Respecto a las elecciones
primarias legislativas de 2013, en las que el FPV a nivel nacional obtuvo
27,15% de los votos, el kirchnerismo con Daniel Scioli al tope de la
lista subió 11,25 puntos porcentuales hasta obtener 38,4% de los votos a nivel
país. Ese resultado, asimismo, está unos 5 puntos arriba de lo que se considera
el núcleo duro del FPV, pero muy por debajo del desempeño del FPV en las
elecciones primarias presidenciales del 2011 (50%), algo que habíamos considerado previsible tiempo atrás en este blog: el candidato no es CFK ni el
contexto económico el del 2011, que traccionó un resultado irrepetible. Aun
así, se trata de una elección que deja al oficialismo muy cerca de ganar en
primera vuelta, dada la ventaja de 8,34 puntos sobre el frente opositor más
votado (Cambiemos), de 14 puntos sobre el candidato que sigue a Scioli,
Mauricio Macri (24,2%) y la victoria en 20 de 24 distritos a nivel nacional,
apalancada en gran parte por su inserción a nivel de gobiernos locales.
En las elecciones
primarias legislativas de 2013, el Frente Renovador había obtenido 17% de los
votos a nivel nacional sólo sobre la base de su gran performance del 42% en provincia de Buenos Aires. Ahora, la candidatura nacional de Sergio Massa
obtuvo 14,2%, un retroceso que lo deja lejos de la pelea presidencial como
candidato individual, ya que la distancia respecto de Macri es de 10 puntos porcentuales. Como
frente, UNA llegó al 20,6%: para confirmar ese capital político, Massa necesita
“fidelizar” los 6,4 puntos porcentuales obtenidos por el precandidato José M.
de la Sota, una tarea no sencilla, dado que prácticamente la mitad de esos
votos proceden de la provincia de Córdoba, distrito donde la implantación
territorial de Massa es por demás débil. Esto podría beneficiar relativamente a
Macri y conjurar el potencial peligro de “fuga de votos” hacia el tigrense: recordemos que las encuestas preelectorales mostraron a lo
largo de la campaña un juego de “suma cero” entre ambos candidatos, que se
decantó a favor de Macri y se graficó en la “apertura de la boca del yacaré” en la intención de voto comparada entre ambos precandidatos.
Si Massa lograra sumar los
6 puntos de De la Sota podría acercarse a Macri, siempre y cuando este no
lograra fidelizar a su vez los casi 3,4 puntos que obtuvo Ernesto Sanz y los
2,3 que sumó Elisa Carrió. Si Macri tuviera éxito en esa tarea, rondaría los 30
puntos y sacaría nuevamente una brecha en torno a los dos dígitos respecto del
tigrense. La oportunidad para Massa (que también beneficia, transitivamente, al FPV) está dada en
que en esta instancia Macri corre riesgos de perder votos radicales: los 3,4
puntos que obtuvo Sanz representan la segunda peor elección histórica del
radicalismo a nivel presidencia (sólo Leopoldo Moreau en 2003 hizo una peor
elección, con 2,3 puntos, explicables en el contexto de una UCR que estaba
pagando el fresco recuerdo del estallido de su alianza con el Frepaso en 2001).
El hecho de que la UCR ahora no cuente con un candidato a presidente ni a vice
por primera vez en su historia abre el riesgo de fuga de votos hacia una
alternativa radical “disidente” como la que representa Margarita Stolbizer, que
pese a su magro 3,4% aún sigue en carrera.
Pos-convención radical de Gualeguaychú
en marzo habíamos anticipado que Ernesto Sanz, un débil precandidato
presidencial, había enmascarado esa debilidad detrás de una táctica de alianza
frentista con el PRO que dejó fuera de carrera a un precandidato radical más
fuerte, como era Julio Cobos (quien este domingo salvó con su performance la
victoria de Cambiemos frente a una gran elección del FPV, que venía de perder
los comicios de gobernador de la provincia y aún así puso a Scioli como
candidato más votado, por encima de Macri). En esa movida, decíamos, Sanz
había sacado de carrera a su competidor interno pero había puesto a la UCR en
una posición de debilidad respecto a una figura más fuerte, como la de Macri,
además de enajenarse electores refractarios a esa alianza.
La debilidad de Sanz que durante toda la campaña preanunciaron las encuestas quedó puesta de manifiesto este domingo, en un resultado que confirma que las internas en el extinto espacio UNEN ya habían operado una transferencia de votos de la UCRA hacia Macri: recordemos que la UCR y sus aliados habían obtenido en 2013 un 21,3% de los votos, contra apenas 9% del PRO. Como la UCR concurrió con aliados en 2013 se complica el cálculo, pero si tenemos que en 2011 con fórmula presidencial propia (Ricardo Alfonsín) el radicalismo sumó 12%, si a esos 12 agregamos los 9 nacionales del PRO en 2013 tenemos unos 21 puntos, guarismo que se acerca a los 24,2 de Macri el domingo pasado. Así, deviene evidente que gran parte del voto radical “transferible” a Macri ya migró, lo cual plantea la incógnita de si los 3,4 puntos de Sanz se transferirán al líder del PRO en su carácter de candidato consagrado por el frente Cambiemos.
La debilidad de Sanz que durante toda la campaña preanunciaron las encuestas quedó puesta de manifiesto este domingo, en un resultado que confirma que las internas en el extinto espacio UNEN ya habían operado una transferencia de votos de la UCRA hacia Macri: recordemos que la UCR y sus aliados habían obtenido en 2013 un 21,3% de los votos, contra apenas 9% del PRO. Como la UCR concurrió con aliados en 2013 se complica el cálculo, pero si tenemos que en 2011 con fórmula presidencial propia (Ricardo Alfonsín) el radicalismo sumó 12%, si a esos 12 agregamos los 9 nacionales del PRO en 2013 tenemos unos 21 puntos, guarismo que se acerca a los 24,2 de Macri el domingo pasado. Así, deviene evidente que gran parte del voto radical “transferible” a Macri ya migró, lo cual plantea la incógnita de si los 3,4 puntos de Sanz se transferirán al líder del PRO en su carácter de candidato consagrado por el frente Cambiemos.
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