lunes, 23 de noviembre de 2015

De un “too close to call” a otro: 2,9 puntos el 25-O, 2,8 el 22-N (1)

Decíamos en una de las primeras entradas posteriores al 25 de octubre que, para analizar un ballotage inédito en la política argentina (el primero que se concreta desde la reforma constitucional de 1994) había que partir de las enseñanzas que dejaban los ballotages regionales y lo que nos aporta la estadística aplicada al comportamiento electoral. Los repasemos:  1) la incidencia de la covarianza, clave para ponderar las diferencias  -sobre todo a la luz de la experiencia reciente de la segunda vuelta porteña- 2) cada contrincante va a segunda vuelta manteniendo, de mínima, el caudal que obtuvo en primera. Por ello, una buena aproximación alternativa para pronosticar el ballotage fue no quedarnos con la intención de voto reportada por las encuestas, sino tomar los votos efectivos de Daniel Scioli y Mauricio Macri el 25-O y sumarles la distribución de los votos de los candidatos que quedaron fuera del ballotage. 

Con los resultados de anoche, podemos decir con satisfacción que nuestro ensayo resultó mucho más exitoso que todas las encuestas revisadas desde el 25-O hasta ayer considerando la variable de intención de voto. Pruebas al canto: decíamos la semana pasada que la diferencia entre Macri y Scioli en las últimas 7 encuestas iba de un mínimo de 7,6 puntos (Jorge Giacobbe) a un máximo de 16 puntos (consultora Wonder, de Carolina Yelatti). Ipsos y Polldata reportaban diferencias en torno a 12 puntos, González y Valladares entre 10 y 11, en tanto que Elypsis la ubicaba más cerca del mínimo de Giacobbe (8,8 puntos). Es decir, todas esas mediciones subestimaron a Scioli y sobreestimaron a Macri. La mejor aproximación relativa fue la de Giacobbe, que arrojó 53,8% para Macri (obtuvo 51,4%, una sobreestimación de +2,4 puntos porcentuales) y 46,2% para Scioli (alcanzó 48,6%, subestimado en 2,4; aquí vemos el efecto práctico de la covarianza en un escenario de sólo dos candidatos).  Todas las demás mediciones erraron por encima del error muestral. 

¿Por qué funcionó mejor nuestra aproximación basada no en tomar la intención de voto lineal que arrojaban las  encuestas sino la de partir del caudal obtenido por Scioli y Macri en primera vuelta y asignarles las proporciones relativas que capturan de los candidatos que quedaron fuera? Porque casi todas las encuestas pos-25 O fueron vulnerables al “momentum” favorable a la oposición, es decir a Macri. Esto hizo que en las encuestas de intención de voto los electores favorables a quien salió mejor parado de la primera vuelta (Macri, pese a haber quedado 3 puntos detrás de Scioli) reporten su voto de una manera más franca que aquellos electores más inclinados hacia el candidato que quedó peor parado (Scioli, el ganador que parecía haber perdido). Eso hacía que en algunas encuestas pareciera incluso que el candidato del FPV perdía votos respecto a la elección de octubre (algo insostenible, como dijimos cuando analizamos la encuesta de Elypsis que apuntaba eso como dato; y acertamos). 

Como escribimos oportunamente, esta alternativo de cálculo ya había ajustado muy bien los resultados en algunas elecciones en las cuales las encuestas previas implicaban desvíos del escrutinio en el voto declarado, que se corrigieron al estimar por el método de voto anterior ensayado en el blog. No había más que revisar las enseñanzas de otros ballotages en la región (y recordar el antecedente porteño) para estimar que sucedería lo que ayer sucedió: una elección apretada. La hipótesis construida sobre los ballotages en la región decía que, cuando en la primera vuelta la diferencia es menor a 3 puntos, el resultado es reversible (Scioli en primera, Macri en segunda), pero la probabilidad matemática es del 50% para ambos (resultado de 51,4% a 48,6%, o sea, no abultado; la imagen de arriba es un poco anterior al cierre de escrutinio con 99,17% de los votos). 

Por ello, la mejor aproximación de todas las que ensayamos en el blog fue la construida a partir de la primera encuesta pos-25 O, la de González y Valladares, pero no a partir de la intención de voto que arrojaba ese sondeo (le daba 50,5 a 45,5, es decir, 4,5 puntos porcentuales de ventaja) sino sumando al caudal de Scioli y Macri la captura relativa de electores de candidatos que habían quedado fuera del ballotage. Con ese método, el resultado era 48,4% para Scioli y 51,6% para Macri, idéntico al ballotage porteño. El resultado de ayer fue 48,6% a 51,4%: apenas 2 décimas de desvío. Se dice que, cuando Pitágoras confirmó la exactitud de su teorema, ofrendó 100 bueyes a la Musa; en lugar de eso, nosotros enviamos un afectuoso saludo a todos los lectores del blog, algunos de los cuales en estas intensas semanas coincidieron con nuestra apreciación de que el resultado sería apretado. Vale también nuestro agradecimiento a todos los que nos honraron con su visita, aunque desconfiaron de nuestra aproximación alternativa (o la sospecharon sesgada) y creyeron más en las encuestas que arrojaban diferencias abultadas entre ambos (erradas, como se probó ayer). Esperamos que todos sigan participando en este blog.

2 comentarios:

  1. Después de realizarse las elecciones presidenciales por Ballotage que concluyeran proclamando ganador a Macri sobre el candidato del FPV Scioli en una elección sumamente ajustada , apretada, con tan solo 2,8% de diferencia porcentual al momento de tener escrutadas el 99,17% de las mesas en todo el país.
    Este resultado electoral, demuestra lo acertado que resultó seguir el método de la aproximación alternativa para pronosticar el ballotage y el error cometido por la mayoría de los encuestadores de pronosticar en base a la intención de voto reportada por las encuestas, en vez de tomar, como dato fundamental los votos efectivos obtenidos por Macri y Scioli el 25 de Octubre y de sumarles la distribución relativa de los votos obtenidos por los candidatos que quedaron fuera del Ballotage.
    Para pronosticar una buena aproximación alternativa fue preciso considerar las enseñanzas que dejaron los ballotages regionales (ya que nivel nacional, el ballotage del 22 de noviembre fue una experiencia inédita desde la Reforma de la Constitución de 1994), el ballotage porteño , por ejemplo, y revisar el comportamiento electoral desde la estadística y con ayuda de un valor clave , la COVARIANZA, que es el valor que indica el grado de variación conjunta de dos variables aleatorias.
    La Premisa de este Método: Debía mantenerse en segunda vuelta como mínimo el caudal obtenido por cada candidato en primera.
    Las últimas siete encuestas desarrolladas desde el 25 de octubre hasta la veda electoral, basándose las mismas en la variable de intención de voto arrojaron diferencias entre Macri y Scioli que iban de un mínimo de 7,6 puntos( Jorge Giacobbe) a un máximo de 16 puntos ( Consultora Wonder). En el medio IPSOS Y POLLDATA reportaban diferencias de alrededor de 12 puntos, Gonzalez y Valladares , entre 10 y 11 puntos, Elypsis de 8,8. Todas ellas sobreestimaron a Macri y subestimaron a Scioli.
    De todas ellas, la de Giacobbe fue la que siguiendo la intención de voto arrojada en las encuestas, se acercó al resultado efectivamente alcanzado ayer en las Elecciones, pero con desvíos tanto positivos como negativos de un 2,4 punto porcentual. Las restantes mediciones erraron por encima del error muestral.
    Si analizamos el por qué del éxito del método de la aproximación alternativa y el fracaso obtenido por aquellos pronósticos basados en la intención de voto lineal que arrojaran las encuestas, se puede concluir que después del 25 de Octubre , aun habiendo resultado ganador Scioli con 3 puntos por encima de Macri , la lectura resultante indicaba que Macri , junto con Massa , Stolbizer, del Caño, representaban en conjunto “ el Momentun de la Oposicion” , los electores que no eligieron a Scioli como continuador del Modelo Kirchnerista, eligieron entre las restantes fuerzas como expresión de una voluntad distinta. Scioli se mostraba en primera vuelta como el “ganador que parecía haber perdido”. Eso hacía, que en algunas encuestas de cara al Ballotage incluso pareciera que Scioli perdía votos respecto de las elecciones de Octubre, algo que quedo demostrado resulto insostenible.
    Había que partir como mínimo del caudal obtenido por los dos contrincantes en primera vuelta y estimar la distribución relativa de los votos obtenidos por los que quedaron fuera del ballotage, previendo además una probable participación electoral mayor en segunda vuelta, lo que puede polarizar aun mas los resultados dando lugar a una elección más competitiva , como finalmente ocurrió.

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  2. Hola Celeste, muchas gracias por tu aporte al blog, saludos!

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