viernes, 2 de marzo de 2018

El desgaste del oficialismo en contexto

Repasábamos en el post anterior una encuesta de la consultora Circuitos que mostraba el desgaste de la gestión nacional en la estratégica provincia de Buenos Aires (37% del padrón nacional reside allí). En la misma línea, Analogías relevó recientemente el mismo distrito, sobre una muestra de 6.300 casos, ajustando los resultados de acuerdo a parámetros censales de sexo, edad, nivel educativo y distribución territorial. El relevamiento se realizó entre el 7 y el 9 de febrero de 2018 y arroja que el 55% de los electores bonaerenses tiene una imagen negativa de la gestión del gobierno nacional y el 55,2% desaprueba la gestión, contra un 35% que la aprueba. La imagen personal de Macri sigue la misma línea: si bien mantiene un leve diferencial positivo (de 3,8 puntos porcentuales, con una positiva de 51,1% y una negativa de 47,3%), la calificación favorable descendió 7 puntos desde noviembre (coyuntura poselectoral), mientras que la negativa ascendió otros 8. Desde las elecciones de octubre y tras la aprobación de la reforma previsional, la "esperanza" fue superada por el pesimismo en relación al futuro de la economía. Hoy, un 55,2% cree que el futuro será peor, guarismo que era del 41% en octubre ( + 14,2 pp). El optimismo en materia económica bajó del 54% hace 4 meses a sólo 38,8% (-15,2 pp). En esa sintonía, el 71% cree que este año no bajará la inflación, en tanto que 69,9% considera que no habrá más trabajo en relación al 2017. Precisamente, la falta de trabajo surge como el principal problema percibido en PBA, con el 27,5%, seguido de cerca por la inseguridad (que bajó al 24,7%) y la inflación (14,7%). En tanto, la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, mantiene un 61,7% de imagen positiva y un 36,2% de negativa. Así, en conjunto, el pesimismo en materia económica es la clave para comprender el porqué del descenso del acompañamiento al oficialismo: en este distrito, la caída de las expectativas fue particularmente sensible, con las positivas cerca del piso y las negativas en torno al pico de la serie evolutiva (ver datos abajo; click para agrandar).

Respecto a las tendencias nacionales que también muestran el desgaste del oficialismo (entre ellos, que un 21% de los que acompañaron a Macri en la segunda vuelta de 2015 hoy no aprueba su gobierno, según una encuesta de la consultora Management & Fit), resulta ilustrativo el análisis de Julio Burdman. Según el politólogo, “el problema para Cambiemos es que el votante massista de 2015, que apoyó a Macri en el balotaje, se terminó de enojar en diciembre, con la ley previsional. Coincidentemente, aquellos que votaron por Massa y las listas justicialistas provinciales en 2017 ahora tienen opiniones más opositoras que hace unos meses. Macri perdió apoyo blando. Y ese apoyo fue fundamental para su elección como presidente. Fue la periferia de la coalición que lo llevó al gobierno”. Es decir, si bien el presidente mantiene su núcleo duro, ese segmento apenas puede ser una primera minoría módica, que resulta insuficiente de cara al turno electoral del 2019. Según la encuesta de Rouvier que citamos en el post anterior, si hoy hubiera elecciones presidenciales casi el 30% votaría a Macri (ver datos arriba; click para agrandar), un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por los tres precandidatos de Cambiemos en la PASO del 2015: 30,12%. Sin duda, un piso sólido y superior a las alternativas hoy, pero magro para una eventual reelección. 

Prosigue Burdman: “Esto le crea a Macri un problema por partida doble. Por un lado, Peña va a tener que desplegar una estrategia específica para reconquistar a ese votante con afinidades peronistas, porque lo necesita. Y por el otro, está la presión que ese votante pueda ejercer sobre los dirigentes peronistas moderados. En el balotaje y hasta fin de 2017, muchos de esos dirigentes (Massa, el cordobecismo y varios gobernadores) prefirieron a Macri antes que al peronismo. Y en buena medida, ello se justificaba en que muchos votantes peronistas pensaban igual. Pero si esos votantes se enojan con Macri, los peronistas dialoguistas van a verse obligados a reconsiderar. Y eso no es bueno para Macri”. En una línea de análisis similar y también coincidentemente con la idea de Cambiemos afectado por la "maldición del ganador" que expuso en su momento y citamos aquí de Ignacio Ramírez, Pablo Papini plantea: “Conseguido crédito luego de, sobre todo, haber repetido en provincia de Buenos Aires, nada menos que frente a Cristina Fernández en persona, Macri definió que era tiempo de ir a por más. Eso es lo que se conoce con el eufemismo de reformismo permanente. Entonces, el segmento de peronismo que rechaza al kirchnerismo y ha sido colaborativo desde la asunción del nuevo gobierno, de pronto, atacado, y necesitado de responder a un descontento mayoritario pero no articulado, empieza a entenderse con la tropa de la presidenta mandato cumplido como hasta hace apenas meses resultaba impensable”. Para peor, mientras la oposición comienza a mostrar un manejo legislativo más aceitado, el oficialismo incurre en errores no forzados, como se puso en evidencia en estos días con el proyecto de cobro a los extranjeros por salud y educación: no fue discutido dentro del interbloque, no se sondearon posibles consensos con otros bloques ni tampoco se coordinó la acción con el Poder Ejecutivo, lo que generó una interna dentro de Cambiemos.

El estudio de Rouvier que venimos citando también evidencia el desgaste del oficialismo: la popularidad de la gestión de Cambiemos empeoró en febrero, ya que el casi 41% (40,7%) manifestó una opinión positiva; mientras que el 54,4% no está conforme con ella, alcanzando un pico desde que asumió el poder. Entre los factores que impactaron de manera negativa luego de las elecciones de octubre, se encuentra en primer lugar la reforma de la ley previsional, luego el tarifazo y en tercer lugar la polémica en torno al ministro Jorge Triaca. Asimismo, en la misma línea que los estudios citados antes, se confirma el malestar socioeconómico: un 20% consideró que la inflación va a disminuir, mientras que el 62% cree que va a seguir igual que ahora y el 28,9% que crecerá.


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