Revisamos en el posteo anterior datos y análisis que mostraban la erosión de la marca Cambiemos y de sus referentes. Nuestra lectura interpretativa es que ese desgaste es resultado del malestar socioeconómico manifiesto generado por la gestión del oficialismo. Esto perfila un escenario con pesimismo socioeconómico y escepticismo político. ¿Por qué decimos escepticismo político? Porque el gobierno está en crisis, pero la misma no puede considerarse terminal: cayó la imagen, la aprobación y las expectativas en Cambiemos y sus referentes, pero aún no hay una crisis manifiesta de gobernabilidad, lo que es característico del pesimismo. Según Management & Fit, la gestión del presidente Mauricio Macri tiene una aprobación del 35,1% y una desaprobación del casi el 55% (ver datos arriba; click para agrandar). Entre quienes lo votaron en la primera vuelta del 2015 tiene un apoyo aún mayoritario (55%), pero entre los votantes de Sergio Massa, buena parte de los cuales se inclinaron en el ballotage por Cambiemos frente al FPV, la desaprobación roza el 59%. Por supuesto, entre los votantes de Daniel Scioli la desaprobación trepa al 86%. Es decir, el oficialismo se está desgastando al punto en que su consenso se repliega cada vez más sobre su núcleo duro, por debajo del 42% obtenido en 2017 e insuficiente de cara al turno electoral del 2019.
En este marco, el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) del mes de mayo descendió 6% con respecto a abril, lo que implica la peor medición de la gestión de Mauricio Macri en la serie evolutiva desde que asumió el cargo a fines de 2015. Según el informe de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), el registro de mayo fue de 1,94 puntos, lo que significa una caída del 6% respecto de abril (2,07). "Se trata del menor nivel registrado durante la administración de Mauricio Macri. En términos interanuales la caída fue de 23%", agrega el estudio. Dato clave: el actual nivel de confianza en el gobierno de Macri supera apenas por 0,14 puntos al valor observado en el último mes de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner. El ICG se mide en una escala de 0 a 5. La encuesta es realizada por Poliarquía Consultores, sobre el universo de población general mayor de 18 años residente en ciudades de más de 10 mil habitantes y una muestra de 1.202 casos en 40 localidades de todo el país. Este relevamiento telefónico en particular se efectuó entre el 4 y el 15 de mayo de 2018.
"El ICG de mayo profundiza la tendencia negativa que predominó durante el último semestre y que llevó al ICG de 2,97 puntos en noviembre de 2017 a 1,94 en mayo de 2018. Un caída de 35%", agrega el informe. "Es importante notar que, más allá de los hechos notados en los meses previos que afectaron negativamente la confianza en el Gobierno (denuncias de corrupción y/o conflicto de intereses, reforma previsional y laboral, aumento de tarifas, escalada inflacionaria), la última medición se realizó en el contexto de la reciente crisis cambiaria que depreció la moneda nacional en un 20% respecto al dólar", apunta el documento. El descenso se replica en la mayoría de los subíndices que se utilizan para conformar el ICG. La mayor caída se verificó en "Evaluación general del gobierno" (con un valor de 1,39 puntos), que sufrió un descenso de 15%. Según el estudio, el valor más alto del ICG se da en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2,18), bastión del PRO, pero aún allí muestra un descenso de 13% respecto del mes anterior. En el interior del país (2,08) sufrió una caída de 3% respecto a abril. "Por último, en el Gran Buenos Aires (1,58), región en que la confianza en el gobierno ha sido menor a lo largo de todo el gobierno de Macri, hubo un descenso de 10% respecto al mes anterior", cierra el informe.
El gobierno está en crisis, pero no está terminado en términos de opinión pública. Aún puede retomar la iniciativa y tratar al menos de paliar el malestar socioeconómico dominante hoy para frenar el desgaste, condición mínima a partir de la cual puede pensar en una recuperación. Pero si no lo logra, la crisis escalará: lo que estamos viendo se aproxima al enfoque gramsciano de crisis, entendida como el proceso histórico en la que “lo nuevo no acaba de nacer, y lo viejo no termina de morir”. Como apunta el consultor Carlos De Angelis, “la gran pregunta que surge tras este escenario económico complejo es hasta dónde llega el malestar de parte de la base electoral de Cambiemos sobre un gobierno que votaron en dos oportunidades, y cuyo líder pretende ir por la reelección. No hay una respuesta sencilla sobre esto, aunque es cierto que el apoyo al Gobierno se ha resentido de tal forma que si las elecciones fueran este domingo, Macri no estaría en condiciones de ganar en primera vuelta. Pero, para alivio del oficialismo, hoy por hoy los posibles votos fugados no encuentran candidatos de reemplazo”. En síntesis, hoy el oficialismo está desgastado, pero ese desgaste se traduce más como escepticismo que como pesimismo político. Es por eso que, hasta ahora, sólo marginalmente el desgaste oficialista es capitalizado por algunas figuras opositoras. Sin embargo, si la crisis prosigue, es probable que el escepticismo escale en pesimismo político: a partir de eso, en algún momento la expectativa comenzará a trasladarse a alguna figura de recambio político dentro de Cambiemos o de cambio en favor de una figura opositora.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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