “desaparecer” al gobierno). Asimismo, la dificultad es poder articular una propuesta política que vaya más allá de la defensa sectorial y corporativa (algo que el mismo De Angeli puso de manifiesto, con su habitual desparpajo, cuando, y en carácter de flamante candidato fogoneado por el PRO, supeditó un voto suyo por Macri como presidente en el 2015 al análisis de la propuesta del porteño para el campo). Con Miguel del Sel en Santa Fe y De Angeli en Entre Ríos, la apuesta del macrismo es ganar en presencia nacional para superar así el corsé de fuerza electoral exitosa pero confinada a un distrito (Capital Federal). Este año, Entre Ríos elige 3 senadores y 5 diputados nacionales, y hasta el momento las encuestas favorecerían al candidato del FPV, Mauro Urribarri (hijo del actual gobernador). 

Sin embargo, permanece irresuelta la estrategia final del PRO en los dos distritos electorales de mayor peso. El caso de Capital Federal ya fue reseñado en entradas anteriores, pero de alguna manera el predominio del macrismo en esa plaza le da un colchón para seguir debatiendo en qué línea avanzar ("orgánica" con Gabriela Michetti candidata y cabeza de lista, o "aliancista" con el peronista Roberto Lavagna como cabeza de lista). El problema es más serio en la provincia de Buenos Aires, dado que gran parte de la elección (tanto las primarias, PASO, como las generales de octubre) se resolverá allí. Las figuras que Macri impulsó en su momento (Carlos Melconian y Guillermo Montenegro) no pasan el 5 por ciento de intención de voto en las encuestas, poco para arrancar; y el jefe de gobierno porteño aún recela de Francisco de Narváez, quien podría ser un aliado pero al que también ve como potencial competidor, con juego propio.  

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