lunes, 18 de junio de 2018

Mientras el dólar busca un techo, el presidente Macri busca un piso

Conforme la corrida cambiaria iniciada en mayo se agudiza y toma en junio dimensiones de crisis cambiaria, se profundiza el malestar socioeconómico que erosiona la marca Cambiemos, desgastando los índices de imagen y aprobación del gobierno nacional. Al mismo tiempo, el debate del tarifazo genera fisuras en la alianza oficialista y hace que el espacio-panjusticialista recupere tonicidad opositora. Respecto al issue dólar, recientemente escribió Eduardo Van der Kooy escribió: “La corrida del dólar ha comenzado a reconfigurar toda la escena política del Gobierno y de la oposición. Ni Mauricio Macri ni Cambiemos imaginaron que apenas seis meses después del nítido triunfo electoral en las legislativas estarían como están ahora. Con un horizonte cargado de incertidumbre (…) El alza del precio del dólar tendrá, guste o no, impacto en la inflación. La meta oficial del 15% actualizada en diciembre se evapora. Los expertos tienen ya un vaticinio homogéneo: 2018 cerrará con un índice inflacionario del 23% en el mejor de los casos. Incluso podría repetirse el 25% del año pasado. En ese campo la sociedad no podrá esperar entonces buenas noticias (…) Sin una inflación en descenso y con un crecimiento aplastado, al Gobierno se le plantea un interrogante político de fuste. ¿Con qué regenerar la expectativa popular? ¿Cómo improvisar una agenda pública nueva? No hay todavía respuestas a la vista (…) Cambiemos supo menear también la cuestión de la transparencia y la reforma institucional. El primer tema funcionó con las investigaciones de la corrupción kirchnerista. Que otra vez, acorde con los vaivenes políticos, parece haber perdido ritmo. Pero ocurrió además que el Gobierno, en ese mismo aspecto, se exhibe flojo de papeles. Hay por lo menos seis ministros que tuvieron que dar explicaciones sobre cuestiones patrimoniales o conductas público-privadas (…) El Gobierno, en este trajín, viene desnudando otra debilidad. Cambiemos no alcanza a funcionar como una alianza de gobierno. Las decisiones, acertadas y erróneas, corren siempre por cuenta del macrismo con el centro de gravedad en la figura del Presidente. Todo este tiempo de crisis lo vino demostrando. Elisa Carrió y el radicalismo plantearon objeciones al ajuste tarifario promovido…”.



Así, mientras el dólar aún busca un techo (la semana que viene amagó tocar los $ 29), el presidente sigue perforando guarismos de valoración en las encuestas, sin encontrar todavía un piso a partir del cual amesetarse o rebotar. Veamos datos de encuestas recientes, realizadas entre mayo y junio: según un informe de la consultora Marketing & Estadística, el presidente Macri alcanzó una imagen negativa de casi 48% (con un diferencial negativo de -15,3%), mientras que su gestión rozó el 50% de valoración negativa, con un diferencial desfavorable de casi 23 puntos porcentuales (ver datos arriba; click para agrandar). Según el CEOP, el resultado es aún más desfavorable: casi 63% de negativa, con apenas 38% de positiva. Al mismo tiempo, el acercamiento al FMI registra casi un 77% de negatividad y casi 21% de acompañamiento, guarismo que está en el orden de magnitud del 24,5% de los votos obtenidos por Macri en la primera vuelta del 2015; es decir, el apoyo a este issue queda acotado al núcleo duro de Cambiemos (ver datos al inicio del post; click para agrandar). Se trata del piso de opinión positiva y el pico de opinión negativa desde diciembre de 2015, comienzo del gobierno de Cambiemos. El director de la consultora, Roberto Bacman, destacó que más de la mitad de los que se consideran independientes (no se definen como oficialistas u opositores) ahora opinan mal de Macri, cuando hace unos pocos meses la mayoría de esos independientes opinaban bien o muy bien: el giro en la franja del medio puede ser definitorio si se mantiene de cara al 2019 electoral. 

"La corrida cambiaria de los últimos días desató la crisis más importante desde diciembre de 2015. El impacto que esta crisis produjo en el imaginario colectivo no es una cuestión sencilla que puede analizarse desde la presencia de un solo factor, tal si fuese un simple mecanismo de causa y efecto. Es mucho más complejo. El verano pasado no solo evidenció el rigor climático, los ánimos también se caldearon por las tarifas y la reducción a los jubilados, el clima social se enrareció y los indicadores de popularidad y aprobación comenzaron a descender. La tormenta comenzó a formarse", analizó Bacman. A eso se agregó el impacto del tema FMI: “cerca de 8 de cada 10 argentinos consideran que la decisión del gobierno de recurrir al FMI para obtener un nuevo crédito stand-by es abiertamente negativa para el país. Un dato cuantitativo de tal magnitud nos podría eximir de cualquier comentario. Pero otras cuestiones asociadas agravan la percepción popular de este nuevo acercamiento con el Fondo. En primer lugar se debe tener en cuenta que la memoria colectiva se nutre de malos recuerdos de tiempos indeseados. Los tiempos de la hiperinflación y el fin del gobierno radical de Raúl Alfonsín y el abrupto final de la convertibilidad se asocian con la presencia del temido FMI. Y aquello que el gobierno trató de instalar como una tabla de salvación, hasta el momento es percibido como un salvavidas de plomo. Vale la pena observar con detenimiento lo que hay detrás de este rechazo: es casi masivo entre opositores e independientes, e incluye a tres de cada diez oficialistas". Para peor, este cóctel de pesimismo vuelve a perforar el piso en el que se habían ubicado las ya declinantes expectativas de los electores argentinos (ver datos abajo; click para agrandar): más del 60% tiene expectativas negativas tanto sobre la situación del país como respecto a la situación personal, mientras que las positivas oscilan entre casi el 31% y el 34%, guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Cambiemos en la primera vuelta presidencial del 2015 (34,15%).  



Por su parte, la consultora Synopsis registró un crecimiento de la desconfianza en la capacidad de gestión del gobierno. Un 60% de los electores a nivel país no tiene ninguna confianza en que pueda manejar la crisis en curso; dentro de ese grupo, un 32,2 % afirma haber dejado de confiar. La confianza aparece acotada a casi el 38%, guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Cambiemos en la primera vuelta del 2015 (34,15%). Respecto a la decisión de pedir financiamiento en el FMI, más de la mitad (55,2%) se mostró en desacuerdo, mientras que el acuerdo alcanza al 31,4%, una proporción que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Cambiemos en las primarias del 2015 (30,12%; ver datos abajo, click para agrandar). En conjunto, las tendencias sugieren que Cambiemos se está replegando hacia su núcleo duro y enajenando el apoyo de los segmentos de electores independientes que resultaron cruciales para sus victorias en el ballotage del 2015 y las legislativas de medio término del 2017.   


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