Decíamos en el post anterior que la búsqueda de regularidades estadísticas entre elecciones era más sencilla en el caso del oficialismo, dado que se mantenía en 2011 y 2013 la identidad de la fuerza (FPV), más allá de las diferencias entre coyunturas. En cambio, ese ejercicio se complicaba en la oposición, debido a los cambios tanto en términos de composición (en 2011 la UCR fue con fórmula propia a las elecciones, mientras que en 2013 concurrió en un frente que hoy ya no existe) como de oferta (en 2011 el PRO no tenía candidato presidencial, y el Frente Renovador ni siquiera existía). Sin embargo, para el análisis comparativo de las primarias 2015 sí podemos apoyarnos en los resultados de las elecciones legislativas de 2013, con algunos matices. Veamos:
El FPV (y aliados) obtuvo en 2013 33,15% de los votos (o 33,03% según el cálculo que aparece en la imagen subida en el post anterior; de cualquier forma, no es una diferencia estadísticamente significativa) y 38,4% según el escrutinio provisorio, lo que implica una mejora de 5,25 puntos. Eso implica que Daniel Scioli ya tiene dentro de su caudal al voto K duro (estimado en 33%) y unos 5 puntos porcentuales adicionales. Recientes trascendidos señalan que el escrutinio provisorio podría hacer subir el voto FPV hasta 39,5%; de confirmarse, entonces la suba sería de 6,35 puntos. En cualquier caso, necesita crecer hacia octubre para imponerse en primera vuelta.
Por el lado de la oposición, en 2013, la UCR y sus aliados llegaron al 21,35% y el PRO al 9,03%. El frente liderado por el radicalismo ya no existe en esta elección: fue suplantado por Cambiemos, que emerge con Mauricio Macri como candidato del espacio, con Gabriela Michetti como candidata a vice (también del PRO, lo que excluye al radicalismo de la fórmula presidencial). Cambiemos obtuvo en las PASO, como frente (esto es, sumando al PRO, la UCR de Ernesto Sanz y la República de Libres e Iguales de Elisa Carrió) el 30,07%. Ese acumulado coincide casi de manera exacta con la suma de UCR y aliados del 2013 y PRO en la misma elección: 30,35%. Eso implicaría que la UCR ya no tiene más voto residual que transferirle a Macri hacia octubre, en tanto y en cuanto las encuestas pos-primarias muestren que el líder del PRO sume los 3,4 puntos que Sanz recogió en las PASO. Es decir que, para seguir creciendo, Macri deberá tomar otros votos de otros electores.
¿Qué sucede entonces con el voto de Margarita Stolbizer, del Frente Progresista, que alcanzó un 3,51% en las primarias de agosto? El análisis sugiere que toma el voto residual de UNEN, refractario a la alianza entre la UCR y Macri, que en 2013 alcanzó el 2,59%, y le añade menos de un punto adicional (0,92, para ser estrictos; probablemente haya allí todavía algún voto radical). Poco para resultar una candidata competitiva en octubre; la duda es si Stolbizer podrá conservar ese caudal, lo cederá al opositor mejor ubicado (Macri, si el elector de Stolbizer fuera un anti-K convencido) o si puede tomar votos de algunos candidatos que quedaron fuera de las primarias (básicamente, espacios de izquierda y el Frente Popular de Víctor de Gennaro).
Por su parte, UNA se compone de los votos de Sergio Massa (14,2%) y José M. De la Sota (6,4%). Esa suma da 20,6%; la referencia inmediata son los votos que (medidos sobre el total nacional) logró Massa con el Frente Renovador en 2013 (17,07%) y Unión por Córdoba (2,3%): ese acumulado da 19,37%. Medidos como frente, UNA sube 1,23 puntos porcentuales sobre ese caudal, pero Massa luce más débil, dado que obtuvo 2,87 puntos porcentuales menos que en 2013, mientras que De la Sota mejoró 4,1 puntos. Massa requeriría captar el 100% de los electores que acompañaron al gobernador cordobés en las PASO, tarea nada sencilla, para resistir una eventual corriente de “voto útil” que podría hacer subir a Scioli y a Macri en la primera vuelta de octubre. Sin duda, el voto de UNA es materia de disputa para el FPV y Cambiemos, toda vez que es muy poco probable que los candidatos de esos espacios logren sacarle al otro los votos que obtuvo en las primarias. Ante eso, la mayor cantera la ofrecen los electores del frente que quedó tercero en las PASO y que se compone de votantes que no son kirchneristas pero tampoco decididamente anti-K, (de hecho, muchos de ellos se sienten cercanos al peronismo).
Finalmente, el FIT alcanzó en las PASO 3,31%, mientras que en 2013 sumó 5,13% (es decir, bajó 1,82 puntos porcentuales). Como la de 2013 fue una elección legislativa, contexto de mayor dispersión que tiende a favorecer a las fuerzas minoritarias, podríamos arriesgar que a ese partido quizá le cueste llegar a esa performance, que marcaría un techo. Por fuera de este análisis retrospectivo, queda el 2,08 que obtuvo en 2013 el frente Unidos por la Libertad y el Trabajo, cuya columna central es el moyanismo (por tanto, son votos de electores cercanos al peronismo que podrían disputarse Scioli y Massa, más que Macri), el 0,59% del Movimiento Popular Neuquino (fuerza provincial, que es aliada táctica del FPV y no cuenta con boleta presidencial, por lo cual podría engrosar el caudal de Scioli en octubre) y un 6,84% de otras fuerzas.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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