En la entrada previa decíamos que en julio Poliarquía repasó los 4 escenarios planteados en función de nuevas variables clave: la gravitación de CFK y la evolución de la crisis económica, a su vez con tres escenarios alternativos ("L", "U" y "V"). El vuelco en las tendencias se pone en evidencia en el dato de que el escenario 1 planteado por Poliarquía bajó de una probabilidad del 40% a una probabilidad de sólo el 15%. En la misma línea, la probabilidad de que la elección de 2019 se resuelva en ballotage creció del 25% al 45%. Por otro lado, en términos de preferencia electoral, el presidente Mauricio Macri pasó del 16% al 15%, María Eugenia Vidal del 19% al 18%, CFK del 24% al 18%, Sergio Massa del 14% al 13%, Juan Urtubey del 4% al 7% y Elisa Carrió del 1% al 7%. Florencio Randazzo mantiene un 3%, y se agregan al pelotón Axel Kicillof con 5% y Nicolás del Caño con 4%. Otros candidatos suman 2% y el ns/nc 8%. Por espacios, Cambiemos queda en 40%, el kirchnerismo 23% y la sumatoria del massismo más el peronismo no K (un frente no constituido por ahora, con lo cual la sumatoria es un tanto forzada) otro 23% (ver datos arriba; click para agrandar).
Como cualquier análisis de probabilidad, el de Poliarquía intenta perfilar escenarios para achicar la incertidumbre. Entre el escenario de precrisis y el de poscrisis, por ejemplo, Vidal y Macri casi no varían: la gobernadora de la provincia de Buenos Aires pasa de 19% a 18%, mientras que Macri pasa de 16% a 15%. Es decir, ambos bajan un punto porcentual, una variación estadísticamente no significativa. Esta limitación cuantitativa tiene una traducción cualitativa: a tenor de estos datos no nos queda claro cuál sería el plan A y cuál el plan B para Cambiemos, ya que no se aprecia una diferencia sustancial entre el presidente y la gobernadora de PBA (lo que sí aparece en otros estudios que revisaremos en breve). Si hacemos foco en los otros datos clave, la probabilidad mejora para la oposición y empeora para el oficialismo, ya que bajan las probabilidades de que Cambiemos venza con comodidad y crecen las de que necesite un ballotage o segunda vuelta. Sin embargo, al mirar la preferencia electoral, contradictoriamente con lo anterior se observa mayor dispersión del voto, lo que en teoría favorece al oficialismo. ¿Entonces? ¿Qué pasa si el modelo de Poliarquía, o el de Ipsos, o cualquier otro que construyamos fracasa en achicar la incertidumbre? ¿Y si terminara por suceder algo que a priori consideramos altamente improbable?
En El Cisne Negro, Nassim Taleb analiza el impacto de lo altamente improbable. La imagen de ese cisne alude a un suceso que se caracteriza por los siguientes atributos: 1) es una rareza, porque está fuera de las expectativas normales; 2) produce un impacto tremendo; 3) pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que, erróneamente, se hace explicable y predecible. ¿Existen condiciones que funcionen como un caldo de cultivo para la aparición de un cisne negro? Hagamos un pequeño ejercicio: en general, los análisis de tendencias sugieren que si la actual crisis empeora y desemboca en un escenario en el cual la economía se comporta como una “L”, esto es, cae y no se recupera por un tiempo suficientemente largo (por caso, hasta la previa a las elecciones primarias del 2019), la figura más beneficiada sería la de CFK. Sin embargo, otra alternativa sería que se genere un escenario de crisis sistémica similar al del 2001, que podría detonar un emergente del tipo “Que se vayan todos”. Recientemente, Juan Manuel Aurelio, director de la consultora Aresco, insinuó una posibilidad así. “Este contexto desfavorable, esta mala evaluación de la gente sobre la economía y el futuro están golpeando a toda la dirigencia en general. Porque al no tener alternativas, al no aparecer nuevos liderazgos, lo que está pasando es que hay un menosprecio general hacia la clase política”, apuntó. Antes de él, consultado por si observaba un escenario propicio para la irrupción de un “outsider”, es decir alguien ajeno al sistema político, Juan Germano, politólogo y director de la consultora Isonomía, evaluó: “Hay un cierto caldo de cultivo, pero, por ahora, no se ve con nombre propio y en el corto plazo. Si uno analiza lo que pasa en otros países, es que se crearon caldos de cultivo para esos outsiders. La actual gestión tenía entre sus grandes motores el de la expectativa de un futuro más promisorio. Esto es, soportar un presente magro en función de un futuro mejor. Lo que hoy se ve es que ese gran motor está más débil. Lo que creo es que hay herramientas para volver a recuperar la relación con esos ciudadanos”.
En pleno “mayo negro”, circularon mediciones que incluían a Marcelo Tinelli como un potencial candidato de cara al 2019. El consultor Jorge Giacobbe midió su imagen y su proyección electoral con un sondeo de 2.000 casos a través de dispositivos móviles. Según los datos resultantes, el 80% de las personas encuestadas aseguró que “no lo votaría”. En tanto, un 10,1% contestó que "debería pensarlo" y sólo un 8,6% estaría dispuesto a darle su voto (ver datos arriba; click para agrandar). Los encuestados también fueron consultados sobre qué palabra utilizarían para definir al ex vicepresidente de San Lorenzo. La más elegida fue "oportunista", mientras que otras mencionadas fueron "conductor", "empresario", "falso", "showman", "payaso", "chanta", "misógino" y “machista” (ver datos arriba; click para agrandar). Entre los partidos políticos de pertenencia ideológica diferenciados en la encuesta, quienes expresaron un mayor rechazo hacia el voto a Tinelli fueron los vinculados a la Unión Cívica Radical, con 88,6% de votos negativos y un mínimo porcentaje del 4,3% para el “sí”. En cuanto a imagen, según el estudio tenía una negativa de 57,5%, con una positiva del 12,2%. A pesar de su imagen, se trata del personaje más conocido respecto a los otros dos “outsiders” medidos (Francisco De Narváez y Facundo Manes; ver datos arriba; click para agrandar). En conjunto, los resultados no son demasiado auspiciosos respecto a la posibilidad de que Tinelli pudiera ser un outsider que capitalice una eventual crisis de grandes proporciones, aunque la metodología utilizada no permite extrapolar tendencias al electorado general.
Sin embargo, desde el desde el entorno del conductor de TV se quejaron de los números de Giacobbe: los vincularon a una "operación del gobierno" y difundieron una encuesta propia con datos de abril pasado, que fue atribuida a CK consultores. En este caso, un 33,3% podría llegar a votar a Tinelli en 2019, un 15,4% "seguramente lo votaría" y su imagen positiva es de 69,8%. Como puede apreciarse, resultados más favorables que los de Giacobbe. Nuevamente, se impone la pregunta: ¿entonces? Con esas dos mediciones, no se achica la incertidumbre. Veamos si una tercera es la vencida: la consultora Synopsis realizó en junio un sondeo sobre la imagen de Tinelli entre los argentinos. De acuerdo a sus datos, un 34,6% tiene una imagen negativa de él, mientras que el 28,1% tiene una imagen positiva. Un 32,1% tiene una imagen neutral, ni positiva ni negativa; y un 5,3% no sabe o prefirió no contestar (ver datos arriba; click para agrandar). Respecto a sus posibilidades electorales, Synopsis preguntó: "Si Marcelo Tinelli incursionara en política, y se presentara como candidato a presidente, ¿qué tan dispuesto estaría a votarlo?". En este caso, una mayoría (56,8%) contestó que no lo haría, 19,2% dijo que "podría llegar a votarlo", 13,6% que seguramente lo votaría, y 10,4% que no sabe (ver datos abajo; click para agrandar). Así, Lucas Romero, director de la consultora, evaluó que el conductor de televisión no tendría posibilidades de ganar en un eventual balotaje, dado que una amplia mayoría de los encuestados no lo votaría. Sin embargo, un “piso” de casi 14% no es un dato menor, y un potencial adicional de otros 19 puntos porcentuales (si bien en una situación no competitiva-comparativa) tampoco. Es decir, con las cifras de Synopsis no podría descartarse que Tinelli fuera candidato y que resultara competitivo. Con todo, existen al menos otros dos posibles “cisnes negros” que deberíamos considerar si quisiéramos minimizar la chance de ser sorprendidos: 1) el primero, que ante la persistencia de la crisis y previendo una pérdida de gobernabilidad, el oficialismo decidiera adelantar las elecciones a abril o mayo del 2019, una alternativa ya planteada en artículos periodísticos recientes 2) el segundo, que la crisis actual generara una "tormenta perfecta" de tal magnitud que precipitara la salida del oficialismo del poder. Perfilaremos estos escenarios que a priori parecen hoy altamente improbables en próximas entradas.
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