miércoles, 18 de abril de 2018

2019, entre la política y los efectos socioeconómicos de gestión

En los posts anteriores analizamos antecedentes y fundamentos relativos a porqué las tendencias de la opinión pública y la dinámica electoral de cara al 2019 favorecen un escenario de polarización (con un oficialismo, Cambiemos,  como primera minoría neta y una representación opositora concentrada en torno a una fuerza central, Unidad Ciudadana) más que uno de dispersión. Dijimos que el resultado electoral general, los desplazamientos de votos entre las PASO y las generales y hasta los vaivenes de la coyuntura favorecen esa dinámica polarizadora. Esto, por supuesto, no implica que el reordenamiento del espacio pan-justicialista termine estructurándose de manera inexorable en torno a Unidad Ciudadana ni a CFK, pues las tácticas y estrategias al interior de ese espacio también articularán ese reordenamiento. Lo que planteamos es que el plexo preexistente de tendencias, en términos de volumen electoral y percepción, favorece la consolidación de UC como polo opositor, muy por encima del massismo y del peronismo anti-K. Aun así, esas otras expresiones del espacio pan-PJ podrían sostenerse hacia el 2019, generando así una oferta política fragmentada que favorezca la reelección de Mauricio Macri (o bien un recambio dentro de Cambiemos, con otra figura, si la del presidente Mauricio Macri llegara muy desgastada). 

Como planteamos, las chances del peronismo no K para disputar la representación opositora dependen centralmente de que CFK salga del escenario: con ella compitiendo, Unidad Ciudadana alcanza el 28,2%% de la preferencia electoral y deja al frente entre Sergio Massa y los gobernadores anti-K con un magro 12,2% (es decir, menos de la mitad que la fuerza de la ex presidenta). Más aún, UC podría escalar hasta el 32% sumando el 3,8% de Alberto Rodríguez Saá, aliado de CFK desde el 2017 y nítido opositor a Cambiemos (al punto de sonar incluso como candidato alternativo del frente UC). Sólo con la salida de Cristina Fernández de la competencia el peronismo no K con Massa logra proyectarse al 20,2%, guarismo que está cerca del techo logrado por el tigrense en la primera vuelta del 2015 (21,39%). Y acá aparece otra diferencia sustantiva entre CFK y el peronismo no K aliado al massismo: mientras este último frente depende de un hecho de la oferta política (que CFK no juegue, por la razón que sea) la ex presidenta, al contar con un volumen político mayor (28% a 12% en la encuesta de Haime y 25% a 9% en las urnas del 2017) podría encarar una campaña que interpele directamente a los electores que busquen una representación opositora frente a Cambiemos, sin tener que acordar con una dirigencia que la viene rechazando: es decir, apelar a los electores sin pasar por los referentes del peronismo anti-K. 


Una campaña en esa línea resultaría asertiva en un contexto socioeconómico de crisis o de malestar igual o mayor al que es visible hoy: según la última encuesta de la consultora Query, al evaluar su situación económica personal el 55% de los argentinos adultos considera que "se encuentra peor" que hace un año, mientras que el 42% de los consultados cree que la situación "se agravará" aún más el año próximo, cuando Cambiemos buscaría retener el poder (ver datos arriba; click para agrandar). En la misma línea, al 49% no le alcanzan los ingresos familiares para cubrir los gastos del hogar. La persistencia en el tiempo de esas circunstancias (mala calificación del presente y mala expectativa a futuro) reforzaría a una oposición más nítida frente a Cambiemos. En escala micro, la masiva movilización del 21 de febrero pasado encabezada por Hugo Moyano puso de manifiesto que existe un caldo de cultivo opositor lo suficientemente fuerte como para superar las resistencias que genera la figura del camionero. En esa marcha se movilizaron espontáneamente afiliados a sindicatos cuyos referentes no participaron de la protesta o se bajaron en los últimos días, y también sectores no sindicalizados; por ello, decimos que una campaña de UC para engrosar su participación como principal fuerza opositora debería ser asertiva y sin intermediaciones, apelando directamente al elector (la demanda política) sin esperar que el PJ no K (la oferta) esté dispuesto a acordar con CFK. 

Con todo, este análisis estaría incompleto si no recordamos la premisa central según la cual, a mediano y largo plazo, son los efectos socioeconómicos los que construyen las tendencias de opinión pública (tesis del consultor Carlos Fara que hacemos propia). Esta resulta más que pertinente si volvemos sobre la tesis que citamos recientemente de Rodrigo Zarazaga (experto en la pobreza del GBA), según la cual existe una fractura en las bases populares que afecta al voto peronista, en rigor una doble escisión: arriba, entre sus dirigentes (la oferta político-electoral) y abajo, entre sus votantes tradicionales (electores, demanda política). Esa fractura social entre los electores con ocupación formal y un mayor horizonte aspiracional y los que dependen de trabajos precarios y planes de asistencia se viene expresando, según Zarazaga, en la fragmentación del espacio pan-justicialista en sus diversas expresiones (kirchnerismo/Unidad Ciudadana/aliados y afines, por un lado, y peronismo no K y massismo, por otro). En ese marco, si la dinámica favorece la unificación de la oferta electoral opositora alrededor de una fuerza predominante (UC y aliados), un contexto de crisis manifiesta podría difuminar la fractura entre electores con ocupación más formal y electores precarizados, contribuyendo también a agrupar los electores que antes se encontraban dispersos. Lo que es difícil de estimar hoy es la magnitud de crisis en la cual podría eso expresarse con claridad: en los dos años de gobierno de Cambiemos, según estudios nacionales de la consultora Delfos, 5 puntos de la población cayeron de la clase media a la baja superior (el C3 pasó del 30% al 25% y la D1 del 31% al 36%): esto es, 1.659.684 personas en el total país vieron un empeoramiento de su situación. Esto implica un deterioro relativo consistente con el programa “gradualista” de Cambiemos. Se ve un efecto de goteo o “derrame” inverso al pregonado por el oficialismo, de movilidad descendente en lugar de ascendente, pero más gradual que otra cosa. 

2 comentarios:

  1. La utilidad de las encuestas en la predicción del voto. La segunda vuelta de Argentina 2015.
    http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2448-49112016000200073

    Pensas que se podria realizar algo similar, por lo menos ver los ns/nc o indecisos que imagen tienen de los supuestos candidatos.

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  2. ¡Hola Anónimo, gracias por la lectura! Ya leeré lo que aportas. Respecto al ballotage del 2015, en este blog tuvimos una muy buena aproximación al resultado, si te interesa podés ver en el buscador. ¡Saludos!

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