Cerrábamos el posteo anterior explorando cisnes negros asociados a una eventual profundización de la actual crisis: por caso, un escenario de adelanto de las elecciones presidenciales para abril o mayo del año próximo si el gobierno no le encuentra la vuelta a la crisis financiera, lo que supone asimismo una crisis de gobernabilidad. Planteábamos que en esas condiciones tanto podía darse la hipótesis expuesta por Poliarquía y otros analistas (una crisis en “L” que favoreciera el retorno de CFK al poder) como otros eventuales cisnes negros electorales y políticos: un outsider que capitalizara el vacío que sobrevendría después de “la grieta” (Marcelo Tinelli, o un auténtico "tapado"), una salida anticipada del poder de Cambiemos negociada con el PJ “racional” para obturar las posibilidades de que CFK pueda regresar a la presidencia (tener en cuenta, en esta línea, que el senador Miguel Pichetto se anotó ayer como aspirante para el 2019) o una crisis sistémica más amplia, en la cual una eventual deriva autoritaria del oficialismo precipitara en un país que pasaría de la grieta al abismo.
¿Suenan estas probabilidades como muy “improbables”? Bueno, recordemos que precisamente de eso se tratan los cisnes negros: de analizar lo altamente improbable. Después de todo, el gobierno nacional decidió recurrir al prestamista de última instancia, el FMI, lo cual a priori no parecía tan probable. O bien el oficialismo sobreestimó la crisis y se apresuró al buscar un acuerdo con el FMI, o bien subestimó los efectos de su política económica; en cualquier caso, se precipitó un escenario que no parece deseado por Cambiemos, toda vez que el significante FMI implica acelerar el envejecimiento marcario. En cuanto a las chances de una eventual deriva autoritaria del oficialismo, las alarmas en este sentido volvieron a encenderse a partir de la decisión del presidente Mauricio Macri de modificar el decreto que reglamentaba las funciones de las Fuerzas Armadas, medida que impulsó debate político y generó en la oposición duras críticas contra Cambiemos: se sucedieron pronunciamientos en contra de diversos sectores del kirchnerismo, la izquierda y también organizaciones de derechos humanos, que se manifestaron el pasado jueves 26 de julio. En cuanto a mediciones de opinión pública sobre el nuevo rol de las FF.AA. planteado por el propio Macri y defendido por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich y por el de Defensa, Oscar Aguad, según una encuesta de la consultora Berensztein/D'Alessio Irol, hoy la inseguridad es una cuestión de "importancia" para el 95% de los ciudadanos (68% dice que es "muy importante" y el 27%, "algo importante"). La preocupación se agudiza en el segmento más afín al gobierno nacional (85% de votantes de Cambiemos la calificó de “muy importante” y 50% entre seguidores del FPV), según explica el informe, que se basa en una medición realizada en forma on line durante julio de 2018 que incluye las respuestas de 890 encuestados mayores de 18 años de todo el país.
En general, un 50% de los electores argentinos consideró que "el decreto de reconversión de las Fuerzas Armadas va a tender a mejorar el problema de la inseguridad", mientras que un 45% estuvo en contra. Las cifras están en el orden de magnitud de los resultados obtenidos por Cambiemos (51,34%) y el FPV (48,66%) en el ballotage de noviembre de 2015, por lo que se puede decir que este “issue” claramente polariza las opiniones en dos mitades simétricas (dado que la diferencia entre posiciones no puede considerarse estadísticamente significativa, teniendo en cuenta el error muestral). Así, 8 de cada 10 de los votantes de Cambiemos (82%) creen que la reconversión de las FF.AA., será útil, posición que sólo comparten 2 de cada 10 (18%) votantes del kirchnerismo (ver datos arriba; click para agrandar). En tanto, entre quienes creen que la medida no servirá para nada, el porcentaje es casi simétrico: 1,5 de cada 10 votantes de Cambiemos (14%) contra casi ocho de cada dos (77%). En otro orden, hay acuerdo con el empleo de las Fuerzas Armadas en tareas de control de narcotráfico y terrorismo: "Este tipo de funciones es aceptado por seis de cada 10 consultados, algo que logra cierto grado de consenso incluso entre los votantes del FPV (cuatro de cada 10 lo aceptarían)", apunta el informe.
Otra medición de este tema, realizada por las consultoras Taquión y Trespuntozero en zona metropolitana (AMBA), también mostró polarización: un 47,2% de los electores en ese conglomerado se mostró de acuerdo (muy 30,6% + bastante 16,6%) con la reforma, mientras que un 48,9% se mostró en desacuerdo (nada 33,1% y bastante 15,8%), con casi 4% de ns/nc (ver datos arriba; click para agrandar). Nuevamente, hay empate técnico, pues la diferencia entre posiciones no es estadísticamente significativa a nivel general, y está clara la segmentación entre electores que aprueban al gobierno nacional (86,4% de acuerdo) y quienes lo desaprueban (casi 67% en desacuerdo). Esa distribución polarizada genera incluso la hipótesis de que el gobierno instaló este tema para tratar de correr la agenda hacia un issue donde puede capitalizar una posición favorable cercana al 50%, bien diferente de lo que sucede con las cuestiones socioeconómicas, en las cuales el apoyo al oficialismo viene perforando el orden de magnitud del 40% para replegarse hacia su núcleo duro (esto es, en torno del 30%, e incluso entre el 20% y el 30% en las cuestiones más sensibles).
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
martes, 31 de julio de 2018
jueves, 26 de julio de 2018
Entre las probabilidades y lo altamente improbable: hipótesis y cisnes negros de cara al 2019
En la entrada anterior tratamos de anticipar un eventual cisne negro, a saber, que la actual crisis pueda ser un caldo de cultivo para el surgimiento de un “outsider” capaz de transformarse en un candidato competitivo de cara al 2019 (es decir, alguien por fuera de las figuras que hoy protagonizan los escenarios electorales que se miden). El primer punto a considerar, pues, es si hoy existe ese “caldo de cultivo”. El segundo, clave, es plantear que un fenómeno así parte de un estado de cosas pero no se agota ahí, sino que se desarrolla como un proceso, con una secuencia que sería más o menos la siguiente: 1) el pesimismo socioeconómico hoy dominante ya no se articularía con un escepticismo político como el que se detecta actualmente, sino con un pesimismo político manifiesto, generando así un escenario de doble pesimismo y cuádruple crisis rampante (de confianza, cambiaria, económica y política) 2) para dar paso a un "cisne negro", la crisis de confianza no debería ser suficientemente capitalizada por ninguna de las figuras políticas hoy existentes (todas ellas son “cisnes blancos” en términos teóricos) 3) eso dejaría lugar a una demanda del tipo “Que se vayan todos”, similar a la crisis del 2001 4) un doble consenso negativo (antimacrismo y antikirchnerismo) abriría la brecha para el surgimiento de una figura desde fuera de la política 5) así, la “grieta” derivaría en un “vacío” en el que podría entrar este “outsider” (y "llenarlo").
En la entrada anterior citamos las opiniones de dos consultores, Juan Germano (Isonomía) y Juan Manuel Aurelio (Aresco), respecto a si están dadas las condiciones mínimas (el caldo de cultivo) para el surgimiento de un outsider. Agregamos ahora una tercera, la del director de la consultora Poliarquía, Alejandro Catterberg: “La imagen de los dirigentes peronistas no creció ninguna. Ha aumentado el descontento. Un tercio de los argentinos no puede mencionar a ningún político que le guste. Lo que ha ido creciendo con el descontento de las últimas semanas es un descontento hacia la clase política en general”. Aunque este primer análisis sugiere que puede existir ese caldo de cultivo, el especialista también apunta: “Mientras la situación no se desmadre, la posibilidad de que un outsider pueda entrar es mucho menor”. Esto refuerza nuestra tesis de que las chances de una figura nueva requieren al menos el agravamiento de la actual crisis. Respecto a eventuales candidaturas de Roberto Lavagna y Marcelo Tinelli, Catterberg señaló: “En nuestras encuestas no aparecen con fuerza ninguno de los dos”.
La referencia a esas dos figuras resulta pertinente. En el caso del ex ministro de Economía Lavagna, un sondeo de Sergio Berenztein realizado en junio lo ubicó como el político con mejor imagen de Argentina, con 55% de imagen positiva, en empate técnico con la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal (53%). Según el informe, "la caída de la imagen de los principales dirigentes del oficialismo se contrapone con el crecimiento de un dirigente opositor con experiencia en el manejo de crisis". Sin embargo, Lavagna no es exactamente un outsider, pues no sólo fue ministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner sino también candidato presidencial en 2007. Resultó tercero con 16,91% de los votos, detrás de Elisa Carrió (23,05%) y la presidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner (45,28%). En cambio, el perfil de Tinelli sí se aproxima más al de un outsider. En la entrada anterior citamos tres estudios que sondearon la imagen de Tinelli y sus chances electorales (de Giacobbe, CK Consultores y Synopsis). En esta entrada podemos agregar una cuarta medición, realizada por las consultoras Taquion y 3 Punto Zero sobre una muestra de 2.275 casos, con un margen de error muestral de +- 2,05%. Según este estudio, que midió la variable “credibilidad”, Marcelo Tinelli obtuvo un 23,5%, contra un 56,8% de desconfianza. Aunque el resultado no es favorable para el conductor, la investigación en rigor muestra un bajo nivel de credibilidad y confianza generalizado entre los argentinos: casi 7 de diez argentinos manifiesta ser desconfiado cuando recién conoce a una persona y un 62,7% considera que el argentino es desconfiado. Asimismo, dentro de ese nivel de desconfianza generalizado hacia las figuras y los partidos políticos, al gobierno no le va mejor: un 55,6% dijo que "no le cree" a Macri cuando habla (contra 34,4% que "sí le cree"). En la misma línea, 58,1% no le cree al gobierno "cuando dice que trabaja para mejorar el futuro de los argentinos", lo que confirma la crisis de confianza que atraviesa el oficialismo (ver datos arriba; click para agrandar). En términos comparativos, sale relativamente mejor parada la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, que se ubica primera entre los dirigentes políticos medidos y supera a Tinelli y también a Mirtha Legrand (dos de las figuras no políticas incluidas en ese estudio; ver datos abajo, click para agrandar).
Sin embargo, esa medición no registra el impacto del issue “aportantes truchos” en la imagen de Vidal, que, por otro lado, ya venía siendo arrastrada por la caída de Macri y el envejecimiento general de la marca Cambiemos. De ahí que hoy el oficialismo no tenga claro quién es plan A y quién B entre Vidal y Macri, algo que también se entiende en el marco de datos como el que arrojó Poliarquía en julio, donde Macri alcanza el 15% y Vidal el 18%. Esa diferencia de 3 puntos porcentuales no puede considerarse estadísticamente significativa. No obstante, para el oficialismo no es ese el principal problema, sino la persistencia y agravamiento del malestar socioeconómico, que ya lleva un semestre completo y no remite. Según el más reciente estudio de la consultora Opinaia, sobre una muestra de 3.108 casos de todo el país con un margen de error de +-1,5%, sigue creciendo el pesimismo respecto a cómo estará la situación económica dentro de un año: el 45% cree que empeorará, 15 puntos porcentuales más que en noviembre (ver datos abajo; click para agrandar). Peor todavía, en ese trabajo también se detecta un fuerte el descontento entre los seguidores de Cambiemos: aunque por poco, son más los que creen que la situación actual del país es entre "mala y muy mala" (28%) que los que la consideran "buena y muy buena" (26%).
En la misma línea, el más reciente trabajo de Gustavo Córdoba & Asociados, sobre una muestra nacional de 1.200 casos con un margen de error de 2,83%, muestra que persiste el pesimismo respecto de la marcha de la economía a futuro: un 47,4% de electores argentinos cree que dentro de un año la situación de la economía va a empeorar, casi un 17% cree que seguirá igual de mal que ahora, sólo un 20,3% cree que estará mejor y casi un 4% que seguirá igual de bien que ahora (ver datos abajo;click para agrandar). En ese marco en el que el pesimismo trepa al 64,3%, la gestión del presidente Macri mantiene altos niveles de rechazo (60%). De persistir este panorama, no puede descartarse que surjan cisnes negros de otra naturaleza: en la columna dominical de La Voz del Interior del 22 de julio, el periodista Julián Cañas escribió: “El gobernador viajó a París el martes pasado, de donde regresó ayer, con un inquietante rumor que le llegó desde el Congreso nacional. El senador Miguel Pichetto y los diputados que responden a Sergio Massa manejan la versión de que en la Casa Rosada analizaron un escenario de adelanto de las elecciones presidenciales para abril o mayo del año próximo, si no le encuentran la vuelta a la crisis financiera”. Esto supondría un escenario de crisis de gobernabilidad lo suficientemente agudo como para que el gobierno recurriera a un adelantamiento del calendario electoral 2019. En esas condiciones, tanto puede darse la hipótesis expuesta por Poliarquía y otros analistas (una crisis en “L” que favoreciera el retorno de CFK al poder) como eventuales cisnes negros: un outsider que capitalizara el vacío que sobrevendría después de “la grieta”, una salida anticipada del poder de Cambiemos negociada con el PJ “racional” para obturar las posibilidades de que CFK pueda regresar a la presidencia, o una crisis sistémica más amplia, en la cual una eventual deriva autoritaria del oficialismo precipitara en un país que pasaría de la grieta al abismo.
En la entrada anterior citamos las opiniones de dos consultores, Juan Germano (Isonomía) y Juan Manuel Aurelio (Aresco), respecto a si están dadas las condiciones mínimas (el caldo de cultivo) para el surgimiento de un outsider. Agregamos ahora una tercera, la del director de la consultora Poliarquía, Alejandro Catterberg: “La imagen de los dirigentes peronistas no creció ninguna. Ha aumentado el descontento. Un tercio de los argentinos no puede mencionar a ningún político que le guste. Lo que ha ido creciendo con el descontento de las últimas semanas es un descontento hacia la clase política en general”. Aunque este primer análisis sugiere que puede existir ese caldo de cultivo, el especialista también apunta: “Mientras la situación no se desmadre, la posibilidad de que un outsider pueda entrar es mucho menor”. Esto refuerza nuestra tesis de que las chances de una figura nueva requieren al menos el agravamiento de la actual crisis. Respecto a eventuales candidaturas de Roberto Lavagna y Marcelo Tinelli, Catterberg señaló: “En nuestras encuestas no aparecen con fuerza ninguno de los dos”.
La referencia a esas dos figuras resulta pertinente. En el caso del ex ministro de Economía Lavagna, un sondeo de Sergio Berenztein realizado en junio lo ubicó como el político con mejor imagen de Argentina, con 55% de imagen positiva, en empate técnico con la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal (53%). Según el informe, "la caída de la imagen de los principales dirigentes del oficialismo se contrapone con el crecimiento de un dirigente opositor con experiencia en el manejo de crisis". Sin embargo, Lavagna no es exactamente un outsider, pues no sólo fue ministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner sino también candidato presidencial en 2007. Resultó tercero con 16,91% de los votos, detrás de Elisa Carrió (23,05%) y la presidenta electa, Cristina Fernández de Kirchner (45,28%). En cambio, el perfil de Tinelli sí se aproxima más al de un outsider. En la entrada anterior citamos tres estudios que sondearon la imagen de Tinelli y sus chances electorales (de Giacobbe, CK Consultores y Synopsis). En esta entrada podemos agregar una cuarta medición, realizada por las consultoras Taquion y 3 Punto Zero sobre una muestra de 2.275 casos, con un margen de error muestral de +- 2,05%. Según este estudio, que midió la variable “credibilidad”, Marcelo Tinelli obtuvo un 23,5%, contra un 56,8% de desconfianza. Aunque el resultado no es favorable para el conductor, la investigación en rigor muestra un bajo nivel de credibilidad y confianza generalizado entre los argentinos: casi 7 de diez argentinos manifiesta ser desconfiado cuando recién conoce a una persona y un 62,7% considera que el argentino es desconfiado. Asimismo, dentro de ese nivel de desconfianza generalizado hacia las figuras y los partidos políticos, al gobierno no le va mejor: un 55,6% dijo que "no le cree" a Macri cuando habla (contra 34,4% que "sí le cree"). En la misma línea, 58,1% no le cree al gobierno "cuando dice que trabaja para mejorar el futuro de los argentinos", lo que confirma la crisis de confianza que atraviesa el oficialismo (ver datos arriba; click para agrandar). En términos comparativos, sale relativamente mejor parada la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, que se ubica primera entre los dirigentes políticos medidos y supera a Tinelli y también a Mirtha Legrand (dos de las figuras no políticas incluidas en ese estudio; ver datos abajo, click para agrandar).
Sin embargo, esa medición no registra el impacto del issue “aportantes truchos” en la imagen de Vidal, que, por otro lado, ya venía siendo arrastrada por la caída de Macri y el envejecimiento general de la marca Cambiemos. De ahí que hoy el oficialismo no tenga claro quién es plan A y quién B entre Vidal y Macri, algo que también se entiende en el marco de datos como el que arrojó Poliarquía en julio, donde Macri alcanza el 15% y Vidal el 18%. Esa diferencia de 3 puntos porcentuales no puede considerarse estadísticamente significativa. No obstante, para el oficialismo no es ese el principal problema, sino la persistencia y agravamiento del malestar socioeconómico, que ya lleva un semestre completo y no remite. Según el más reciente estudio de la consultora Opinaia, sobre una muestra de 3.108 casos de todo el país con un margen de error de +-1,5%, sigue creciendo el pesimismo respecto a cómo estará la situación económica dentro de un año: el 45% cree que empeorará, 15 puntos porcentuales más que en noviembre (ver datos abajo; click para agrandar). Peor todavía, en ese trabajo también se detecta un fuerte el descontento entre los seguidores de Cambiemos: aunque por poco, son más los que creen que la situación actual del país es entre "mala y muy mala" (28%) que los que la consideran "buena y muy buena" (26%).
En la misma línea, el más reciente trabajo de Gustavo Córdoba & Asociados, sobre una muestra nacional de 1.200 casos con un margen de error de 2,83%, muestra que persiste el pesimismo respecto de la marcha de la economía a futuro: un 47,4% de electores argentinos cree que dentro de un año la situación de la economía va a empeorar, casi un 17% cree que seguirá igual de mal que ahora, sólo un 20,3% cree que estará mejor y casi un 4% que seguirá igual de bien que ahora (ver datos abajo;click para agrandar). En ese marco en el que el pesimismo trepa al 64,3%, la gestión del presidente Macri mantiene altos niveles de rechazo (60%). De persistir este panorama, no puede descartarse que surjan cisnes negros de otra naturaleza: en la columna dominical de La Voz del Interior del 22 de julio, el periodista Julián Cañas escribió: “El gobernador viajó a París el martes pasado, de donde regresó ayer, con un inquietante rumor que le llegó desde el Congreso nacional. El senador Miguel Pichetto y los diputados que responden a Sergio Massa manejan la versión de que en la Casa Rosada analizaron un escenario de adelanto de las elecciones presidenciales para abril o mayo del año próximo, si no le encuentran la vuelta a la crisis financiera”. Esto supondría un escenario de crisis de gobernabilidad lo suficientemente agudo como para que el gobierno recurriera a un adelantamiento del calendario electoral 2019. En esas condiciones, tanto puede darse la hipótesis expuesta por Poliarquía y otros analistas (una crisis en “L” que favoreciera el retorno de CFK al poder) como eventuales cisnes negros: un outsider que capitalizara el vacío que sobrevendría después de “la grieta”, una salida anticipada del poder de Cambiemos negociada con el PJ “racional” para obturar las posibilidades de que CFK pueda regresar a la presidencia, o una crisis sistémica más amplia, en la cual una eventual deriva autoritaria del oficialismo precipitara en un país que pasaría de la grieta al abismo.
miércoles, 25 de julio de 2018
Escenarios de cara al 2019: ¿y si viene un cisne negro?
En la entrada previa decíamos que en julio Poliarquía repasó los 4 escenarios planteados en función de nuevas variables clave: la gravitación de CFK y la evolución de la crisis económica, a su vez con tres escenarios alternativos ("L", "U" y "V"). El vuelco en las tendencias se pone en evidencia en el dato de que el escenario 1 planteado por Poliarquía bajó de una probabilidad del 40% a una probabilidad de sólo el 15%. En la misma línea, la probabilidad de que la elección de 2019 se resuelva en ballotage creció del 25% al 45%. Por otro lado, en términos de preferencia electoral, el presidente Mauricio Macri pasó del 16% al 15%, María Eugenia Vidal del 19% al 18%, CFK del 24% al 18%, Sergio Massa del 14% al 13%, Juan Urtubey del 4% al 7% y Elisa Carrió del 1% al 7%. Florencio Randazzo mantiene un 3%, y se agregan al pelotón Axel Kicillof con 5% y Nicolás del Caño con 4%. Otros candidatos suman 2% y el ns/nc 8%. Por espacios, Cambiemos queda en 40%, el kirchnerismo 23% y la sumatoria del massismo más el peronismo no K (un frente no constituido por ahora, con lo cual la sumatoria es un tanto forzada) otro 23% (ver datos arriba; click para agrandar).
Como cualquier análisis de probabilidad, el de Poliarquía intenta perfilar escenarios para achicar la incertidumbre. Entre el escenario de precrisis y el de poscrisis, por ejemplo, Vidal y Macri casi no varían: la gobernadora de la provincia de Buenos Aires pasa de 19% a 18%, mientras que Macri pasa de 16% a 15%. Es decir, ambos bajan un punto porcentual, una variación estadísticamente no significativa. Esta limitación cuantitativa tiene una traducción cualitativa: a tenor de estos datos no nos queda claro cuál sería el plan A y cuál el plan B para Cambiemos, ya que no se aprecia una diferencia sustancial entre el presidente y la gobernadora de PBA (lo que sí aparece en otros estudios que revisaremos en breve). Si hacemos foco en los otros datos clave, la probabilidad mejora para la oposición y empeora para el oficialismo, ya que bajan las probabilidades de que Cambiemos venza con comodidad y crecen las de que necesite un ballotage o segunda vuelta. Sin embargo, al mirar la preferencia electoral, contradictoriamente con lo anterior se observa mayor dispersión del voto, lo que en teoría favorece al oficialismo. ¿Entonces? ¿Qué pasa si el modelo de Poliarquía, o el de Ipsos, o cualquier otro que construyamos fracasa en achicar la incertidumbre? ¿Y si terminara por suceder algo que a priori consideramos altamente improbable?
En El Cisne Negro, Nassim Taleb analiza el impacto de lo altamente improbable. La imagen de ese cisne alude a un suceso que se caracteriza por los siguientes atributos: 1) es una rareza, porque está fuera de las expectativas normales; 2) produce un impacto tremendo; 3) pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que, erróneamente, se hace explicable y predecible. ¿Existen condiciones que funcionen como un caldo de cultivo para la aparición de un cisne negro? Hagamos un pequeño ejercicio: en general, los análisis de tendencias sugieren que si la actual crisis empeora y desemboca en un escenario en el cual la economía se comporta como una “L”, esto es, cae y no se recupera por un tiempo suficientemente largo (por caso, hasta la previa a las elecciones primarias del 2019), la figura más beneficiada sería la de CFK. Sin embargo, otra alternativa sería que se genere un escenario de crisis sistémica similar al del 2001, que podría detonar un emergente del tipo “Que se vayan todos”. Recientemente, Juan Manuel Aurelio, director de la consultora Aresco, insinuó una posibilidad así. “Este contexto desfavorable, esta mala evaluación de la gente sobre la economía y el futuro están golpeando a toda la dirigencia en general. Porque al no tener alternativas, al no aparecer nuevos liderazgos, lo que está pasando es que hay un menosprecio general hacia la clase política”, apuntó. Antes de él, consultado por si observaba un escenario propicio para la irrupción de un “outsider”, es decir alguien ajeno al sistema político, Juan Germano, politólogo y director de la consultora Isonomía, evaluó: “Hay un cierto caldo de cultivo, pero, por ahora, no se ve con nombre propio y en el corto plazo. Si uno analiza lo que pasa en otros países, es que se crearon caldos de cultivo para esos outsiders. La actual gestión tenía entre sus grandes motores el de la expectativa de un futuro más promisorio. Esto es, soportar un presente magro en función de un futuro mejor. Lo que hoy se ve es que ese gran motor está más débil. Lo que creo es que hay herramientas para volver a recuperar la relación con esos ciudadanos”.
En pleno “mayo negro”, circularon mediciones que incluían a Marcelo Tinelli como un potencial candidato de cara al 2019. El consultor Jorge Giacobbe midió su imagen y su proyección electoral con un sondeo de 2.000 casos a través de dispositivos móviles. Según los datos resultantes, el 80% de las personas encuestadas aseguró que “no lo votaría”. En tanto, un 10,1% contestó que "debería pensarlo" y sólo un 8,6% estaría dispuesto a darle su voto (ver datos arriba; click para agrandar). Los encuestados también fueron consultados sobre qué palabra utilizarían para definir al ex vicepresidente de San Lorenzo. La más elegida fue "oportunista", mientras que otras mencionadas fueron "conductor", "empresario", "falso", "showman", "payaso", "chanta", "misógino" y “machista” (ver datos arriba; click para agrandar). Entre los partidos políticos de pertenencia ideológica diferenciados en la encuesta, quienes expresaron un mayor rechazo hacia el voto a Tinelli fueron los vinculados a la Unión Cívica Radical, con 88,6% de votos negativos y un mínimo porcentaje del 4,3% para el “sí”. En cuanto a imagen, según el estudio tenía una negativa de 57,5%, con una positiva del 12,2%. A pesar de su imagen, se trata del personaje más conocido respecto a los otros dos “outsiders” medidos (Francisco De Narváez y Facundo Manes; ver datos arriba; click para agrandar). En conjunto, los resultados no son demasiado auspiciosos respecto a la posibilidad de que Tinelli pudiera ser un outsider que capitalice una eventual crisis de grandes proporciones, aunque la metodología utilizada no permite extrapolar tendencias al electorado general.
Sin embargo, desde el desde el entorno del conductor de TV se quejaron de los números de Giacobbe: los vincularon a una "operación del gobierno" y difundieron una encuesta propia con datos de abril pasado, que fue atribuida a CK consultores. En este caso, un 33,3% podría llegar a votar a Tinelli en 2019, un 15,4% "seguramente lo votaría" y su imagen positiva es de 69,8%. Como puede apreciarse, resultados más favorables que los de Giacobbe. Nuevamente, se impone la pregunta: ¿entonces? Con esas dos mediciones, no se achica la incertidumbre. Veamos si una tercera es la vencida: la consultora Synopsis realizó en junio un sondeo sobre la imagen de Tinelli entre los argentinos. De acuerdo a sus datos, un 34,6% tiene una imagen negativa de él, mientras que el 28,1% tiene una imagen positiva. Un 32,1% tiene una imagen neutral, ni positiva ni negativa; y un 5,3% no sabe o prefirió no contestar (ver datos arriba; click para agrandar). Respecto a sus posibilidades electorales, Synopsis preguntó: "Si Marcelo Tinelli incursionara en política, y se presentara como candidato a presidente, ¿qué tan dispuesto estaría a votarlo?". En este caso, una mayoría (56,8%) contestó que no lo haría, 19,2% dijo que "podría llegar a votarlo", 13,6% que seguramente lo votaría, y 10,4% que no sabe (ver datos abajo; click para agrandar). Así, Lucas Romero, director de la consultora, evaluó que el conductor de televisión no tendría posibilidades de ganar en un eventual balotaje, dado que una amplia mayoría de los encuestados no lo votaría. Sin embargo, un “piso” de casi 14% no es un dato menor, y un potencial adicional de otros 19 puntos porcentuales (si bien en una situación no competitiva-comparativa) tampoco. Es decir, con las cifras de Synopsis no podría descartarse que Tinelli fuera candidato y que resultara competitivo. Con todo, existen al menos otros dos posibles “cisnes negros” que deberíamos considerar si quisiéramos minimizar la chance de ser sorprendidos: 1) el primero, que ante la persistencia de la crisis y previendo una pérdida de gobernabilidad, el oficialismo decidiera adelantar las elecciones a abril o mayo del 2019, una alternativa ya planteada en artículos periodísticos recientes 2) el segundo, que la crisis actual generara una "tormenta perfecta" de tal magnitud que precipitara la salida del oficialismo del poder. Perfilaremos estos escenarios que a priori parecen hoy altamente improbables en próximas entradas.
Escenarios de cara al 2019: análisis y actualización
Una de las claves del método del cazador de tendencias y matemático Nate Silver es pensar en términos probabilísticos y recopilar información variada: mientras el “erizo” tiende a jugarse todo a un pleno, el “zorro” piensa en términos de escenarios con grados de probabilidad. “Casi todas las predicciones que publico, sean sobre política o sobre otro campo, son probabilísticas. En lugar de escupir un número y fingir que sé exactamente qué va a suceder, presento diversos resultados posibles (…) Los pronósticos de FiveThirtyEight, por ejemplo, combinan a menudo datos de sondeos con información económica y demografía de cada estado”. Silver remarca que los modelos que adoptan un enfoque que combina datos económicos, datos de sondeos y otro tipo de información (un enfoque más propio de un zorro) han obtenido resultados muchos más fiables que otros. Un buen tip es presentar un abanico de no menos de tres escenarios: el mejor posible, el peor posible y el más probable, es decir, un abanico de posibilidades, más sensato que plantear un “pleno”. “Exponer todos los resultados posibles de forma probabilística constituye una parte fundamental de cualquier pronóstico científico”.
Poselecciones de medio término de 2017 y antes del “mayo negro”, la consultora Poliarquía manejaba no tres sino 4 escenarios: 1) en el primero, el presidente Mauricio Macri era reelecto en primera vuelta, mantiene mayoría en la Cámara Baja y gana cerca de 12 gobernadores propios 2) en el segundo, Macri gana en segunda vuelta, no mantiene la mayoría en Diputados y gana cerca de 6 gobernadores propios 3) en el tercero, el peronismo se unifica bajo un claro liderazgo y Macri pierde la presidencia 4) en el cuarto, CFK es elegida presidenta. Esos escenarios antes de la cuádruple crisis (cambiaria, económica, de confianza y política) tenían según Poliarquía una probabilidad de 40%, 30%, 25% y 5%, respectivamente. Es decir, las chances de que el oficialismo ganara en primera o segunda vuelta eran claramente predominantes (ver datos arriba; click para agrandar). Sin embargo, desde mayo las tendencias dieron un vuelco y eso afectó también a esas chances.
La investigación de Ipsos del mes de mayo calculó un 55% de probabilidad para Macri de seguir en el poder. En lugar de descansar sólo en la medición de intención de voto, en Ipsos trabajamos con otros aspectos fundamentales de la política: aprobación de gestión, evaluación de la economía y si el Presidente está dispuesto a presentarse a una reelección o nombrar un sucesor. Con esos 3 datos, se analiza si la coyuntura favorece al oficialismo o a la oposición. La premisa principal es que el Presidente en el cargo tiene dos veces y media más chances de ser reelecto (2,64) respecto a las que tendría un delfín, es decir, un sucesor dentro del oficialismo. Si eso se cruza por aprobación presidencial, el titular tiene un 78% de posibilidades de ser reelecto cuando la buena evaluación de gestión está en 45 puntos, mientras que un sucesor apenas tiene un 14% de posibilidades en el mismo nivel de aprobación. Ipsos llegó a esa conclusión luego de analizar más de 450 elecciones en 35 países del mundo durante 30 años. Se trata de un modelo que funciona mejor cuando la elección tiene 2 partidos o candidatos principales, pero igualmente se puede confirmar con las elecciones más recientes de Argentina, según Ipsos, que ilustra el modelo con estos ejemplos: Néstor Kirchner deja el cargo con 71% de aprobación y logra que su sucesora CFK llegue a la presidencia. CFK finaliza el primer mandato con 64% y es reelecta, pero en 2015, con 52% de evaluación positiva, Scioli es derrotado. En la última encuesta de Ipsos Argentina de mayo, un 41% aprobaba la gestión de gobierno de Macri; bajo ese escenario, le asignaba al presidente un 55% de probabilidad de ser reelecto, mientras que las posibilidades de María Eugenia Vidal se reducían a 6% (es decir, una derrota casi segura). Para mejorar sus chances, Ipsos planteaba que Macri debería lograr que más de la mitad de los argentinos considere buenos sus años de gobierno, rebote que era considerado difícil a partir de la tendencia a la baja desde noviembre del 2017 y agravada a partir de mayo, que arrojó un descenso de todos los indicadores de evaluación de gestión (caída de 14 puntos porcentuales en la proporción de encuestados que consideran que Argentina está en la dirección correcta, de 9 puntos en la evaluación positiva de la economía y de 5 puntos en los que dicen que la economía mejorará en el futuro cercano). Con 36%, esas expectativas llegaron al mínimo histórico de la gestión Macri (ver datos arriba; click para agrandar), lo cual ya sugería que el escenario electoral de 2019 podría abrirse.
También en su informe de mayo, Poliarquía detectó que María Eugenia Vidal tenía una preferencia electoral de 19%, contra 16% de Macri: un empate técnico en términos estadísticos, pero con la implicancia cualitativa de que el plan A (Macri) podía pasar a ser plan B en beneficio de Vidal. Asimismo, ambos eran superados por CFK (24% de preferencia), lo que implicaba un reajuste de las chances relativas para 2019 entre oficialismo y oposición. En el mismo estudio, Sergio Massa alcanzaba un 14%, Juan Manuel Urtubey un 4% y Florencio Randazzo un 3%; Elisa Carrió 1% y otro kirchnerista 1%. Por espacios, Cambiemos alcanzaba un 36%, el kirchnerismo 25% y el PJ no K 21% (ver datos arriba; click para agrandar), aunque en este caso la sumatoria, hay que decirlo, es algo forzada, dado que ese frente no existe como tal hasta ahora. En ese escenario de crisis, el descenso en la aprobación presidencial alcanzaba los 9 puntos porcentuales, el segundo más serio desde que Macri asumió el poder en diciembre de 2015 (ver datos abajo; click para agrandar), lo que confirmaba el “mayo negro” para el oficialismo. Sin embargo, todavía no se conocía el dato oficial publicado ayer: la actividad económica se derrumbó en mayo pasado un 5,8% respecto a igual mes de 2017, lo que representa la mayor contracción en la era Macri, según informó el martes 24/7 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Antes de conocer ese dato, pero ya con julio corriendo, Poliarquía repasó los 4 escenarios planteados inicialmente pero ahora en función de nuevas variables clave: la gravitación de CFK y la evolución de la crisis económica, a su vez con tres escenarios alternativos. El primero es caída de la economía sin recuperación visible (en “L”); el segundo es caída con rebote lento (en “U”) y el tercero caída con rebote rápido (en “V”). El escenario en L es el que le da más chances de volver a la ex presidenta, mientras que el escenario en U es relativamente favorable a Macri y el escenario en V es francamente favorable a Macri. Sin CFK, los escenarios en L y en U resultan relativamente favorables un peronismo no K y el escenario en V favorece a Macri. El vuelco en las tendencias se pone en evidencia en que el escenario 1 planteado por Poliarquía (victoria cómoda de Macri en primera vuelta) bajó de una probabilidad del 40% a una probabilidad de sólo el 15%. Pero no es este el único cambio; veremos los siguientes en la próxima entrada.
Poselecciones de medio término de 2017 y antes del “mayo negro”, la consultora Poliarquía manejaba no tres sino 4 escenarios: 1) en el primero, el presidente Mauricio Macri era reelecto en primera vuelta, mantiene mayoría en la Cámara Baja y gana cerca de 12 gobernadores propios 2) en el segundo, Macri gana en segunda vuelta, no mantiene la mayoría en Diputados y gana cerca de 6 gobernadores propios 3) en el tercero, el peronismo se unifica bajo un claro liderazgo y Macri pierde la presidencia 4) en el cuarto, CFK es elegida presidenta. Esos escenarios antes de la cuádruple crisis (cambiaria, económica, de confianza y política) tenían según Poliarquía una probabilidad de 40%, 30%, 25% y 5%, respectivamente. Es decir, las chances de que el oficialismo ganara en primera o segunda vuelta eran claramente predominantes (ver datos arriba; click para agrandar). Sin embargo, desde mayo las tendencias dieron un vuelco y eso afectó también a esas chances.
La investigación de Ipsos del mes de mayo calculó un 55% de probabilidad para Macri de seguir en el poder. En lugar de descansar sólo en la medición de intención de voto, en Ipsos trabajamos con otros aspectos fundamentales de la política: aprobación de gestión, evaluación de la economía y si el Presidente está dispuesto a presentarse a una reelección o nombrar un sucesor. Con esos 3 datos, se analiza si la coyuntura favorece al oficialismo o a la oposición. La premisa principal es que el Presidente en el cargo tiene dos veces y media más chances de ser reelecto (2,64) respecto a las que tendría un delfín, es decir, un sucesor dentro del oficialismo. Si eso se cruza por aprobación presidencial, el titular tiene un 78% de posibilidades de ser reelecto cuando la buena evaluación de gestión está en 45 puntos, mientras que un sucesor apenas tiene un 14% de posibilidades en el mismo nivel de aprobación. Ipsos llegó a esa conclusión luego de analizar más de 450 elecciones en 35 países del mundo durante 30 años. Se trata de un modelo que funciona mejor cuando la elección tiene 2 partidos o candidatos principales, pero igualmente se puede confirmar con las elecciones más recientes de Argentina, según Ipsos, que ilustra el modelo con estos ejemplos: Néstor Kirchner deja el cargo con 71% de aprobación y logra que su sucesora CFK llegue a la presidencia. CFK finaliza el primer mandato con 64% y es reelecta, pero en 2015, con 52% de evaluación positiva, Scioli es derrotado. En la última encuesta de Ipsos Argentina de mayo, un 41% aprobaba la gestión de gobierno de Macri; bajo ese escenario, le asignaba al presidente un 55% de probabilidad de ser reelecto, mientras que las posibilidades de María Eugenia Vidal se reducían a 6% (es decir, una derrota casi segura). Para mejorar sus chances, Ipsos planteaba que Macri debería lograr que más de la mitad de los argentinos considere buenos sus años de gobierno, rebote que era considerado difícil a partir de la tendencia a la baja desde noviembre del 2017 y agravada a partir de mayo, que arrojó un descenso de todos los indicadores de evaluación de gestión (caída de 14 puntos porcentuales en la proporción de encuestados que consideran que Argentina está en la dirección correcta, de 9 puntos en la evaluación positiva de la economía y de 5 puntos en los que dicen que la economía mejorará en el futuro cercano). Con 36%, esas expectativas llegaron al mínimo histórico de la gestión Macri (ver datos arriba; click para agrandar), lo cual ya sugería que el escenario electoral de 2019 podría abrirse.
También en su informe de mayo, Poliarquía detectó que María Eugenia Vidal tenía una preferencia electoral de 19%, contra 16% de Macri: un empate técnico en términos estadísticos, pero con la implicancia cualitativa de que el plan A (Macri) podía pasar a ser plan B en beneficio de Vidal. Asimismo, ambos eran superados por CFK (24% de preferencia), lo que implicaba un reajuste de las chances relativas para 2019 entre oficialismo y oposición. En el mismo estudio, Sergio Massa alcanzaba un 14%, Juan Manuel Urtubey un 4% y Florencio Randazzo un 3%; Elisa Carrió 1% y otro kirchnerista 1%. Por espacios, Cambiemos alcanzaba un 36%, el kirchnerismo 25% y el PJ no K 21% (ver datos arriba; click para agrandar), aunque en este caso la sumatoria, hay que decirlo, es algo forzada, dado que ese frente no existe como tal hasta ahora. En ese escenario de crisis, el descenso en la aprobación presidencial alcanzaba los 9 puntos porcentuales, el segundo más serio desde que Macri asumió el poder en diciembre de 2015 (ver datos abajo; click para agrandar), lo que confirmaba el “mayo negro” para el oficialismo. Sin embargo, todavía no se conocía el dato oficial publicado ayer: la actividad económica se derrumbó en mayo pasado un 5,8% respecto a igual mes de 2017, lo que representa la mayor contracción en la era Macri, según informó el martes 24/7 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Antes de conocer ese dato, pero ya con julio corriendo, Poliarquía repasó los 4 escenarios planteados inicialmente pero ahora en función de nuevas variables clave: la gravitación de CFK y la evolución de la crisis económica, a su vez con tres escenarios alternativos. El primero es caída de la economía sin recuperación visible (en “L”); el segundo es caída con rebote lento (en “U”) y el tercero caída con rebote rápido (en “V”). El escenario en L es el que le da más chances de volver a la ex presidenta, mientras que el escenario en U es relativamente favorable a Macri y el escenario en V es francamente favorable a Macri. Sin CFK, los escenarios en L y en U resultan relativamente favorables un peronismo no K y el escenario en V favorece a Macri. El vuelco en las tendencias se pone en evidencia en que el escenario 1 planteado por Poliarquía (victoria cómoda de Macri en primera vuelta) bajó de una probabilidad del 40% a una probabilidad de sólo el 15%. Pero no es este el único cambio; veremos los siguientes en la próxima entrada.
jueves, 19 de julio de 2018
Crisis cambiaria, crisis económica, crisis de confianza y crisis política
Cerrábamos el posteo anterior en el que citábamos la encuesta de Gustavo Córdoba y Asociados destacando el dato de la pérdida de confianza. En ese sentido, el consultor homónimo evaluó que “recuperarse en una crisis, implica recuperar confianza. Casi un 66% de argentinos manifiesta con claridad que se sienten defraudados con Mauricio Macri”, guarismo que contrasta con apenas un 26,7% de respaldo al presidente, lo que pone en evidencia que la crisis de confianza sigue en curso. En la misma línea, casi un 62% (61,8%) de los electores argentinos según ese estudio percibe que el gobierno es nada o poco creíble para manejar la economía del país, con casi un 50% (49,5%) de núcleo intenso más desfavorable. Por contrapartida, sólo 13,6% ve al presidente y su equipo muy creíbles y 21,2% los ve algo creíbles (ver datos arriba; click para agrandar). Esto confirma la pérdida de confianza en el oficialismo para gestionar la actual crisis.
El desgaste del oficialismo se detecta también en un bastión del PRO desde el 2007 como es Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Según reveló una encuesta realizada por la Consultora Analogías en la Capital Federal entre los días 1 y 2 de julio sobre una muestra de 3.680 electores del distrito, Mauricio Macri registró allí por primera vez desde que es presidente una valoración negativa (51,4%) mayor a la positiva (46,9%), con un rechazo muy marcado en los jóvenes y adultos de hasta 45 años y un apoyo predominante en los segmentos de mayor edad y el público femenino (ver datos arriba; click para agrandar). "El deterioro en la valoración de la gestión del oficialismo a nivel nacional afecta la distribución de preferencias electorales entre los porteños", apuntó la consultora al referirse a la intención de voto de cara al 2019. Así, indagados sobre si preferirían una opción oficialista u opositora para las elecciones a Jefe de Gobierno del año próximo, las respuestas se muestran casi empatadas en torno al 40%. Entre quienes respondieron que votarían en 2019 a una opción opositora a la coalición Cambiemos, más del 60% de este público se inclinó por preferir “una opción nueva”, lo que permite proyectar que, en el caso que la oposición en la ciudad logre identificar y construir una candidatura competitiva nueva, tiene posibilidades de disputar la Jefatura de Gobierno. Por otro lado, la crisis económica aparece al frente de las preocupaciones de los porteños, con 54% de las respuestas. Los grandes problemas que enfrenta el país en la actualidad, según esos electores, son la inflación (27%), el desempleo (17%) y, en menor medida, la suba del dólar (9,7%). En tanto, la corrupción y la inseguridad, que en años previos ocuparon los primeros puestos, quedaron relegadas al tercer y cuarto lugar. "Quienes afirman haber elegido a Cambiemos en octubre se muestran relativamente más preocupados por la corrupción y la inseguridad, mientras que la agenda económica se profundiza entre quienes optaron por fuerzas opositoras", estimó la consultora.
Peor resultado arroja el más reciente sondeo nacional de la consultora CEOP. Se trata de un estudio realizado sobre una muestra de 1.200 casos que respeta las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social y relevado de manera telefónica. Según los datos, la imagen negativa de Macri trepa al 59,1% frente a un 35,7% de positiva, un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por él en la primera vuelta de 2015: 34,15%. Esa evaluación resulta en un diferencial negativo desfavorable de 23,4 puntos porcentuales (ver datos arriba; click para agrandar). El malestar socioeconómico dominante se confirma en las emociones que genera la situación actual: bronca, incertidumbre y miedo fueron las más mencionadas respecto a la administración Macri y la situación económica del país (ver datos abajo; click para agrandar). En la misma línea, 7 de cada 10 dicen que la economía en su casa está mal y casi igual proporción piensa que dentro de un año estarán también mal, pues casi 8 (79,8%) de cada 10 personas tienen poca o ninguna confianza en el equipo económico, un registro aún más alto que el que veíamos en el estudio de Córdoba y Asociados citado recientemente.
Como era previsible, este cuadro también permea en el clima de opinión de cara al 2019 electoral. El 45,4% señala que si hubiera elecciones el próximo domingo votaría por candidatos de la oposición, mientras que 31,2% lo haría por los oficialistas, guarismo que es un buen piso pero que resulta insuficiente para imponerse en primera vuelta e implica un retroceso de casi 11 puntos porcentuales respecto al resultado obtenido por la Alianza Cambiemos en los comicios de medio término de octubre de 2017 (ver datos abajo; click para agrandar). Otro dato alarmante para Cambiemos es que, según el sondeo, el 40,5% de los ciudadanos que votaron por Macri en los comicios presidenciales en el ballotage de noviembre de 2015 no volvería a hacerlo (ver datos al final del post; click para agrandar).
Sintetizando, según el sociólogo Roberto Bacman, director de CEOP, “si en nuestro país existiera un claro y definido bipartidismo no cabría duda que el partido opositor, aquel que podría estructurarse si el peronismo logra construir la unidad, se impondría con facilidad. Lejos quedaron los tiempos cuando el oficialismo soñaba con un triunfo en primera vuelta. Sin embargo, sigue imaginando una oposición dividida y mantiene firme su esperanza de volver a antagonizar con el kirchnerismo, ya sea desde el punto de vista estrictamente político, o con CFK como figura simbólica y representativa de tal antagonismo (…) hay un elemento que genera un nuevo desafío en el campamento oficialista. Nada más ni nada menos que 4 de 10 diez votantes que optaron por Macri en segunda vuelta, no lo volverían a votar. El valor es realmente duro para la actual estrategia electoral del oficialismo. La desesperanza es significativa y posee un anclaje cualitativo que descansa en cuatro factores. En estricto orden de importancia, lo primero es el incumplimiento de promesas. Segundo, que no logró diferenciarse y terminó siendo para la gente más de lo mismo. Tercero, que el cambio pregonado realmente no existió. Cuarto, que le han perdido la confianza”.
El desgaste del oficialismo se detecta también en un bastión del PRO desde el 2007 como es Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Según reveló una encuesta realizada por la Consultora Analogías en la Capital Federal entre los días 1 y 2 de julio sobre una muestra de 3.680 electores del distrito, Mauricio Macri registró allí por primera vez desde que es presidente una valoración negativa (51,4%) mayor a la positiva (46,9%), con un rechazo muy marcado en los jóvenes y adultos de hasta 45 años y un apoyo predominante en los segmentos de mayor edad y el público femenino (ver datos arriba; click para agrandar). "El deterioro en la valoración de la gestión del oficialismo a nivel nacional afecta la distribución de preferencias electorales entre los porteños", apuntó la consultora al referirse a la intención de voto de cara al 2019. Así, indagados sobre si preferirían una opción oficialista u opositora para las elecciones a Jefe de Gobierno del año próximo, las respuestas se muestran casi empatadas en torno al 40%. Entre quienes respondieron que votarían en 2019 a una opción opositora a la coalición Cambiemos, más del 60% de este público se inclinó por preferir “una opción nueva”, lo que permite proyectar que, en el caso que la oposición en la ciudad logre identificar y construir una candidatura competitiva nueva, tiene posibilidades de disputar la Jefatura de Gobierno. Por otro lado, la crisis económica aparece al frente de las preocupaciones de los porteños, con 54% de las respuestas. Los grandes problemas que enfrenta el país en la actualidad, según esos electores, son la inflación (27%), el desempleo (17%) y, en menor medida, la suba del dólar (9,7%). En tanto, la corrupción y la inseguridad, que en años previos ocuparon los primeros puestos, quedaron relegadas al tercer y cuarto lugar. "Quienes afirman haber elegido a Cambiemos en octubre se muestran relativamente más preocupados por la corrupción y la inseguridad, mientras que la agenda económica se profundiza entre quienes optaron por fuerzas opositoras", estimó la consultora.
Peor resultado arroja el más reciente sondeo nacional de la consultora CEOP. Se trata de un estudio realizado sobre una muestra de 1.200 casos que respeta las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social y relevado de manera telefónica. Según los datos, la imagen negativa de Macri trepa al 59,1% frente a un 35,7% de positiva, un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por él en la primera vuelta de 2015: 34,15%. Esa evaluación resulta en un diferencial negativo desfavorable de 23,4 puntos porcentuales (ver datos arriba; click para agrandar). El malestar socioeconómico dominante se confirma en las emociones que genera la situación actual: bronca, incertidumbre y miedo fueron las más mencionadas respecto a la administración Macri y la situación económica del país (ver datos abajo; click para agrandar). En la misma línea, 7 de cada 10 dicen que la economía en su casa está mal y casi igual proporción piensa que dentro de un año estarán también mal, pues casi 8 (79,8%) de cada 10 personas tienen poca o ninguna confianza en el equipo económico, un registro aún más alto que el que veíamos en el estudio de Córdoba y Asociados citado recientemente.
Como era previsible, este cuadro también permea en el clima de opinión de cara al 2019 electoral. El 45,4% señala que si hubiera elecciones el próximo domingo votaría por candidatos de la oposición, mientras que 31,2% lo haría por los oficialistas, guarismo que es un buen piso pero que resulta insuficiente para imponerse en primera vuelta e implica un retroceso de casi 11 puntos porcentuales respecto al resultado obtenido por la Alianza Cambiemos en los comicios de medio término de octubre de 2017 (ver datos abajo; click para agrandar). Otro dato alarmante para Cambiemos es que, según el sondeo, el 40,5% de los ciudadanos que votaron por Macri en los comicios presidenciales en el ballotage de noviembre de 2015 no volvería a hacerlo (ver datos al final del post; click para agrandar).
Sintetizando, según el sociólogo Roberto Bacman, director de CEOP, “si en nuestro país existiera un claro y definido bipartidismo no cabría duda que el partido opositor, aquel que podría estructurarse si el peronismo logra construir la unidad, se impondría con facilidad. Lejos quedaron los tiempos cuando el oficialismo soñaba con un triunfo en primera vuelta. Sin embargo, sigue imaginando una oposición dividida y mantiene firme su esperanza de volver a antagonizar con el kirchnerismo, ya sea desde el punto de vista estrictamente político, o con CFK como figura simbólica y representativa de tal antagonismo (…) hay un elemento que genera un nuevo desafío en el campamento oficialista. Nada más ni nada menos que 4 de 10 diez votantes que optaron por Macri en segunda vuelta, no lo volverían a votar. El valor es realmente duro para la actual estrategia electoral del oficialismo. La desesperanza es significativa y posee un anclaje cualitativo que descansa en cuatro factores. En estricto orden de importancia, lo primero es el incumplimiento de promesas. Segundo, que no logró diferenciarse y terminó siendo para la gente más de lo mismo. Tercero, que el cambio pregonado realmente no existió. Cuarto, que le han perdido la confianza”.
miércoles, 18 de julio de 2018
10 claves de la victoria de AMLO en México
1. El resultado de la reciente elección presidencial en México, en la cual Andrés Manuel López Obrador (AMLO) obtuvo el 53,19% de los votos y fue seguido por Ricardo Anaya (22,27%), José Meade 16,40% y Jaime Calderón “El Bronco” 5,23% despertó, por su distribución, ciertas evocaciones de la victoria electoral de CFK en 2011: la entonces presidenta logró 54,11%, Hermes Binner 16,81%, Ricardo Alfonsín 11,14%, Alberto Rodríguez Saá 7,96% y otros tres candidatos se ubicaron con guarismos por debajo del 6%. Las similitudes son que el ganador logra una elección plebiscitaria, ubicándose por encima del 50%, y que los dos candidatos que le siguen logran alcanzar los dos dígitos pero quedan a 30 puntos porcentuales o más de distancia, redondeando así un resultado categórico. Sin embargo, en el caso de AMLO es preciso destacar particularidades de la elección mexicana, a saber:
2. AMLO logró una amplísima mayoría, la más holgada de la historia democrática de México, compitiendo en carácter de candidato opositor (mientras que CFK fue reelecta). De hecho, se trató de la tercera vez en que competía por la presidencia. Lo abultado de su victoria se tradujo en una oleada de diputados, senadores, gobernadores, y legisladores locales de su coalición que se traduce en un poder territorial y parlamentario inédito para un partido que llega por primera vez a la presidencia (ver datos arriba; click para agrandar). Para tomar dimensión de lo amplio de su victoria, basta con mencionar que se impuso en 31 de los 32 estados del país.
3. La candidatura de AMLO venía apuntalada por sus antecedentes como alcalde de la Ciudad de México, distrito en el que para la elección de presidente alcanzó un 57,72% de los votos totales. Aunque allí hizo gran parte de su carrera política, sin embargo no tuvo allí su mejor resultado: hubo 10 estados en los que logró superar el 60% de los votos, como se puede apreciar en el listado debajo.
Tabasco, 80,08%
Tlaxcala, 70,59%
Quintana Roo, 67,13%
Morelos, 65,95%
Oaxaca, 65,27%
Nayarit, 65,13%
Sinaloa, 64,43%
Baja California Sur, 64,00%
Baja California, 63,88%
Guerrero, 63,05%
4. Así como en Ciudad de México su vínculo como ex gobernante le traccionó a favor, el vínculo familiar también fue una clave para su performance en Tabasco, el estado récord en el que rebasó el 80% de los votos. Se trata del estado natal de AMLO. Como dato ilustrativo, en el municipio de Centro en su estado natal, López Obrador logró el 87,3% de los votos y una ventaja de más de 236 mil votos frente al segundo lugar (José Antonio Meade, del PRI, con apenas el 6,8% de los votos).
5. Con respecto a la variable instrucción, las secciones con muy baja y muy alta escolaridad promedio votaron por Anaya (PAN), mientras que las que tienen en promedio una escolaridad de secundaria o "prepa" lo hicieron por AMLO.
6. La variable religión es de interés considerando la alianza de MORENA (fuerza de base de AMLO) con el Partido Encuentro Social, una formación con una fuerte base social de evangélicos, y también la Ricardo Anaya (PAN) con el Frente Nacional de la Familia. Pese a que se criticó la alianza de AMLO con el PES, no hubo afectación a nivel de los electores: a mayor porcentaje de la población que se declara atea, fue mayor el porcentaje de votos por AMLO. Se dio lo contrario en el caso de Anaya, que obtuvo un mayor porcentaje de votos en las secciones electorales con un menor porcentaje de ateos y mayor de personas que se declaran religiosas.
7. El acceso a salud a la salud es otra variable clave en México, pues muchas veces implica formalidad en el empleo y de atención estatal. En las secciones más desatendidas, con mayor parte de la población sin acceso a los servicios de salud, López Obrador obtuvo un mayor porcentaje de votos en comparación con el segundo más votado (Anaya), quien en cambio obtuvo un mayor porcentaje de votos en las secciones donde la mayor parte de la población tiene garantizado el acceso a la salud.
8. La participación electoral en esta elección fue en promedio 63% de las personas en la lista nominal, porcentaje casi idéntico al del 2012. Así, AMLO no triunfó por sumar electores que antes no votaban, sino por atraer a votantes que antes habían acompañado a otros partidos. La coalición de Morena, PT y PES ganó en el 79% de las secciones que había ganado el PRI en 2012; en 52% de las que había ganado algún miembro del PAN en la elección presidencial anterior.
9. Aún así, la fidelidad de los votantes anteriores fue clave. AMLO ganó en casi el 100% de las que ya había ganado en 2012 compitiendo por el PRD: en rigor, en 97,1% de las secciones en las que había ganado las dos veces anteriores. Ni Anaya ni Meade lograron retener con un porcentaje tan elevado de secciones que hasta entonces habían sido bastiones de sus partidos; Anaya retuvo apenas el 49% de las secciones que habían sido panistas en las dos elecciones anteriores y Meade sólo retuvo el 26% de las que fueron dos veces del PRI.
10. Finalmente, por NSE, los votantes de AMLO tradicionalmente provienen de secciones mayoritariamente urbanas, educadas, de clase media y con más conexión a internet que automóvil, pero en esta elección también recibió el voto de los más pobres, de los electores que no tienen acceso a servicios de salud y un voto rural que tradicionalmente se inclina por el PRI; incluso pudo captar esta vez también el voto de algunas secciones de las clases más altas, que tradicionalmente optaban por el PAN.
2. AMLO logró una amplísima mayoría, la más holgada de la historia democrática de México, compitiendo en carácter de candidato opositor (mientras que CFK fue reelecta). De hecho, se trató de la tercera vez en que competía por la presidencia. Lo abultado de su victoria se tradujo en una oleada de diputados, senadores, gobernadores, y legisladores locales de su coalición que se traduce en un poder territorial y parlamentario inédito para un partido que llega por primera vez a la presidencia (ver datos arriba; click para agrandar). Para tomar dimensión de lo amplio de su victoria, basta con mencionar que se impuso en 31 de los 32 estados del país.
Tabasco, 80,08%
Tlaxcala, 70,59%
Quintana Roo, 67,13%
Morelos, 65,95%
Oaxaca, 65,27%
Nayarit, 65,13%
Sinaloa, 64,43%
Baja California Sur, 64,00%
Baja California, 63,88%
Guerrero, 63,05%
4. Así como en Ciudad de México su vínculo como ex gobernante le traccionó a favor, el vínculo familiar también fue una clave para su performance en Tabasco, el estado récord en el que rebasó el 80% de los votos. Se trata del estado natal de AMLO. Como dato ilustrativo, en el municipio de Centro en su estado natal, López Obrador logró el 87,3% de los votos y una ventaja de más de 236 mil votos frente al segundo lugar (José Antonio Meade, del PRI, con apenas el 6,8% de los votos).
5. Con respecto a la variable instrucción, las secciones con muy baja y muy alta escolaridad promedio votaron por Anaya (PAN), mientras que las que tienen en promedio una escolaridad de secundaria o "prepa" lo hicieron por AMLO.
6. La variable religión es de interés considerando la alianza de MORENA (fuerza de base de AMLO) con el Partido Encuentro Social, una formación con una fuerte base social de evangélicos, y también la Ricardo Anaya (PAN) con el Frente Nacional de la Familia. Pese a que se criticó la alianza de AMLO con el PES, no hubo afectación a nivel de los electores: a mayor porcentaje de la población que se declara atea, fue mayor el porcentaje de votos por AMLO. Se dio lo contrario en el caso de Anaya, que obtuvo un mayor porcentaje de votos en las secciones electorales con un menor porcentaje de ateos y mayor de personas que se declaran religiosas.
7. El acceso a salud a la salud es otra variable clave en México, pues muchas veces implica formalidad en el empleo y de atención estatal. En las secciones más desatendidas, con mayor parte de la población sin acceso a los servicios de salud, López Obrador obtuvo un mayor porcentaje de votos en comparación con el segundo más votado (Anaya), quien en cambio obtuvo un mayor porcentaje de votos en las secciones donde la mayor parte de la población tiene garantizado el acceso a la salud.
8. La participación electoral en esta elección fue en promedio 63% de las personas en la lista nominal, porcentaje casi idéntico al del 2012. Así, AMLO no triunfó por sumar electores que antes no votaban, sino por atraer a votantes que antes habían acompañado a otros partidos. La coalición de Morena, PT y PES ganó en el 79% de las secciones que había ganado el PRI en 2012; en 52% de las que había ganado algún miembro del PAN en la elección presidencial anterior.
9. Aún así, la fidelidad de los votantes anteriores fue clave. AMLO ganó en casi el 100% de las que ya había ganado en 2012 compitiendo por el PRD: en rigor, en 97,1% de las secciones en las que había ganado las dos veces anteriores. Ni Anaya ni Meade lograron retener con un porcentaje tan elevado de secciones que hasta entonces habían sido bastiones de sus partidos; Anaya retuvo apenas el 49% de las secciones que habían sido panistas en las dos elecciones anteriores y Meade sólo retuvo el 26% de las que fueron dos veces del PRI.
10. Finalmente, por NSE, los votantes de AMLO tradicionalmente provienen de secciones mayoritariamente urbanas, educadas, de clase media y con más conexión a internet que automóvil, pero en esta elección también recibió el voto de los más pobres, de los electores que no tienen acceso a servicios de salud y un voto rural que tradicionalmente se inclina por el PRI; incluso pudo captar esta vez también el voto de algunas secciones de las clases más altas, que tradicionalmente optaban por el PAN.
martes, 17 de julio de 2018
Continuidad del desgaste y preanuncio de nueva polarización hacia 2019
En el post anterior citábamos datos del estudio nacional de Gustavo Córdoba y Asociados realizado en junio que cuantificaban el malestar socioeconómico de los electores argentinos con el manejo de la situación económica por parte del oficialismo. Nuestra mirada interpretativa es que ese desgaste ha ido permeando en la gestión y que en la medida en que ese malestar no ceda el gobierno no podrá dar por superada la crisis política que se abrió con la corrida cambiaria y se combinó con la crisis económica. Pues bien, la medición IVR de esa misma consultora del mes de julio ratifica nuestra hipótesis: realizada sobre una muestra nacional de 1.200 casos, con un error muestral de +- 2,83%, arroja que la aprobación de la gestión del gobierno nacional alcanza casi 37% (36,8%), un guarismo que está en el orden de magnitud del resultado obtenido por Mauricio Macri en la primera vuelta presidencial del 2015 (34,15%) y que es el segundo más bajo de la serie evolutiva desde el piso de mayo pasado (la variación respecto a esa medición no es estadísticamente significativa). Al mismo tiempo, la desaprobación roza el 61% (60,7%), muy por encima del 48,66% de votos obtenidos por el FPV en el ballotage del 2015, lo que pone en evidencia que el desgaste permea entre votantes de Macri en esa instancia (ver datos arriba; click para agrandar).
Al mismo tiempo, la imagen del presidente arroja un diferencial negativo de 13,2 puntos porcentuales, resultante de una positiva de casi 42% (41,9%) y una negativa de 55,1%, con un 2,8% ns/nc (ver datos arriba; click para agrandar). Esto ubica al presidente con un desempeño de imagen desfavorable respecto a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que según este estudio logra una positiva de 48,1% y una negativa de 48,9%, con un 2,5% de ns/nc (ver datos debajo; click para agrandar). Ese resultado implica un empate técnico en imagen y confirma que si bien CFK polariza, obtiene en esta medición una performance relativamente mejor que Macri, al lograr un diferencial negativo menor a 1 punto porcentual (0,8). De esta manera, la medición se suma a otras que ya venían mostrando una mejora de CFK en imagen, al punto de ponerla en paridad con el actual presidente o incluso por encima como en este caso, dato que en 2016 y 2017 no se observaba.
Esto refuerza nuestra tesis de que el tránsito para el 2019 estaría recreando una dinámica polarizadora y de que el macrismo, que capitalizó un consenso negativo respecto al gobierno anterior, ahora está generando a su vez un consenso negativo en torno a su propia gestión que le da a las elecciones de 2019 una imprevisibilidad novedosa respecto a las lecturas dominantes luego del resultado de las legislativas de medio término del 2017. Otro dato clave: CFK también aventaja al presidente en que tiene una intensidad positiva más alta (27,3% de imagen muy buena, contra 14,4%) y una intensidad negativa más baja (ver datos abajo, click para agrandar).
Al respecto, el consultor Gustavo Córdoba evaluó: “Cristina tiene hoy mejor imagen que el presidente de la República. Todo un síntoma de los tiempos que vivimos. CFK acertó en ponerse en un plano secundario. Cristina lo único que ha hecho es callarse, creció con nada. No aprovecharse de Macri, le ha permitido recuperarse. La recuperación de Cristina Fernández de Kirchner es mérito exclusivo de (Mauricio) Macri. Con prudencia está al margen de la crítica, eso le ha permitido bajar la imagen negativa. CFK acertó en ponerse en un plano secundario. Al estar solo, al no poder tener un contendiente, los errores, la descontextualización de las medidas y la política de Cambiemos son muy visibles. Por eso se sostiene la negatividad. Es un escenario negativo. No se han visto aún los efectos de las políticas concretas del FMI. Faltan los efectos concretos. El aumento del dólar pega en las tarifas por los acuerdos con las petroleras. El gobierno no ha podido controlar la situación producida por la crisis cambiaria, no ha acertado. Sólo ha tenido algún respiro, pero hay crisis de confianza, malos manejos, errores y situación internacional desfavorable. El gobierno no está atravesando su mejor momento. El cambio de ministros no le aportó valor, no ganaron espacios de maniobra. Hay persistencia de la negatividad, es un factor que marca con claridad la pérdida de confianza en el gobierno”.
El estudio también confirma el malestar socioeconómico que se había detectado en mayo: casi el 65% de los argentinos mayores de 16 cree que en un año la situación de la economía va a empeorar y sólo el 27% opina lo contrario, un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por la Alianza Cambiemos en la PASO del 2015: 30,12%. Asimismo, la inflación sigue siendo el principal tema que preocupa a los argentinos y la corrupción sigue en grado de importancia. En otro tramo de la encuesta, ante la afirmación "Macri me ha defraudado", un 66% se mostró de acuerdo con ella y un 26,7% en desacuerdo, guarismo que está en el orden de magnitud del resultado obtenido por Macri en las PASO del 2015 (24,5%), lo cual sugiere que corresponde al "núcleo duro de respaldo al presidente", evaluó Córdoba (ver datos abajo; click para agrandar).
Al mismo tiempo, la imagen del presidente arroja un diferencial negativo de 13,2 puntos porcentuales, resultante de una positiva de casi 42% (41,9%) y una negativa de 55,1%, con un 2,8% ns/nc (ver datos arriba; click para agrandar). Esto ubica al presidente con un desempeño de imagen desfavorable respecto a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que según este estudio logra una positiva de 48,1% y una negativa de 48,9%, con un 2,5% de ns/nc (ver datos debajo; click para agrandar). Ese resultado implica un empate técnico en imagen y confirma que si bien CFK polariza, obtiene en esta medición una performance relativamente mejor que Macri, al lograr un diferencial negativo menor a 1 punto porcentual (0,8). De esta manera, la medición se suma a otras que ya venían mostrando una mejora de CFK en imagen, al punto de ponerla en paridad con el actual presidente o incluso por encima como en este caso, dato que en 2016 y 2017 no se observaba.
Esto refuerza nuestra tesis de que el tránsito para el 2019 estaría recreando una dinámica polarizadora y de que el macrismo, que capitalizó un consenso negativo respecto al gobierno anterior, ahora está generando a su vez un consenso negativo en torno a su propia gestión que le da a las elecciones de 2019 una imprevisibilidad novedosa respecto a las lecturas dominantes luego del resultado de las legislativas de medio término del 2017. Otro dato clave: CFK también aventaja al presidente en que tiene una intensidad positiva más alta (27,3% de imagen muy buena, contra 14,4%) y una intensidad negativa más baja (ver datos abajo, click para agrandar).
Al respecto, el consultor Gustavo Córdoba evaluó: “Cristina tiene hoy mejor imagen que el presidente de la República. Todo un síntoma de los tiempos que vivimos. CFK acertó en ponerse en un plano secundario. Cristina lo único que ha hecho es callarse, creció con nada. No aprovecharse de Macri, le ha permitido recuperarse. La recuperación de Cristina Fernández de Kirchner es mérito exclusivo de (Mauricio) Macri. Con prudencia está al margen de la crítica, eso le ha permitido bajar la imagen negativa. CFK acertó en ponerse en un plano secundario. Al estar solo, al no poder tener un contendiente, los errores, la descontextualización de las medidas y la política de Cambiemos son muy visibles. Por eso se sostiene la negatividad. Es un escenario negativo. No se han visto aún los efectos de las políticas concretas del FMI. Faltan los efectos concretos. El aumento del dólar pega en las tarifas por los acuerdos con las petroleras. El gobierno no ha podido controlar la situación producida por la crisis cambiaria, no ha acertado. Sólo ha tenido algún respiro, pero hay crisis de confianza, malos manejos, errores y situación internacional desfavorable. El gobierno no está atravesando su mejor momento. El cambio de ministros no le aportó valor, no ganaron espacios de maniobra. Hay persistencia de la negatividad, es un factor que marca con claridad la pérdida de confianza en el gobierno”.
El estudio también confirma el malestar socioeconómico que se había detectado en mayo: casi el 65% de los argentinos mayores de 16 cree que en un año la situación de la economía va a empeorar y sólo el 27% opina lo contrario, un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por la Alianza Cambiemos en la PASO del 2015: 30,12%. Asimismo, la inflación sigue siendo el principal tema que preocupa a los argentinos y la corrupción sigue en grado de importancia. En otro tramo de la encuesta, ante la afirmación "Macri me ha defraudado", un 66% se mostró de acuerdo con ella y un 26,7% en desacuerdo, guarismo que está en el orden de magnitud del resultado obtenido por Macri en las PASO del 2015 (24,5%), lo cual sugiere que corresponde al "núcleo duro de respaldo al presidente", evaluó Córdoba (ver datos abajo; click para agrandar).
lunes, 16 de julio de 2018
Un malestar socioeconómico que no cede
Con el dólar oscilando en torno a los 28 pesos en los últimos días después de amagar con llegar a los 30, el gobierno nacional se aferra a la esperanza de que si esa moneda encuentra un techo más o menos estable su propia imagen puedan encontrar un piso (a partir del cual pueda rebotar o, al menos, mantenerse). En el posteo anterior citábamos una encuesta de la consultora Ricardo Rouvier realizada entre el 2 y 18 de junio sobre un total de 1.200 casos a lo largo de todo el país, del cual extraíamos el dato evolutivo de la imagen de CFK. Ese estudio, que también incluía una serie evolutiva de la imagen del presidente Mauricio Macri y de su gestión de gobierno, sugiere cierta correlación entre la variación del dólar y la variación de imagen del presidente. La negativa en junio se estabilizó en casi 59%, mientras que la positiva lo hizo en torno al 37% (ver datos arriba; click para agrandar). En ambos casos, las variaciones no son estadísticamente significativas respecto a la medición anterior, por lo cual si bien existe una cierta consistencia entre las oscilaciones de la imagen y del tipo de cambio, son demasiado tenues como para hablar de una correlación estadística estricta (ver datos abajo; click para agrandar).
En el plano de la gestión, los resultados son aún más desfavorables para el oficialismo: casi 62% (61,8%) tiene una opinión negativa, mientras que sólo un 33,1% mantiene una opinión positiva, guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por los Macri en la primera vuelta del 2015: 34,12% (ver datos abajo; click para agrandar). En los extremos, quienes consideran que la gestión de Macri en la Rosada es "mala o muy mala" alcanza casi el 41% (40,7%) mientras que quienes toman como "buena o muy buena" la gestión logra sólo el 18,4% (es decir, por debajo del núcleo duro de Cambiemos constituido por los votantes de Macri en las PASO 2015: 24,5%). En este marco, insistimos en que creemos en una cadena multicausal más larga y a efectos más mediatos que inmediatos en el tiempo, que podemos simplificar así: incertidumbre-crisis cambiaria-suba del dólar-pass through (pase a precios de parte de la devaluación)-inflación-malestar socioeconómico-desgaste político. Es decir, en la medida en que el malestar socioeconómico no ceda, no se puede esperar una estabilización de las variables de imagen del oficialismo.
Esto también tiene una explicación en términos de política económica. El cóctel de medidas implementado por el gobierno para aplacar la crisis cambiaria toma la forma de un paquete procrastinador: las soluciones de fondo se demoran y a cambio hay una fuga hacia adelante que genera elevados costos en la economía real. La suba de tasas es el ejemplo más claro de una medida que profundizará el malestar socioeconómico que las encuestas vienen detectando desde hace meses. El sociólogo Carlos de Angelis evaluó que “el terremoto cambiario ocurrido en mayo y la decisión de recurrir al FMI colocan al país en un túnel donde se desconoce cuándo aparecerá la luz final. El túnel es el enfriamiento de la economía, un camino que ya se transita según las nuevas proyecciones que indican que el país crecería en 2018 entre 0,8 y 1,5% del PBI. El freno es producto de combinar la reducción de poder de compra de los salarios con la falta de interés de los empresarios para realizar inversiones frente a una tasa de interés del 40%”. Si observamos el evolutivo de Rouvier (ver datos debajo; click para agrandar) se advierte el efecto acumulativo del malestar socioeconómico en la erosión de la imagen de gestión a mediano plazo (ya que las variaciones medición a medición no suelen ser estadísticamente significativas, pero sí adquieren significatividad en la serie más larga).
Sumando datos perceptivos que dan cuenta del malestar socioeconómico, un estudio de la consultora Gustavo Córdoba & Asociados realizado en junio mostró un amplio rechazo al manejo de la situación económica por parte de la Casa Rosada, con efecto "halo" en la imagen del “superministro” Nicolás Dujovne. Según el sondeo nacional, realizado mediante IVR sobre una muestra de 1.200 casos con un margen de error muestral de +- 2,83%, el 58,3% de los electores argentinos se expresó en contra del plan económico del Gobierno y sólo el 37,5% se expresó a favor (ver datos abajo; click para agrandar), un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Mauricio Macri en la primera vuelta del 2015 (34,15%).
En ese marco, el consultor Gustavo Córdoba evaluó que “se ve un gran disenso con respecto a la política económica y financiera de Mauricio Macri”. En cuanto a la valoración de la figura del ministro, los resultados son más desfavorables. Aunque su peso específico en el gabinete creció con la crisis de cambiaria y la salida de ministros y otros funcionarios, su imagen negativa alcanza el 53%, contra sólo el 24,8% de imagen positiva (ver datos abajo: click para agrandar). En este caso, el acompañamiento retrocede desde casi el 38% que vimos en la variable anterior a un guarismo que está en el orden de magnitud del resultado obtenido por Macri en las PASO del 2015: 24,50%, es decir, el núcleo más duro de la Alianza Cambiemos.
Sin embargo, es peor el resultado en términos de confianza: el 78% destacó no ver que el presidente Mauricio Macri tenga la situación económica bajo control y apenas un 12% consideró que Macri tiene el asunto controlado. “El conjunto de todos estos datos muestra no sólo un rechazo generalizado a la política económica, sino también una profunda desconfianza en la capacidad de la Casa Rosada”, agregó Córdoba.
A su turno, un estudio realizado por la consultora Ideia/Big Data también detectó un fuerte pesimismo respecto a los objetivos del acuerdo con el FMI. El 64% no cree en las declaraciones emitidas por el organismo, sólo 4% sí cree en ellas y un 32% dijo no saber qué opinar (ver datos abajo; click para agrandar). Respecto a la promesa del gobierno de que el acuerdo protegerá a la población más vulnerable, el 44% no cree en ella y apenas el 19% sí (es decir, por debajo del núcleo más duro de la Alianza Cambiemos, del orden del 25%) y un 37% dijo no saber (ver datos al final; click para agrandar).
Estos datos se articulan de manera consistente con el planteo que oportunamente hizo De Angelis: “desde el oficialismo se deberían morigerar los festejos por el acuerdo con el FMI. En este sentido también causaron perplejidad las declaraciones de esta semana del nuevo hombre fuerte del Gobierno, Luis `Toto` Caputo, cuando expresó que la corrida cambiaria `es lo mejor que nos pudo haber pasado. Esto nos obligó a ir a pedir el crédito al Fondo Monetario, que nos da mucha mayor certidumbre, particularmente con el financiamiento`. La historia argentina muestra que los acuerdos con el Fondo si bien pueden traer un breve oasis de estabilidad cambiaria, tienen un alto costo social y requieren fuertes acuerdos políticos para ser posibles y viables. Ese es uno de los problemas con que se enfrenta el Gobierno, pues para llevar adelante los acuerdos con el organismo multilateral de crédito deben pasar por el Congreso algunas leyes, como la nueva Carta Orgánica del Banco Central, el nombramiento del propio Caputo al frente del BCRA y la autorización para desarmar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses. Va a ser muy difícil que el peronismo “conversador” apruebe una serie de leyes que no solo condicionarán al gobierno siguiente, sino que dejará a esta rama peronista como socia del macrismo en fuertes decisiones sobre las que no ha sido consultada, y que expondrán a las huestes del Miguel Angel Pichetto a un cogobierno virtual sin los beneficios correspondientes”. A este análisis, le agregamos un punto ya planteado en posteos anteriores: el significante “FMI” agrava el envejecimiento marcario de Cambiemos (fenómeno visible desde hace unos meses antes del anuncio del acuerdo, pero agudizado desde mayo).
En el plano de la gestión, los resultados son aún más desfavorables para el oficialismo: casi 62% (61,8%) tiene una opinión negativa, mientras que sólo un 33,1% mantiene una opinión positiva, guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por los Macri en la primera vuelta del 2015: 34,12% (ver datos abajo; click para agrandar). En los extremos, quienes consideran que la gestión de Macri en la Rosada es "mala o muy mala" alcanza casi el 41% (40,7%) mientras que quienes toman como "buena o muy buena" la gestión logra sólo el 18,4% (es decir, por debajo del núcleo duro de Cambiemos constituido por los votantes de Macri en las PASO 2015: 24,5%). En este marco, insistimos en que creemos en una cadena multicausal más larga y a efectos más mediatos que inmediatos en el tiempo, que podemos simplificar así: incertidumbre-crisis cambiaria-suba del dólar-pass through (pase a precios de parte de la devaluación)-inflación-malestar socioeconómico-desgaste político. Es decir, en la medida en que el malestar socioeconómico no ceda, no se puede esperar una estabilización de las variables de imagen del oficialismo.
Esto también tiene una explicación en términos de política económica. El cóctel de medidas implementado por el gobierno para aplacar la crisis cambiaria toma la forma de un paquete procrastinador: las soluciones de fondo se demoran y a cambio hay una fuga hacia adelante que genera elevados costos en la economía real. La suba de tasas es el ejemplo más claro de una medida que profundizará el malestar socioeconómico que las encuestas vienen detectando desde hace meses. El sociólogo Carlos de Angelis evaluó que “el terremoto cambiario ocurrido en mayo y la decisión de recurrir al FMI colocan al país en un túnel donde se desconoce cuándo aparecerá la luz final. El túnel es el enfriamiento de la economía, un camino que ya se transita según las nuevas proyecciones que indican que el país crecería en 2018 entre 0,8 y 1,5% del PBI. El freno es producto de combinar la reducción de poder de compra de los salarios con la falta de interés de los empresarios para realizar inversiones frente a una tasa de interés del 40%”. Si observamos el evolutivo de Rouvier (ver datos debajo; click para agrandar) se advierte el efecto acumulativo del malestar socioeconómico en la erosión de la imagen de gestión a mediano plazo (ya que las variaciones medición a medición no suelen ser estadísticamente significativas, pero sí adquieren significatividad en la serie más larga).
Sumando datos perceptivos que dan cuenta del malestar socioeconómico, un estudio de la consultora Gustavo Córdoba & Asociados realizado en junio mostró un amplio rechazo al manejo de la situación económica por parte de la Casa Rosada, con efecto "halo" en la imagen del “superministro” Nicolás Dujovne. Según el sondeo nacional, realizado mediante IVR sobre una muestra de 1.200 casos con un margen de error muestral de +- 2,83%, el 58,3% de los electores argentinos se expresó en contra del plan económico del Gobierno y sólo el 37,5% se expresó a favor (ver datos abajo; click para agrandar), un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Mauricio Macri en la primera vuelta del 2015 (34,15%).
En ese marco, el consultor Gustavo Córdoba evaluó que “se ve un gran disenso con respecto a la política económica y financiera de Mauricio Macri”. En cuanto a la valoración de la figura del ministro, los resultados son más desfavorables. Aunque su peso específico en el gabinete creció con la crisis de cambiaria y la salida de ministros y otros funcionarios, su imagen negativa alcanza el 53%, contra sólo el 24,8% de imagen positiva (ver datos abajo: click para agrandar). En este caso, el acompañamiento retrocede desde casi el 38% que vimos en la variable anterior a un guarismo que está en el orden de magnitud del resultado obtenido por Macri en las PASO del 2015: 24,50%, es decir, el núcleo más duro de la Alianza Cambiemos.
Sin embargo, es peor el resultado en términos de confianza: el 78% destacó no ver que el presidente Mauricio Macri tenga la situación económica bajo control y apenas un 12% consideró que Macri tiene el asunto controlado. “El conjunto de todos estos datos muestra no sólo un rechazo generalizado a la política económica, sino también una profunda desconfianza en la capacidad de la Casa Rosada”, agregó Córdoba.
A su turno, un estudio realizado por la consultora Ideia/Big Data también detectó un fuerte pesimismo respecto a los objetivos del acuerdo con el FMI. El 64% no cree en las declaraciones emitidas por el organismo, sólo 4% sí cree en ellas y un 32% dijo no saber qué opinar (ver datos abajo; click para agrandar). Respecto a la promesa del gobierno de que el acuerdo protegerá a la población más vulnerable, el 44% no cree en ella y apenas el 19% sí (es decir, por debajo del núcleo más duro de la Alianza Cambiemos, del orden del 25%) y un 37% dijo no saber (ver datos al final; click para agrandar).
Estos datos se articulan de manera consistente con el planteo que oportunamente hizo De Angelis: “desde el oficialismo se deberían morigerar los festejos por el acuerdo con el FMI. En este sentido también causaron perplejidad las declaraciones de esta semana del nuevo hombre fuerte del Gobierno, Luis `Toto` Caputo, cuando expresó que la corrida cambiaria `es lo mejor que nos pudo haber pasado. Esto nos obligó a ir a pedir el crédito al Fondo Monetario, que nos da mucha mayor certidumbre, particularmente con el financiamiento`. La historia argentina muestra que los acuerdos con el Fondo si bien pueden traer un breve oasis de estabilidad cambiaria, tienen un alto costo social y requieren fuertes acuerdos políticos para ser posibles y viables. Ese es uno de los problemas con que se enfrenta el Gobierno, pues para llevar adelante los acuerdos con el organismo multilateral de crédito deben pasar por el Congreso algunas leyes, como la nueva Carta Orgánica del Banco Central, el nombramiento del propio Caputo al frente del BCRA y la autorización para desarmar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses. Va a ser muy difícil que el peronismo “conversador” apruebe una serie de leyes que no solo condicionarán al gobierno siguiente, sino que dejará a esta rama peronista como socia del macrismo en fuertes decisiones sobre las que no ha sido consultada, y que expondrán a las huestes del Miguel Angel Pichetto a un cogobierno virtual sin los beneficios correspondientes”. A este análisis, le agregamos un punto ya planteado en posteos anteriores: el significante “FMI” agrava el envejecimiento marcario de Cambiemos (fenómeno visible desde hace unos meses antes del anuncio del acuerdo, pero agudizado desde mayo).
lunes, 9 de julio de 2018
30-30-30: crisis cambiaria, inflación y desgaste político
Otros estudios confirman la línea interpretativa por la cual la crisis explica un desgaste que atraviesa los vaivenes de la coyuntura (con "issues" como el Mundial y la despenalización del aborto, entre otros). Vale decir, si bien esos temas son fuertes, no llegan a desplazar la centralidad de la agenda económica que es la que está castigando al gobierno, habida cuenta de que problemas como la inflación impactan directamente en el metro cuadrado de los electores. En esa línea, un informe de la consultora CEIS apuntó que “la percepción sobre la situación económica y las políticas en la materia son el principal punto oscuro en la evaluación presidencial. Con relación a las respuestas de los entrevistados en cuanto a la comparación de la economía respecto del 2017, el 65% piensa que la economía ha 'empeorado'. Al observar las respuestas acerca de la situación económica del país en el presente, un 32% de los encuestados sostiene que es mala y el 31% piensa que es muy mala, mientras que el 35% tiene una evaluación positiva y considera que es buena o muy buena. En cuanto a las expectativas a futuro, un 16% de los encuestados sostiene que la economía 'seguirá igual', sin embargo las expectativas de 'mejora' económica alcanzan a un 25% de la población, mientras que casi 6 de cada 10 encuestados creen que la misma empeorará". Dentro de la agenda económica, el estudio también detecta que el tarifazo gravita fuertemente: con relación al aumento de tarifas de luz, gas y transporte, casi 2 de cada 3 encuestados respondieron estar "poco de acuerdo" o "nada de acuerdo" con el aumento de tarifas de los servicios, y el 60% los considera desmedidos. Respecto al aumento del dólar, el 71% de la población responde que lo afecta, mientras que un 20% cree que no lo afecta. En cuanto a la decisión del gobierno de volver al FMI, el 16% de la población está "muy de acuerdo" y el 22% está "algo de acuerdo", mientras que el 19% "está poco de acuerdo", llegando al 43% la proporción de quienes están "nada de acuerdo".
A su turno, el Monitoreo Nacional de Ricardo Rouvier & Asociados de junio detectó que casi el 62% (61,8%) desaprueba la gestión de gobierno, mientras que sólo 33,1% la aprueba. Estos datos confirman la tendencia según la cual el apoyo al oficialismo perfora el 40%, alejándose del orden de magnitud del resultado obtenido en las legislativas de 2017 (42%) y se repliegan a valores más cercanos al 30%, es decir, núcleo duro de Cambiemos (lo que obtuvieron Macri+Sanz+Carrió en las PASO del 2015: 30,12%). Al mismo tiempo, las expectativas económicas se encuentran en su peor momento: el 69,4% no cree que la inflación vaya a bajar. Asimismo, el estudio de Rouvier coincide con el de Dalessio Irol – Berenzstein en mostrar un “efecto de contraste” en virtud del cual la imagen de la principal dirigente opositora, Cristina Fernández de Kirchner, mejora relativamente, de la mano de una leve baja de la imagen negativa y un crecimiento también módico de la imagen positiva. Si se observa la serie evolutiva, de medición a medición las variaciones son estadísticamente no significativas: por ejemplo, entre mayo y junio la calificación positiva crece apenas 0,3 puntos porcentuales, mientras que la negativa cede 0,4 puntos porcentuales. Sin embargo, si la mirada se amplía hasta diciembre de 2017 y toma todo el primer semestre de 2018, la variación en la imagen positiva gana sustancia (4,7 puntos porcentuales), al igual que la baja en negativa (-4,1 puntos porcentuales) y la tendencia adquiere consistencia, ya que la favorable crece a lo largo de todos esos meses a costa de la desfavorable (ver datos abajo; click para agrandar).
Como venimos planteando, estas tendencias (desgaste oficialista y reposicionamiento de la principal opositora) van recreando las condiciones de una polarización de cara al 2019. Se sabe que ese recurso le sirvió al gobierno en los recientes turnos electorales; sin embargo, hoy una nueva apuesta a la polarización encierra diversos riesgos. Por caso, cuando el presidente Mauricio Macri ensayó esa movida en el debate por el proyecto antitarifazo (que luego vetó), diversos analistas consideraron un error estratégico de Macri el haber intentado forzar un cambio del peronismo moderado por la vía de agitar el "fantasma" de Cristina Kirchner. "Puede tener sus ventajas tácticas a corto plazo, pero estratégicamente es muy peligroso, sobre todo en momentos de tensión económica. Al usar a Cristina como la otra opción frente al actual Gobierno, si alguien tiene dudas sobre la economía argentina, esas dudas van a aumentar. Al Macri polarizar y decir si a mí me va mal lo que viene es Cristina, el que tiene que decidir una inversión lo que va a hacer es frenar todo y esperar a que aclare. De modo que una estrategia de este tipo puede complicar aún más la crisis, en lugar de ir resolviéndola", evaluó Rosendo Fraga, director de la consultora Nueva Mayoría.
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