El pasado mes de febrero (aún no hay cifras consolidadas de marzo) el gobierno
nacional recibió un dato módico, pero alentador, desde una fuente insospechada de cercanía con
el oficialismo: una mejora en el nivel de confianza en el
gobierno, según el índice que mide la Universidad Torcuato Di Tella. La suba fue
leve (4% respecto de enero de 2013), aunque en la comparación interanual seguía
28% por debajo del registrado en febrero
de 2012.
El índice continuaba siendo superior entre los habitantes del Gran Buenos Aires (el distrito electoral de mayor peso) por encima del nivel de confianza en Capital Federal (plaza más bien opositora: si bien en las presidenciales de 2011 CFK se impuso, allí obtuvo menos ventaja que en el promedio general nacional) y el Interior del país (de postura diversa respecto al oficialismo, con distritos muy favorables y otros no tanto). En términos etarios, el indicador tuvo un mejor desempeño entre los ciudadanos menores de 30 años, continuando la tendencia comenzada en julio de 2012, pero la confianza también experimentó una leve mejora en los mayores de 30 años.
El índice continuaba siendo superior entre los habitantes del Gran Buenos Aires (el distrito electoral de mayor peso) por encima del nivel de confianza en Capital Federal (plaza más bien opositora: si bien en las presidenciales de 2011 CFK se impuso, allí obtuvo menos ventaja que en el promedio general nacional) y el Interior del país (de postura diversa respecto al oficialismo, con distritos muy favorables y otros no tanto). En términos etarios, el indicador tuvo un mejor desempeño entre los ciudadanos menores de 30 años, continuando la tendencia comenzada en julio de 2012, pero la confianza también experimentó una leve mejora en los mayores de 30 años.
Ese dato se sumaba a una encuesta
nacional dada a conocer por Management
& Fit (M & F, una de las consultoras que en el histórico de las
mediciones muestra los datos más desfavorables al oficialismo) en enero pasado, que mostraba
que la presidenta había logrado frenar
su caída en imagen e incluso lograba un pequeño crecimiento (en rigor,
estadísticamente no significativo) respecto a diciembre: 28,9 % a 30,7%. La
tendencia a la mejora sí era visible comparada contra el peor momento de CFK en
septiembre de 2012 (siempre según M & F) con un piso del 24,3%.
Asimismo, este estudio destacaba que
la imagen negativa se mantenía elevada (42,2%) pero esa situación no era capitalizada
por la oposición, que seguía sin colocar a ningún referente que concentrara las
expectativas de los que rechazan a CFK. Que ningún opositor aglutinaba el
malestar con el oficialismo quedaba puesto en evidencia en el 64,3% de los
consultados que desaprobaba la labor desarrollada por la oposición (solamente el
12,8% la aprobaba). Asimismo, la evaluación del gobierno nacional estaba apenas 2 puntos por encima de la valoración personal de Cristina: 32,6% aprobaba la
gestión, contra un 60,1% que la desaprobaba. Según la misma consultora, en
febrero pasado el panorama se mantenía prácticamente inalterado: 32,1% de aprobación
vs. 59,2% de desaprobación.
En ese marco, el oficialismo fue definiendo cuestiones relativas a la estrategia electoral y el armado político,
de donde pueden destacarse algunas claves a partir de las cuales el
kirchnerismo apuesta a mejorar la magra cosecha electoral del 2009 (la peor
elección nacional desde su entronización en el poder, pese a haber conservado
la primera minoría electoral en todo el país). En primer término, no habría
adelantamiento de elecciones como en 2009 (fueron en junio), sino
primarias en agosto y generales en octubre (como en el electoralmente exitoso
2011); la apuesta oficialista también es que eso coincida con un primer
semestre del año económicamente más tonificado que el primer semestre del 2012
(lo cual requiere una serie de condiciones, que serán materia de otra entrada
en el blog).
En junio se anotarían las alianzas y
listas para las legislativas, lo que coincide con los preparativos para el pago
del medio aguinaldo, dato que puede leerse de dos maneras: 1) la gente votará
en las primarias con un “efecto aguinaldo” encima (la magnitud que puede tener en términos de consumo ese efecto en el actual contexto inflacionario está por verse) y 2) en esos días, el
gobernador Daniel Scioli se encontrará con una exacerbada dependencia de fondos
nacionales (para afrontar, justamente, el compromiso del medio aguinaldo). Esto hace más previsible
un acuerdo por las listas en el estratégico distrito bonaerense que una abierta
ruptura entre el kirchnerismo y Scioli (de hecho, pese a las escaramuzas de las
semanas anteriores, en estos días Scioli ratificó por enésima vez su continuidad dentro
del espacio). Por otro lado, junio también sería el tiempo límite para que el
intendente de Tigre, Sergio Massa, muestre sus cartas (si jugará contra el FPV,
a favor del FPV o no jugará en las legislativas).
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