El análisis FODA es una
técnica tomada del marketing comercial y adaptada al campo de la opinión
pública. Consiste en una caracterización de fortalezas (F), oportunidades (O),
debilidades (D) y amenazas (A) de los principales candidatos, de su propia
fuerza y de los adversarios. Una rápida aplicación de este esquema (no
pretendemos agotar el tema aquí) a los principales candidatos presidenciales
hoy, Daniel Scioli y Mauricio Macri, revelaría que ambos cuentan entre sus
fortalezas con gestiones para mostrar (Scioli en provincia de Buenos Aires,
Macri en ciudad de Buenos Aires), amplios niveles de conocimiento a nivel
nacional como dirigentes y sellos con pregnancia en la opinión pública (PJ-FPV
y PRO, respectivamente). Como debilidades, Scioli encontraba hasta hace poco
resistencia en los núcleos K duros (problema menguante, a tenor de lo que
señalan las encuestas), en tanto que Macri adolece de una débil implantación
territorial fuera de su bastión, la Capital Federal (déficit que, en parte,
podría paliar su frente con la UCR “acuerdista” liderada por Sanz, que se
impuso en la Convención de Gualeguaychú).
En un post reciente citábamos
la encuesta de Management & Fit, según la cual 60 % del electorado se
inclina por "la continuidad del modelo con algunos cambios. Si se divide
el escenario electoral en tercios, uno quiere un cambio total, otro quiere continuidad con profundización y otro
continuidad con cambios: "en este último tercio está la definición de la
elección", según Mariel Fornoni, directora de esa consultora. Esta
afirmación coincide con la hipótesis de los tres tercios expuesta varias veces
en este blog, y que en rigor es el plexo que explica por qué la mejor
candidatura con la que contaba el FPV era la de Daniel Scioli y no la de Florencio
Randazzo, más ligado a una continuidad sin matices, aun sin llegar a ser “K
pura”. Mientras Mauricio Macri lidera claramente el segmento que quiere el
cambio, Randazzo sólo podía disputar con Scioli el de la continuidad y
profundización del modelo y tenía pocas chances
de competir por el de la continuidad con cambios (mucho más permeable a la
candidatura del gobernador bonaerense).
Además de M&F y Fara,
otra consultora indagó recientemente por la alternativa de cambio o continuidad:
Aresco, de Julio Aurelio. Según ese estudio, el 41,8% quiere un presidente que
represente un cambio de modelo, mientras que un 17,2% quiere un presidente que
represente una continuidad sin cambios y un 33,5% aspira a un presidente que
represente una continuidad con cambios. Así, los que hablan de continuidad (con
los dos matices expuestos) suman 50%. Aquí hay una buena oportunidad para Macri: aún
puede subir en las encuestas, hasta casi un 42% (sobre los menos de 30 puntos
porcentuales que mide para las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias,
PASO, y sobre los poco más de 30 puntos que mide, en promedio de las diversas
encuestas, de cara a las generales de octubre). Si las tendencias de Aresco
están bien orientadas, entonces el segmento del cambio es más de un tercio del
electorado.
Sin embargo, los datos de
Aresco también ponen de manifiesto una amenaza para Macri: ese 41,8% puede ser su techo, contra una corriente de continuidad que está en el orden de una ajustada mayoría
electoral (50,7%, si bien con un casi 10 puntos porcentuales menos que en la encuesta de Management & Fit que
citamos antes). Esto marcaría, en sentido contrario, el techo de Scioli (ya que aún un 7,5% que no se define, que resulta clave si lo hiciera en uno u otro sentido).
En ese marco, algunos analistas destacan que si bien en los últimos meses la
campaña de Macri se asentaba en que la premisa de que la mayoría del electorado quiere un cambio (de ahí que el
frente dentro del cual es el candidato opositor más votado se llama Cambiemos),
más recientemente el discurso del jefe de gobierno porteño se transformó y habla
menos de cambio de modelo y más de cambio cultural (el discurso del domingo pasado, después del magro triunfo en el ballotage de Capital Federal, representó un nuevo -y problemático-giro discursivo). Del mismo modo, es palpable
que el discurso de Scioli hoy es más de continuidad que de continuidad con
cambios, dado que de cara a las primarias le resulta clave fidelizar el voto del núcleo
duro K. Sin embargo, mantiene sus matices cada
vez que puede, ya que eso le resulta necesario para captar al segmento electoral que demanda
continuidad con cambio, vital de cara a la primera vuelta presidencial; de ahí
las apelaciones de su discurso a que la etapa que viene es la del “desarrollo”.
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