viernes, 9 de marzo de 2018

De la euforia poselectoral al pesimismo del último trimestre

Uno de los analistas que se hace eco del quiebre que supone la caída de las expectativas en el oficialismo de la mano de un malestar socioeconómico es Julio Burdman. “Las percepciones y expectativas venían mejorando, pero en diciembre eso cambió en la opinión pública. Y los meses que vienen van a ser duros. Hasta ahora, Cambiemos supo sortear momentos difíciles con éxito; veremos si eso se repite en 2018 (…) hay algo que sigue ausente en la relación con la opinión pública. El presidente promete resultados económicos pero no explica cómo sus políticas económicas van a conducirnos a dichos resultados”. En este marco, 2018 presenta una diferencia sustancial respecto al 2017, año en el que el verano también resultó complicado para el oficialismo: este año no hay elecciones. Como apuntó oportunamente Pablo Papini, “la diferencia principal con 2018 es económica. En 2017, por la cercanía de las urnas, el gobierno nacional aflojó un poco las tuercas de la ortodoxia. En medio de ese veranito inducido se llegó al voto, dando pues la sensación de que tal vez fuese cierto que lo peor del ajuste había pasado. Y que, por una vez, se verificaba aquello de que son los sacrificios los que traen, a la larga, el bienestar”. Sin embargo, la euforia poselectoral del oficialismo fue seguida por una ola de pesimismo en el último trimestre. El freno al oficialismo que no pusieron las urnas del 2017 lo puso la calle y el estado de ánimo dominante, atravesado por escepticismo más que por “broteverdismo”. 

Por supuesto, existe la posibilidad de que el gobierno asuma a 2018 como un año para pagar costos políticos y recoger los frutos en el electoral 2019, pero en ese caso el concepto “lo peor ya pasó” (repetido por tercera vez en el discurso de apertura de sesiones por el presidente) peca de inexacto. Es cierto que esta coyuntura tiene la peor combinación salarios-precios (los primeros aún tienen que actualizarse por paritarias, mientras los segundos crecen mes a mes), a lo que se suma otras medidas que componen un combo contractivo. Un informe de FyE Consult destacó que el primer trimestre se inicia con un combo que incluye un incremento importante de las presiones inflacionarias, "aumentando del 1,6% al 2,2/2,3% mensual entre julio-noviembre 2017 y diciembre 2017-abril 2018", y, por otra parte, aumentos y demandas salariales que el gobierno intentará "moderar" para alinear con la nueva meta de inflación del 15%. A eso se suma un ajuste de las jubilaciones del 5,7% "claramente inferior al que hubiera sido con la fórmula de movilidad anterior (10,9% estimado) y a la del mismo período del año anterior (13%)", según el informe, que desde una mirada técnica deja en claro que los jubilados salen perdiendo con la nueva fórmula respecto al cálculo previo. Pero el segundo semestre de este año no estará exento de ajustes tarifarios, por lo que no se pueden esperar tampoco grandes mejoras en el poder adquisitivo al cierre del año.  

En este marco, aun las encuestas que muestran resultados más amigables para el oficialismo encienden luces de alerta. Es el caso del sondeo más reciente de la consultora Quiddity, a la cual algunos periodistas apuntan como cercana al gobierno. Sus registros muestran que la imagen positiva del presidente se ubica en 45%, mientras que casi la mitad de los argentinos (49%) continúa aprobando su gestión. Con todo, la aprobación descendió fuerte desde noviembre pasado, cuando llegaba al 62% (la merma es de 13 puntos porcentuales), mientras que la desaprobación llegó al 43% (una suba de 8 puntos porcentuales desde noviembre pasado). Ambas variaciones son estadísticamente significativas. En el caso de la aprobación, analizando la serie evolutiva se advierte que sólo en diciembre de 2016 el oficialismo estuvo peor que ahora: por entonces, había un empate técnico entre aprobación y desaprobación (ver datos abajo; click para agrandar). 

Asimismo, apenas el 25% de los argentinos considera que la situación económica está bien, guarismo que está en el orden de los votos obtenidos por Macri en las PASO del 2015 (24,5%). Es decir, se puede interpretar que sólo el “núcleo duro” de Cambiemos avala la marcha de la economía. Además, la evaluación favorable bajó 10 puntos porcentuales desde enero pasado y 28 pp desde noviembre 2017), mientras que un abrumador 72% considera que la economía está mal, lo cual indica claramente que el malestar es transversal a la remanida “grieta” y alcanza a gran parte de los votantes de Cambiemos en el ballotage del 2015. En esta variable, si se mira la serie evolutiva se advierte que es el peor resultado desde que Macri gobierna (ver datos arriba; click para agrandar). Como matiz diferenciador de otros estudios, si bien este coincide en mostrar una baja de las expectativas, aún las ubica en terreno levemente positivo: 40% cree que la situación económica estará mejor dentro de un año, contra el 35% que considera que estará peor (diferencia que no puede considerarse estadísticamente significativa). “Las expectativas son uno de los pocos indicadores que ha mantenido de forma sostenida mejores evaluaciones positivas que negativas. Un 40% considera que el país estará mejor dentro un año, y si bien ese valor ha descendido, continúa siendo una medida clave para la sobrevivencia del gobierno nacional", apunta el informe. Asimismo, respecto a la  confianza del consumidor, si bien un 41% tiene buena expectativa económica personal futura, el 63% compra menos artículos para el hogar que hace un año, el 76% se siente inseguro para realizar compras de alto valor como departamento o auto y un 44% ve probabilidades de perder el propio trabajo o que lo pierda un familiar o conocido. En síntesis, el malestar económico también se confirma en este estudio como una clave en la construcción de tendencias de opinión pública. 


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