Ahora que comienza a bajar la espuma
inmediatamente posterior a las PASO, se impone un análisis frío de un proceso
electoral que tuvo su primera parada el pasado domingo 11. Este período se abrió
con una tragedia (las inundaciones en Capital Federal y La Plata) y se cerró
con otra (la explosión en Rosario), y a su vez fue marcado por dos cacerolazos,
el multitudinario del 18 de abril y el muy menguado del 8 de agosto, justo
antes de las primarias.
¿Qué enlaza a estos cuatro hechos? Las
inundaciones de abril detonaron críticas a las gestiones de los gobiernos
involucrados (el de Capital Federal, el nacional, el provincial y el municipal
de La Plata), haciendo un paréntesis en la campaña de política agonal en la que
esos actores estaban sumidos (recordemos, por caso, el acercamiento CFK-Scioli
que siguió a esas tragedias); el estallido de Rosario, aun sin responsabilidad
política directa, tuvo un efecto expansivo mayor, precipitando el cierre de
campaña en todo el país y abriendo el paréntesis reflexivo previo a la catarsis
electoral del domingo 11. A su vez, el cacerolazo del 18 de abril puso de
manifiesto el malestar de amplias franjas sociales respecto del gobierno
nacional, centralmente (y subsidiariamente, respecto de otros actores
políticos), mientras que la debilidad del cacerolazo del jueves pasado obedeció
a su falta de timing: si la explosión de Rosario había generado,
razonablemente, el cierre anticipado de las campañas electorales, el malestar
que se supone se exterioriza en una protesta bien podía manifestarse tres días
después, a través del voto, sin necesidad de un cacerolazo que resultó extemporáneo, sino a contrapelo.
Ese malestar exige explicaciones mucho
más profundas que las que han salido a reducir desde el oficialismo, desde la
oposición y desde las columnas editoriales. Un repaso de los principales datos
abona este planteo: el FPV conserva la condición de fuerza más votada a nivel
nacional, con casi 27% (27,5% en
senadores y 26,3% en diputados), pero pierde alrededor entre 3 y 5 puntos (según
el arco de interpretaciones disponible) respecto de su anterior elección de
medio término, la del 2009, que era hasta este domingo la más baja performance
oficialista desde su llegada al poder. Por otro lado, las PASO no alumbraron un
liderazgo opositor aglutinante, toda vez que la segunda fuerza en diputados nacionales
(el Frente Renovador de Sergio Massa) sólo tiene fortaleza en provincia de
Buenos Aires, distrito donde triunfó por 5,4 puntos sobre el FPV, lo que lo posicionó
segundo como fuerza con la mitad de caudal que el FPV pero sin un despliegue
territorial comparable. Tercero se ubica el Frente Progresista liderado por Binner,
que hizo una gran elección en Santa Fe (con más de 40%) pero floja fuera de su
bastión, sobre todo para una fuerza con ambiciones de disputar la presidencia
en 2015 (apenas 8,27% de los votos nacionales), mientras que el radicalismo con
5,27% ocupa la cuarta posición y aún tiene mucho tramo que recorrer, y no puede
hacerlo solo si quiere disputar la presidencia en 2015.
En Senadores el panorama muestra una
fragmentación mayor aún, pues detrás del oficialismo asoma UNEN con 12%, fuerza
distrital que usó las PASO como una suerte de elección de lemas con éxito, pero
que todavía tiene que probar en octubre que las diversas expresiones que la
integraron hasta este domingo pueden converger en una única candidatura sin
merma de electores. Casi con el mismo porcentual (11,77%) aparece Unión PRO de
Mauricio Macri, que revalidó con esfuerzo su primera minoría en el distrito que
se supone bastión propio, la Capital Federal, y sumó algunos resultados
positivos en Santa Fe (con el 25% de Del Sel), Córdoba (con el 12% de Baldassi)
y Entre Ríos) con el 23,5% de De Ángeli), pero sigue sin armado propio en la
estratégica y decisiva provincia de Buenos Aires, donde acaba de brotarle, al
igual que sucedió en 2009 con Francisco de Narváez (ahora en baja), un potencial
competidor por la presidencia que apunta a segmentos de electores similares.
Nuevamente en este tramo, la UCR roza apenas el 5%.
Comparto el análisis de algo que no lo tenía en números pero lo presumía. El FPV cae en las provincias del norte en gran medida.
ResponderEliminarAhora, lo que me parece un poquito maquillado son los números de la UCR FAP. Si los tomamos por separado dan esos magros números. Ahora si sumamos a los dos partidos más la UNEN y el acuerdo cívico de provincia le va a dar que es la segunda fuerza a nivel nacional con alrededor de 18%, relegando al tercer puesto al frente renovador de Massa
Elemento destacado de la elección es el resultado del FIT
Saludos
Gracias por el aporte, Anónimo! Respecto a los números, son tal cual los reporta el sitio web de resultados. He visto notas donde suman todos los votos lineales como Ud dice y le dan hasta un 23% al panradicalismo, lo que me parece forzado; con el mismo criterio, el FPV más aliados debe rondar el 30%, con lo cual no se notaría tanto la merma del oficialismo. Preferí mantener los datos puros de cada sello: en octubre, veremos si los frentes en ciernes cuajan o no, y cuánto suman efectivamente. Después de todo, ese será el resultado final a tomar como parámetro de comparación y para distribuir bancas. Coincido en marcar la módica elección de la izquierda. Saludos!
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