En
la entrada anterior citábamos a CCR anticipando una mejora en el consumo que
coexistía con una aparente paradoja: los segmentos de más altos ingresos
valoran su situación individual, pero mantienen una mirada crítica respecto
al país en genera. Es decir, hay un “desenganche”, desacople o brecha (gap) entre la situación propia
(positiva) y la evaluación de la situación general (desfavorable). Planteábamos
como hipótesis que esa podía ser otra clave del actual malestar, que tiene
tanto una expresión política (merma del voto oficialista en las elecciones
primarias de agosto) como en el consumo.
De alguna manera, la premisa es un nivel de actividad más dinámico que en 2012, pero menos
tonificado que en 2010-2011, período en el que el kirchnerismo cimentó su
resonante triunfo en las últimas elecciones presidenciales. Sin
embargo, existe controversia en lo relativo a la actividad económica, ya que según fuentes oficiales (Indec) creció 5,8% en el primer semestre del año, cálculo que casi duplica a lo estimado por analistas privados. Evidentemente, los efectos en la economía doméstica de una actividad creciendo casi al 6%
interanual no son los mismos que los de un incremento que ronda el 3%.
Asimismo, esa sensible diferencia se profundiza si tenemos en cuenta que la economía doméstica de los argentinos está
atravesada por el fenómeno de la inflación, donde claramente las percepciones
de la población distan mucho de los cálculos oficiales. Los argentinos esperan
una inflación del 30% (calculado según la mediana, estadístico no distorsionado
por los valores extremos) para los próximos doce meses, a pesar de cierta
desaceleración en el alza de precios que los propios consumidores reconocen en
lo que va del año, según un estudio de la Universidad Di Tella. Como
sucede usualmente, el promedio esperado es aún mayor en la Encuesta de
Expectativas de Inflación (EI) realizada por el Centro de
Investigación en Finanzas (CIF) de la Escuela de Negocios de esa universidad: las expectativas de inflación aumentan 1,4
puntos porcentuales con respecto al mes anterior y se ubican en 32,8% (media
aritmética). El índice se obtiene de los
resultados de una encuesta mensual de 1.200 casos realizada en todo el país por Poliarquía para el CIF.
Guido Sandleris,
director del Centro de Investigación en Finanzas de la UTDT, indicó que las
expectativas de inflación se han mantenido prácticamente sin cambios desde
marzo de 2012. Mientras
que para los sectores de ingresos altos la inflación esperada se ubica en 31,4%
(casi sin cambios con respecto a agosto), el especialista indicó también que se
observa un "fuerte aumento" en las expectativas de inflación para los
próximos doce meses de los sectores de ingresos bajos, que ahora esperan una
inflación de 36,2% (4,5 puntos porcentuales por arriba de agosto). Este es un
dato clave, dado que este segmento venía siendo uno de los sostenes electorales
del oficialismo: si el mismo sufre más la inflación (así sucede, al menos
perceptivamente, y la percepción es lo que cuenta a este nivel, por fuera
de las disputas técnicas en materia estadística) es lógico que merme su
acompañamiento al kirchnerismo.
Esto
puede suceder incluso aunque la inflación medida por fuentes no oficiales se
desacelere un tanto: según el titular de
Consumidores Libres, Héctor Polino, los precios de la canasta básica
"se han desacelerado" y vienen creciendo unos 5 puntos menos que en
el mismo período del año pasado: "hay
una desaceleración en el aumento de precios de un 5 por ciento interanual", sostuvo
recientemente el representante de consumidores, señalando que en los
relevamientos de precios que viene haciendo de 38 productos de la canasta
básica hubo un aumento del 11,8% en lo que va del año. A criterio de
Polino, esa desaceleración es consecuencia del acuerdo de precios que impulsó
el Gobierno nacional con las grandes cadenas de supermercados y los comercios
chinos en abril pasado: "no
hubo un congelamiento de precios, pero sí una desaceleración en los porcentajes
de aumentos que se venían registrando en los meses anteriores" al
acuerdo, admitió el exdiputado nacional. Sin embargo, evidentemente la población
no llega a percibir ese “alivio” relativo: lejos de percibir desaceleración, las expectativas sobre la inflación para
los próximos doce meses siguen muy arriba, condicionando el comportamiento de
consumo y traduciéndose en actitud electoral desfavorable al gobierno nacional.
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