miércoles, 25 de febrero de 2015

Ninguna medición es neutra (2)

De la introducción metodológica y técnica que hicimos en el post anterior se desprende también una jerarquía implícita de las encuestas, por orden descendente de confiabilidad, que para nosotros se ordena así: domiciliarias, tracking, coincidentales, telefónicas asistidas, telefónicas grabadas. La online, en su estado actual, apenas alcanza el carácter de sondeo, dado que a priori es vulnerable a una enorme cantidad de sesgos. La preferencia por la domiciliaria, que parece una antigüedad ahora que todos se decantan por las telefónicas por motivos de costos y rapidez, es sólida en fundamentos; incluso el consultor Carlos Fara, a propósito de las encuestas conocidas en los últimos días, advirtió que las telefónicas dejan afuera aproximadamente al 40% de los electores; esto implica que debe recurrirse a procedimientos de ponderación para limitar la incidencia de los mismos para extrapolar las tendencias obtenidas a través de encuestas telefónicas al universo total de electores. 

En la nota de Luis Majul que citábamos en el post anterior, el periodista escribía: “Los mismos consultores que entregaron el trabajo explicaron a su cliente que los porcentajes de intención de voto a presidente no pueden ser tomados como una verdad revelada si se lo preguntan a través de la máquina de voz grabada. También le aclararon que la opinión pública argentina está cada vez más´latinoamericanizada´ y que a la mayoría le importan muy poco los temas vinculados con las "instituciones" y la defensa de ´la República´. Que siguen primero en el ranking de preocupaciones la inseguridad, el trabajo, la inflación, mucho más atrás la corrupción, y que el caso Nisman terminará diluyéndose entre otras urgencias más personales”. Esto es pertinente, porque algunas lecturas de coyuntura tienden a sobreestimar la incidencia de estos issues en la campaña prelectoral. En otro orden, el especialista citado “recomendó también leer con cuidado la tendencia de intención de voto de los tres presidenciables desde febrero de 2014 hasta ahora, con respuestas logradas por el sistema CATI. En ellas, Macri pasa de 17 a 24 puntos; Massa, de 35 a 27, y Scioli se mantiene en un promedio de 26, entre los 24 puntos obtenidos en febrero del año pasado y los 27 que logra en enero de este año. Yo me prepararía para un escenario de triple empate hasta unos días antes de las PASO en agosto, aconsejó".

Es pertinente hacer un repaso de las encuestas conocidas en los últimos días: según Ipsos (gráficos arriba), Sergio Massa lidera la carrera presidencial, con 25,7% de intención del voto para las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO, previstas para agosto) si esas elecciones fueran hoy. Scioli alcanza el 21,3% y Macri el 20,7% (un empate técnico, considerando el margen de error muestral). Al preguntarle a los encuestados de manera más directa por quién votarían el próximo 25 de octubre (elecciones generales), el 28,3% eligió a Massa, el 27,9% a Scioli y el 23% a Macri. Aquí el empate técnico se desplaza del segundo al primer lugar, aunque en rigor la distancia entre los tres es poca y para nada categórica ni decisiva. La misma proximidad surge de los números dados a conocer por Poliarquía, según la cual Macri cuenta con una intención de voto de 28%, seguido de cerca por Scioli (26%) y Massa (24%). Claramente un empate técnico por el primer lugar, y un virtual triple empate si se considera el margen de error. Por su parte, la consultora Management & Fit también ubicó a Macri como líder de la contienda, con 27,9% de intención del voto, en tanto que Scioli registra el 23,6%  y Massa el 18,8%. Esta medición es la más controvertida, ya que deja a Massa tercero y bien por detrás de Macri, su principal competidor en tanto que figura adversa al oficialismo.  

Sin embargo, más allá de los matices, si leemos atentamente las últimas encuestas conocidas, surge efectivamente que Scioli se mantiene estable (desmintiendo las interpretaciones de que salía perjudicado en la actual coyuntura, basadas en preguntas de creencias y no en preguntas de intención de voto). En esto, coincidimos con la evaluación de resultados (aunque no con la adjetivación) que hizo oportunamente Artemio López (con quien discrepamos en las tres entradas anteriores): “al menos en el lapso inmediatamente posterior al episodio del fiscal muerto, los sectores más fervientemente opositores del arco político han ganado visibilidad de medios, y al interior del oficialismo, como corresponde a esta dinámica retrógrada, es el sciolismo –cuyo plexo dirigencial lo constituye el viejo peronismo no kirchnerista– el que al calor del affaire Nisman observa un avance circunstancial en la disputa interna”

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