martes, 12 de junio de 2012

El gobierno profundiza su heterodoxia (1)




Una asidua lectora (y más, colaboradora) de este blog había dejado planteado el desafío de profundizar en el análisis del panorama económico la cuestión de la pesificación; intentaremos hacerlo ahora.

Creemos que el interés de gran parte de los argentinos en el dólar como moneda de reserva de valor se explica, por cierto, por las sucesivas devaluaciones sufridas por la moneda nacional a lo largo de la historia, pero también por un componente cultural, si se quiere un aspiracional, que nos distingue de otros países latinoamericanos que también han sufrido vaivenes económicos comparables a los nuestros pero sin embargo se han mantenido fuera de esa mentalidad "bimonetaria" que nos distingue. 

De esta suerte, habría una especie de “fetichismo” argentino por el dólar, que si bien tiene una lógica económica no por debería aceptarse acríticamente: en el actual contexto de crisis global, se percibe al dólar como una moneda fuerte, y sin embargo, el déficit público de EE.UU. del mes pasado duplicó al de hace 1 año atrás, lo que pone en evidencia que esa valoración del dólar coexiste con un sistema que encubre (o al menos deja en la trastienda) el hecho de que tampoco la emisión de dólares por parte de ese país cuenta con un respaldo a salvo del cuestionamiento “ortodoxo” (por supuesto, la “trampa” de la ortodoxia es el doble rasero, o sea, no se exige lo mismo a los países “desarrollados” que a los “emergentes”).

Con todo, desde la óptica del análisis económico más tradicional se puede decir que los especialistas tienen razón cuando dicen que el problema es la inflación (y su impacto en la relación cambiaria entre el peso y el dólar) y no la cotización del "verde", cuestionando que el gobierno ataca el síntoma (vale decir, el efecto) y no la causa; pero no es menos cierto que el "cepo" cambiario y el esfuerzo de pesificación están apuntando tanto a la coyuntura como al componente "cultural" o "aspiracional" del dólar, tratando de remover esa asentada "mentalidad" bimonetaria. 

En ese marco, hay que interpretar (creemos) otro elemento de este contexto que se suma al "cepo" cambiario: el avance hacia la pesificación de contratos y obligaciones incluida en el proyecto de unificación y reforma de los Códigos Civil y Comercial abriendo la posibilidad de cancelar obligaciones en pesos a la cotización oficial del dólar, sin tener necesariamente que hacerlo en la moneda estadounidense. 

Esta movida supone además una nueva remoción de un resabio de la convertibilidad, como acertadamente interpretó Rubén Rabanal en Ámbito Financiero: "la reforma que ahora se envió al Congreso da marcha atrás así con otro de los artículos de la Ley de Convertibilidad aún vigentes, el 11. Fue allí donde Domingo Cavallo modificó el Código Civil introduciendo la bimonetariedad en el país permitiendo que se cumpliera con la cancelación de contratos en la moneda que éstos estuvieran estipulados, dólares o lo que fuera. Hasta puede decirse que este es el fin «cultural» de la convertibilidad, aunque se mantenga la posibilidad de realizar contratos en dólares". Es decir, mientras que la convertibilidad (con su insostenible paridad 1 a 1) “halagó” a ese aspiracional del argentino (o al menos de segmentos importantes de la sociedad argentina) el kirchnerismo apuntaría a cuestionarlo, interpelarlo e (idealmente) confinarlo a un lugar marginal.  

Además, el "avance pesificador" confirma la línea económica heterodoxa de la que hemos hablado ya varias veces en este blog y que, por supuesto, despierta las críticas de los economistas que no comparten esa orientación: por ejemplo, Juan Llach, que habló de "pesificación forzosa, transitoria y marginal" e insistió en que "si no se ataca en serio la inflación, a la hora de ahorrar e invertir, los argentinos seguirán pensando en dólares, no en pesos. El problema cultural de la Argentina al respecto no es el uso del dólar, sino la reincidencia en la inflación". Asimismo, Llach reconoció que fue un logro del gobierno haber bajado el nivel de deuda pública del país, pero reclamó que  eso debería ser aprovechado para refinanciar parte de los vencimientos de la deuda en lugar de pagarlos con reservas del Central.

¿Puede tener éxito este gobierno allí donde otros fracasaron, es decir, en plantear con medidas heterodoxas una "batalla cultural" contra la mentalidad (o idiosincrasia) bimonetaria presente en Argentina? ¿Podrá contra ese fetichismo o, por el contrario, siendo en términos marxistas la “conciencia” determinada por la “existencia” ese fetichismo terminará por prevalecer? Se sabe que el kirchnerismo es afecto a plantear sus acciones en términos de su “relato épico”, y esta “batalla cultural” sería un hito más en esa línea. Volveremos sobre este interrogante en un próximo post. 

4 comentarios:

  1. Hola Norman, las funciones del dinero son medio de cambio, unidad de cuenta ya reserva de valor. El problema es que históricamente los argentinos hemos aprendido que esta ultima función no es garantizada por la moneda local. Todo intento compulsivo de utilizar el peso, hará perder confianza en el mismo y acelerara el proceso. Para que el peso recupere la condición de reserva de valor debe ser así percibido por la gente y eso se logra solo a través de la confianza, que lamentablemente se construye en mucho tiempo pero se pierde muy rápidamente.
    Luis

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  2. Hola Luis (sos Ferrucci?) gracias por el aporte, sí, están clarísimas las funciones del dinero (es algo que vimos en economía ya en el secundario, no?). Sin duda las sucesivas devaluaciones y crisis son las que han puesto en cuestión especialmente la última de las funciones y que la confianza es una clave, pero me parece importante también explorar el costado no sólo racional del tema sino también el simbólico, que no es un dato menor. Saludos!

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  3. Algo parecido pasó con el Real, no?

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  4. Hola Mariana! En Brasil hay una amenaza de reducción de la actividad industrial y de su competitividad, por lo que se devaluó el real y la presidenta Dilma Rousseff intenta incentivar el consumo y aumentar la actividad económica. La diferencia es que es una economía menos "dolarizada" culturalmente que la argentina. Saludos y gracias por tu aporte!

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