martes, 10 de junio de 2014

La sucesión en el oficialismo (1)

En cualquier proceso político-electoral, una clave estratégica es identificar hacia dónde tiende la corriente dominante de la opinión pública: ¿tiende hacia la continuidad o al cambio? ¿La gestión vigente, tiene más razones para ser premiada o para ser castigada? ¿Es una gestión nueva o ya lleva varios mandatos? ¿Se la percibe agotada o tiene capacidad de renovar el crédito social? Si existe demanda de cambio, ¿es posible que admita continuidad con cambio (es decir, que la misma gestión o un candidato oficialista realice alguno de los cambios que se reclaman), o es una demanda que está apuntando a un cambio del signo político del gobierno? La demanda de cambio, ¿atañe a aspectos profundos o accesorios de la gestión? ¿Hace a la forma o al fondo? ¿Se reclama un cambio de estilo, de entorno, de equipo, o del gobernante?

Cuando la demanda de cambio es fuerte y sustantiva –es decir, cuando no sólo involucra cuestiones de forma sino también de fondo, o en otros términos, no sólo cambios de estilo sino también de sustancia- crecen las chances de los candidatos opositores, y el que mejor canalice esa demanda de cambio (es decir, aparezca en términos perceptivos como el dirigente en mejores condiciones para producirlo).  En síntesis, gana aquel que sepa encarnar el cambio más y mejor que ningún otro.  

Por el contrario, cuando existe una demanda de cambio pero parcial y no del todo madura, los candidatos del oficialismo pueden trabajar la idea de que es posible hacer el cambio desde la continuidad; es decir, porque desde la experiencia de gobierno se pueden introducir las correcciones necesarias, mejorar lo que haya que mejorar o hacer los cambios positivos que se reclaman manteniendo lo bueno, o porque es el único en condiciones reales de producir el cambio debido a sus recursos, experiencia, inteligencia, conocimiento de la realidad, entre otros atributos.  Si el candidato pertenece al oficialismo pero no va a la reelección, entonces puede explotar la idea de que es “lo nuevo” dentro de “lo conocido”, reforzando la idea de la continuidad con cambio y tratando de evitar que el candidato opositor se encarame en una ola de cambio en formación (es decir, apropiarse del concepto de cambio y transformarlo en recambio o continuidad con cambio, arrebatarlo como bandera antes de que la oposición lo encarne). 

Si uno aplica el análisis estratégico de los párrafos anteriores a la coyuntura y tendencias actuales, deviene evidente cuál es la estrategia de Scioli: heredar el poder del kirchnerismo desde la propuesta de “continuidad con cambio”. La premisa del gobernador bonaerense es que el tránsito del gobierno de acá al 2015 llevará al electorado a elegir un cóctel entre la continuidad y el cambio (representado por él mismo), más que un cambio neto (Sergio Massa, Mauricio Macri, alguno de los candidatos del FAU como Hermes Binner, Julio Cobos, Elisa Carrió o, con menos chances, Ernesto Sanz o “Pino” Solanas) o una continuidad neta (Sergio Urribarri, Agustín Rossi, Aníbal Fernández, Julio Domínguez o, con matices, Florencio Randazzo). 

Si el kirchnerismo estuviera en una etapa más temprana de su desarrollo, podría imponer candidatos de la pura continuidad (como fue el pase de Néstor Kirchner a Cristina Fernández en 2007, y la reelección de CFK en 2011). Ahora, con un oficialismo más desgastado, pero aún dominante electoralmente, crecen las chances de los candidatos “desafiantes” dentro del oficialismo, es decir, aquellos que imponen una impronta o matices diferenciales respecto del “purismo” kirchnerista. Por mucho que se escandalice o intenten patear el tablero los intelectuales de Carta Abierta, es por esos matices diferenciales (en moderación, estilo, discurso) que fue Scioli, y no otro, la cabeza visible de la campaña K en la estratégica provincia de Buenos Aires en las legislativas de 2013, y que Martín Insaurralde, y no otro, estuviera al tope de la lista de diputados nacionales en ese distrito para dicha contienda electoral.

3 comentarios:

  1. En esta nota se puede apreciar el panorama a las elecciones de 2015. Especialmente en este caso se trata del partido oficialista y la manera en que va tejiendo sus alianzas preparándose para enfrentar dichas elecciones. Se basa en la opinión pública que tienen los votantes sobre la figura política representante del partido K. Y esto se puede relacionar con la teoría de espiral de silencio, en donde todos los ciudadanos por miedo a sentirse aislados siguen una corriente, aunque no siempre va ser la dominante ya que algunos defienden su postura.
    En este período pre electoral se está midiendo la postura de los ciudadanos frente a los nuevos candidatos que va a proponer este partido. Es decir, se sabe que la actual presidente no se puede volver a postular, por lo que se busca una nueva persona que defienda el partido y lidere con la bandera del kirchnerismo. Hasta el momento ese personaje estaría protagonizado por Daniel Scioli. Entonces de esta manera apuntan, como dice el análisis, a “lo nuevo” dentro de “ lo conocido”. Si llegan a ganar las elecciones, intentarán corregir los errores y apuntan a que sus propuestas sean mejores que las de los opositores. Esta aclaración parece obvia, sin embargo vale la pena resaltarla debido a que el oficialismo lo que va intentar hacer es demostrar no solo que su idea y comportamiento político es el adecuado para comandar un país, sino también que es más conveniente para la sociedad que continúe esa misma línea política que hace desde el 2003 gobierna la Argentina.
    No obstante, este panorama es muy confuso ya que todavía no se pueden determinar a quien votarán los individuos. A menos de un año de las elecciones, nombres de candidatos van sonando, se realizan encuestas utilizando ese método cuantitativo para evaluar lo que piensan de cada uno , o sea saber la intención de voto. Confeccionadas de manera propagandista y estratégica. Aquí los medios de comunicación juegan un rol fundamental porque como sociedad nos guiamos por lo que tratan en la radio, tv, diarios, redes sociales, entre otras. Por ejemplo en el programa de Showmach cuando aparecen imitaciones a los políticos, aunque algunos lo tomen como algo inútil, es una de las formas en que los postulantes se hacen conocidos, en especial para aquellos que no le interesa la política, pero si ven televisión a la hora de votar puede influir o no lo ocurrido en ese programa, es como una forma más entretenida para llegar al público. (Puede beneficiar o perjudicar a un candidato, depende de lo que haya detrás de eso). Por lo tanto, la información que sale a la luz recae en esas consultoras encargadas de realizar y recolectar los datos sobre un candidato, cada una tiene su propio objetivo e interés para comunicar y difundir.
    Si bien no falta mucho, predecir quien va ser el ganador de estas elecciones sería muy apresurado. Muchos votantes están un poco indecisos al no saber a quién votar, produciéndose el “efecto del carro ganador”. Otro factor que interviene es el modelo de voto, puede ser psicológico o sociológico, estos se encuentran vinculados y son primordiales a la hora de hacer una comparación o un estudio con respecto a la manera en que sufragarán los argentinos.
    Por eso las palabras “cambio” o “renovación” resumirían todo este clima de opinión que se vive día tras día antes de las elecciones. Por un lado, están esos claros opositores que van a votar en busca de un cambio total del gobierno, es decir, esperando un nuevo partido político y dejando atrás al Kirchenerismo. Por el otro, aquellos asociados a la renovación del estado pero continuando con la ideología que dirige el país.



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    1. A. Gracias por su aporte, Pía. Apunto algo: ponés "Confeccionadas de manera propagandista y estratégica", te faltó el uso de diagnóstico, que es el más basico. Saludos!

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  2. Joaquín Pinelle

    En función del planteo del artículo se podrían realizar distintos tipos de encuestas que permitan un análisis profundo de la situación del modelo K. Por un lado, se podría realizar una encuesta para ver la adhesión que existe actualmente al kirchnerismo, o, en un sentido más amplio, focalizar el análisis directamente en los representantes de los distintos sectores políticos que se presentarán en las elecciones.
    Para utilizar esta técnica de medición cuantitativa rige el principio de regularidad estadística que conlleva la representatividad muestral y la alta estabilidad de la población a analizar.
    El análisis estará basado en los grandes puntos demográficos del país como son Capital Federal, Gran Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, algún punto del norte (Tucumán) y otro del sur.
    Lógicamente que el análisis dependerá de la cantidad de unidades de medición que se tomen y eso marcará su representatividad y el coeficiente de error muestral que existirá. Pero si se trata de una encuesta normal, será una muestra fiable para tener un parámetro claro de la situación política del país.

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