Como planteamos en el posteo anterior, tanto la dinámica al interior de la coalición que será oficialismo desde el 10 de diciembre (Frente de Todos) y al interior de la que será oposición (Juntos por el Cambio) como la relación entre ambas resultan claves para la consolidación del diseño "ditelliano" que emergió del resultado del 27-O. Si ambos frentes se comportan de manera que se refuerce la institucionalidad, tanto más probable será que la política nacional gane dosis de componentes "arquitectónicos" a costa del componente "agonal" que tradicionalmente ha predominado en la historia argentina (en parte, por herencia de la larga serie de interrupciones en la trayectoria democrática). Esto es un imperativo en un momento en el que en Latinoamérica han vuelto los golpes de Estado, como lo muestra el caso Bolivia. Que oficialismo y oposición procesen sus diferencias de manera institucional sería un nuevo logro para la democracia argentina recuperada en 1983, que ha demostrado suficiente madurez para generar dos cambios de signo político en la presidencia en apenas 4 años (2015 y 2019), confirmando así otra de las condiciones del sistema: la posibilidad de alternancia en el poder.
En este marco, estudios recientes sugieren que el electorado argentino viene ganando madurez en este tema. De acuerdo al estudio realizado por la consultora D`Alessio IROL/Berensztein que venimos citando, un 39% de los argentinos considera que tanto el gobierno actual de Mauricio Macri como el gobierno electo de Alberto Fernández son responsables de que haya una transición ordenada hasta el 10 de diciembre; por otro lado, un 29% le asigna responsabilidad exclusiva al gobierno actual, y un 21% no exclusiva, pero sí predominante (ver datos arriba; click para agrandar). Entre los votantes del Frente de Todos, la asignación de responsabilidad es mayoritaria respecto al gobierno actual, mientras que entre los electores de Juntos por el Cambio pesa más la responsabilidad compartida.
Otro tema clave para la gestión del gobierno que viene y el desempeño de la futura oposición es el manejo de la agenda pública. La consultora Marketing & Estadística (M&E) realizó entre el 6 y 11 de noviembre un relevamiento online de 1.241 casos, con un margen de error muestral de +/- 2,78%. Uno de los temas que indagó el estudio es la percepción sobre cuáles son los principales problemas entre los argentinos. A nivel general, trabajo/empleo/desempleo rozan el 50% de las respuestas, mientras que inflación supera el 40%; luego, hay 4 temas que se disputan el tercer lugar, con entre el 29% y el 27% de las menciones (corrupción, endeudamiento, sistema judicial y seguridad/inseguridad). Cerca de ellos aparece aumento de tarifas y sistema educativo, ambos con 20% o más (ver datos arriba, click para agrandar).
Sin embargo, cuando el análisis se hace al interior de los votantes de cada polo, el panorama cambia sensiblemente: entre los del Frente de Todos claramente ponderan más alto los issues socioeconómicos (trabajo/empleo/desempleo; inflación; endeudamiento; aumento de tarifas), llegando a ocupar los primeros 4 lugares de la lista, y el primero de ellos alcanza el 63% de las menciones (ver datos arriba; click para agrandar). En contraste, entre los electores de Juntos por el Cambio, dos issues institucionales ocupan 2 de los primeros 4 lugares, y corrupción supera el 50% de las menciones. Recién en tercer lugar, con casi 40%, aparece el tema inflación, mientras que los ligados al empleo apenas llegan al 30% (ver datos abajo; click para agrandar). Así, la agenda percibida de problemas es una de las dimensiones de la opinión pública en las que se trasluce con claridad el peso de "la grieta" entre sus respectivos electorados.
Esto confirma que los votantes de Alberto Fernández están más movilizados por el malestar socioeconómico y la crisis generados como efecto de la gestión Cambiemos, mientras que los de Mauricio Macri son más sensibles a la agenda mediática. El mayor punto de contacto entre ambas agendas es la inflación: 44% para los votantes del Frente de Todos y 39% para los de Juntos por el Cambio, una brecha de 5 puntos porcentuales que no resulta estadísticamente significativa. Esto sugiere que un acierto del gobierno electo en esa materia sería fuertemente asertivo, ya que le rendiría tanto para fidelizar a los votantes "propios" como para impactar a quienes eligieron a Macri.
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