En el capítulo imagen de dirigentes, la encuesta de Ricardo Rouvier y Asociados que venimos analizando también aborda las percepciones acerca de la figura que hasta hace un tiempo era considerada un eventual plan “B” de Cambiemos de cara al 2019, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal. Según el estudio realizado entre el 1 y el 20 de septiembre sobre una muestra de 1.200 casos a nivel nacional con un error muestral de +-2,8%, la imagen positiva de Vidal es de 45,2% y la negativa de 47,9%, de lo que resulta un diferencial negativo de 2,7 puntos porcentuales que es estadísticamente no significativo si se considera el error muestral (ver datos arriba; click para agrandar).
Vale decir, hay un empate técnico entre la imagen positiva y la negativa; sin embargo, cabe apuntar que septiembre es un quiebre en la tendencia, ya que la positiva cae 5,4 pp y perfora el umbral del 50%, mientras que la negativa crece 6 pp y se dispara desde el umbral de los 40% hacia el 50% (sumando las categorías regulares por cercanía con el polo positivo o negativo; ver datos al inicio del post; click para agrandar). Sin esa suma, la positiva alcanza 31,2%, la regular casi 29% y la negativa ronda el 33,3% (ver datos arriba; click para agrandar). Esos datos
confirman lo que venimos señalando hace meses: el malestar socioeconómico,
principal efecto de la gestión Cambiemos, viene generando un desgaste
del oficialismo que impregna a todas sus figuras. Desde fines de 2017, con el
cambio en la fórmula de movilidad previsional, comenzó un deterioro que, más allá de los
vaivenes de la coyuntura, se ha mantenido como tendencia a lo largo de todo este año. La crisis de
confianza detonada con la primera corrida cambiaria de abril de 2018 aceleró la
erosión de la imagen, la aprobación y las expectativas, y luego el primer acuerdo
con el FMI agudizó el envejecimiento prematuro de la marca Cambiemos.
El
desgaste es tan intenso, que en septiembre la Confianza en el Gobierno se ubicó por primera
vez por debajo del último mes de gestión de CFK en 2015. El índice mensual que elabora la Universidad
Torcuato Di Tella (UTDT) marcó un retroceso del 10% con respecto a agosto y un
desplome interanual del 39%, lo que resulta en la medición más baja en lo que
va de la gestión Macri; 1,75, mientras que al cierre de la gestión CFK en 2015
el ICG medía 1,80 (cuyo peor registro, de 1,04, fue en diciembre de 2009, en
medio de la crisis global). El ICG mide de 1 a 5 puntos la confianza que
despierta un gobierno. "El ICG de
septiembre profundiza su caída luego de un trimestre con valores relativamente
estables. Esa evolución parece reflejar la consolidación de la tendencia
recesiva e inflacionaria de la economía argentina, a lo que se le suma una
agudización de la crisis cambiaria con una devaluación del 30% durante la
última semana de agosto (…) Tampoco favorecen a la imagen del Gobierno el
anuncio presidencial sobre acuerdos con el FMI que aún no se habían negociado,
o la manera en que se manejó la reorganización ministerial, que terminó con la
desjerarquización en el organigrama de algunos ministerios con fuerte valor
simbólico, como los casos de Trabajo, de Salud y de Ciencia y Tecnología",
apunta el estudio.
El descenso
del ICG respecto al mes de agosto se ve en todos los subíndices. Las mayores
caídas se registraron en "Eficiencia en la administración del gasto
público" (1,16 puntos y descenso de 25%) y "Evaluación general del
gobierno" (1,21 puntos, descenso de 15%), "Capacidad
para resolver problemas del país" (2,07 puntos, caída de 8% respecto a agosto), "Preocupación por el interés general" (1,57 puntos, descenso de 6%) y "Honestidad de los funcionarios" (2,74 puntos, caída de 3%). Además, un dato clave: la caída en el ICG viene acompasada con la caída en
el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) que mide la misma UTDT. En septiembre, el ICC cayó 7% (comparar con el -10 pp del ICG), lo que es su peor registro en 5
meses, y 34% a nivel interanual (-39 pp el ICG). Asimismo, se trata de la caída más
palpable desde mayo pasado, cuando el ICC bajó 10 intermensual (es decir,
respecto a abril; ver datos al medio del post, click para agrandar). Según Juan José
Cruces, director del Centro de Investigación en Finanzas de la UTDT, "entre los componentes del ICC, el subíndice de Situación
Personal cae 6,4% y el de Bienes Durables e Inmuebles 32,8%. Por su parte, el
subíndice de Situación Macroeconómica aumenta 2,1%, siempre respecto al mes
anterior". En cuanto a la distribución territorial, a su vez, "la
confianza del consumidor cae 8,4% en el Interior del país y 5,7% en el Gran
Buenos Aires. A la vez, baja 8,3% en Capital Federal, siempre respecto al mes
anterior", agregó el analista. Es decir, considerando la distribución geográfica,
la caída es generalizada. En tanto, analizando la distribución por nivel de
ingresos, el ICC desciende 2% para el sector de los encuestados con
mayores ingresos y cae 11,2% para los encuestados con menores ingresos,
respecto al mes anterior, con lo cual afecta (si bien con evidentes matices de intensidad) a todos los niveles
socioeconómicos (NSE).
Recordemos nuestras premisas analíticas clave: 1) los efectos socioeconómicos de gestión son los que a mediano y largo plazo construyen las tendencias de opinión pública, más allá de los vaivenes de la coyuntura (tomada del consultor Carlos Fara) 2) no existen consumidores por un lado ni electores por otro, sino una comunidad que consume y que vota (premisa propia). En este marco, el desgaste del oficialismo tiene su raíz en el malestar económico, y el acompasamiento del ICG y el ICC confirman los vasos comunicantes entre el consumo y la opinión pública. En este contexto, además de la crisis que se pone de manifiesto en los datos perceptivos (blandos), los síntomas de fragilidad sistémica del programa de gobierno de Cambiemos medidos por datos duros se multiplican: persistencia de la corrida cambiaria en medio de dos paquetes de asistencia externa por parte del FMI y caída de las reservas (ver datos más arriba; click para agrandar), goteo de los depósitos en dólares del sector privado (ver datos arriba; click para agrandar) y suba exponencial de la deuda externa (ver datos abajo; click para agrandar). El economista Sergio Ariel Chouza apuntó: “en menos de 20 días el dólar subió $ 9,00 las reservas cayeron 5.141 millones, los depósitos en dólares cayeron 1.598 millones, la tasa de interés subió al 60%. De las peores 3 semanas desde el inicio de la crisis cambiaria”. Cambiemos, que azuzó el temor de un colapso a la venezolana del kirchnerismo como parte de su discurso electoral en 2015 y 2017, montó un programa de una fragilidad sistémica tal que un eventual colapso ya no es un cisne negro: como escribió Friedrich Nietzsche, "si mucho miras a un abismo, el abismo concluirá por mirar dentro de ti".
El informe de Rouvier y Asociados que citamos en el posteo anterior también confirma el alto nivel de malestar socioeconómico observable desde fines de 2017. Las expectativas económicas están en un pico de pesimismo en la serie evolutiva desde que empezó el gobierno de Mauricio Macri: casi 54%, 30 puntos porcentuales por encima del optimismo (ver datos arriba; click para agrandar). A casi el 60% de los electores argentinos les preocupa más el rumbo económico, contra un 37,5% que se muestra más preocupado por la corrupción (ver datos abajo; click para agrandar). Esto sugiere que, de cara al 2019, como en su momento expresó el consultor Carlos de Angelis, “bolsillo mata a corrupción en la lucha entre categorías”, lo que podría favorecer a la oposición y perjudicar al oficialismo: la hipótesis es que, a falta de resultados económicos para mostrar en 2019 (la economía caerá cerca de 3% este año y al menos 0,5% el año próximo, según las estimaciones del propio gobierno y analistas), Cambiemos apelará al “issue” corrupción para contrarrestar el malestar socioeconómico en el que (se presume) hará foco la oposición.
Peor aún resulta el escepticismo en materia de expectativas inflacionarias: casi el 71% de los electores argentinos no cree que el mes de octubre arroje una baja en la inflación, contra apenas un 13,3% que sí; esto es, menos de la mitad del núcleo duro de Cambiemos (que se ubica en el orden de magnitud del 30%) se mantiene optimista en esa materia (ver datos abajo; click para agrandar). Si se considera que estimaciones preliminares sitúan la inflación de septiembre entre el 5% y el 6% y que la inflación de 2018 hasta agosto superó el 24%, se puede prever que la expectativa en torno a la suba de precios se mantenga en terreno francamente negativo. Recordemos que diversas mediciones confirman a la inflación como el principal problema percibido por los argentinos.
En el capítulo de imagen de dirigentes, el estudio arroja un amesetamiento en la imagen de CFK: casi 40% de positiva y casi 57% de negativa (sumando las categorías regulares por cercanía con el polo positivo o negativo).
Sin esa suma, la positiva alcanza casi 26%, lo mismo que la regular, y la negativa ronda el 45% (ver datos abajo; click para agrandar).
A su turno, en la imagen del presidente Macri se detecta un amesetamiento de la negativa, que ronda el 60%, junto a una suba de 2,6 puntos porcentuales en la positiva, que es estadísticamente no significativa (sumando las categorías regulares por cercanía con el polo positivo o negativo; ver datos abajo; click para agrandar).
Sin esa suma, la positiva alcanza casi 23%, la regular casi 30% y la negativa ronda el 45% (ver datos abajo; click para agrandar).
Sin embargo, la imagen de gestión del gobierno nacional es peor que la de Macri como figura: 36% positiva y 63% negativa en la medición polarizada. La apertura muestra los siguientes matices: casi 16% de positiva, casi 37% de regular y casi 47% de negativa( ver datos abajo; click para agrandar).
En síntesis: no hay diferencias estadísticamente significativas entre la imagen negativa de la ex presidenta y la del actual presidente, ni tampoco entre las positivas. Ambas figuras polarizan las opiniones de manera aproximadamente similar. Por otro lado, crece el germen de un consenso negativo contra el oficialismo, dado por el peso de las expectativas socioeconómicas negativas, el peso de la agenda económica en las preocupaciones y la desconfianza respecto a las capacidad del gobierno de reducir la inflación. Esos "drivers" aceleran el deterioro de la imagen del oficialismo de cara al 2019 electoral y recortan su apoyo hacia el núcleo duro, cuyo orden de magnitud no alcanza para que Macri se imponga en primera vuelta y que, según Rouvier, incluso pone en duda su condición de primera minoría electoral: esa encuesta ya ubica a CFK arriba del actual presidente en preferencia electoral.
Cerrábamos el posteo anterior citando la encuesta nacional del consultor Federico González, que tanto en primera vuelta (Macri 33,3% y CFK 28,5%) como en segunda (Macri 42,2% y CFK 39,9%) detectaba un empate técnico entre las dos primeras fuerzas a nivel país. De esa suerte, el resultado de primera vuelta como el de ballotage de cara al 2019 permanecen abiertos, pero las tendencias dejarían sin chances de llegar a la presidencia a otras expresiones y dirigentes, reeditándose así una polarización simétrica similar a la de 2015, si bien con matices. Según esa medición, la única vía de quebrar esa polarización sería que la ex presidenta no participe de la contienda por alguna razón: en ese caso, Macri roza el 33%, candidatos de Unidad Ciudadana alternativos a CFK se ubican en torno al 22% y Massa crece al 20,1%, pasando a disputar así el segundo lugar (ya que la diferencia de 2 puntos porcentuales con UC no es estadísticamente significativa). En ese escenario, Urtubey roza el 6%, Felipe Solá y Nicolás del Caño el 4% cada uno, con 11,4% de indecisos (ver datos arriba; click para agrandar).
En este marco, todas las mediciones confirman la centralidad política de CFK en el escenario: mientras ella siga posicionada como la opositora más nítida a Cambiemos, la polarización tiende a recrearse. Además de las encuestas citadas la semana pasada, también se conoció la nueva medición de Ricardo Rouvier y Asociados, que confirma las mismas tendencias, con algunos matices: ubica primera a CFK, con 30%, seguida por Macri, con casi 28% (una diferencia de 2,1 puntos porcentuales, estadísticamente no significativa). Les sigue Sergio Massa, con casi 11%, Juan Urtubey con 5,6%, y Nicolás del Caño con 3,2%; casi 10% de indecisos (ver datos arriba; click para agrandar). Recordemos que en las legislativas de 2017, sumando los votos de la actual senadora en provincia de Buenos Aires y los de Unidad Ciudadana y aliados en todo el país, la principal fuerza opositora alcanzó 24,5% a nivel nacional, con lo cual el estudio de Rouvier estaría indicando un avance de 5,5 pp que confirma su rol de principal oposición y la pone incluso disputando la primera minoría electoral con el oficialismo. El segundo escenario planteado por el estudio, sin la ex presidente en la competencia, se abre: Macri alcanza 28,4% (lo cual confirma que no hay transferencia de votos de CFK a Cambiemos), Massa trepa a 16%, Rossi roza el 13%, Urtubey el 9%, Solá y Del Caño empatan con 3,3% (ver datos arriba, click para agrandar). Así, el informe apunta: “un escenario que contuviera hoy las candidaturas de CFK y Mauricio Macri dividiría al electorado en 3. Un tercio votaría al actual presidente, otro a Cristina y el resto se repartiría entre otros candidatos. Si Cristina no está en el escenario, Macri conserva su % y crece el resto”.
Aunque las variaciones son estadísticamente no significativas, el segundo escenario sin CFK sugiere que parte de los electores quedan sin representación cuando no juega la ex presidenta: los indecisos apenas varían (11,2%), pero tienden a crecer el voto en blanco e impugnado (de casi 5% a 7,1%) y la abstención (de casi 8% a 9,2%). Eso puede decodificarse como una confirmación de la centralidad de la ex presidenta en el escenario preelectoral. Como dato agregado, Rouvier no sólo pone adelante a CFK en primera vuelta, sino también en la instancia de ballotage, si bien en ambos casos por una diferencia estadísticamente no significativa que implica empates técnicos: en segunda vuelta, la ex presidenta alcanza 41,4% contra 38,3% de Macri, una brecha de 3,1 pp (ver datos abajo; click para agrandar). Comparados con el ballotage de 2015, tanto Cambiemos como el kirchnerismo retroceden, dado que el estudio no puede asignar el remanente de 16,1% de indecisos.
Aunque la diferencia de 3,1 pp implica un empate técnico, el evolutivo de la serie arroja desplazamientos interesantes: de junio a septiembre, Macri cede 5,3 puntos porcentuales, mientras que CFK crece 5,6 pp; también crece el ninguno (5,6 pp), mientras que bajan los indecisos (casi 6 pp; ver datos abajo, click para agrandar). Esto sugiere que en la instancia de ballotage sí hay transferencia de votos entre el actual presidente y la ex presidenta, algo que no pasa en primera vuelta; la explicación es que en segunda se suman electores que quedaron sin representación por haber votado a candidatos de la “franja del medio” o de expresiones minoritarias, y que al no ser anti-M ni anti-K pueden fluctuar entre ambas figuras de acuerdo a un cóctel entre los efectos socioeconómicos de gestión y los vaivenes de la coyuntura.
Recapitulemos. En un posteo reciente analizábamos las tendencias detectadas por Synopsis de cara a un eventual ballotage en 2019. Se dividen en dos: sin proyección de indecisos, los resultados en una segunda vuelta son: escenario 1, Macri 45,8%, CFK 42,2%, indecisos 12%. Dado que el error muestral es de +- 2,9%, la diferencia de 3,6 puntos porcentuales a favor del actual presidente no es estadísticamente significativa e implica un empate técnico. Escenario 2: Macri 44,4% Alberto Rodríguez Saá (ARS) 40,7%, indecisos 14,9%; brecha de 3,6 pp, empate técnico. Escenario 3: Macri 42,7%, Massa 40,6%, indecisos 16,7%; brecha de 2,1 pp, empate técnico. Escenario 4: Macri 42,5%, Urtubey 32,5%, indecisos 25%; brecha de 10 pp, en este caso estadísticamente significativa. En síntesis, sin proyectar indecisos, el actual presidente sólo se impone con claridad ante el gobernador salteño, un claro “opo-oficialista” (más aún que Sergio Massa). Las diferencias de rendimiento en segunda vuelta de CFK, ARS y Massa no resultan estadísticamente significativas.
Sin embargo, hay sutiles pero interesantes desplazamientos al proyectar indecisos "blandos" mediante una repregunta (ver datos arriba; click para agrandar): escenario 1, Macri 52,9%, CFK 47,1%, indecisos duros 5,8%; la brecha es de 5,8 pp, en el límite de la significatividad estadística atendiendo el margen de error muestral. Escenario 2: Macri 48,7%, ARS 51,3%, indecisos duros 2,6%; la brecha es de 2,6 pp, empate técnico. Escenario 3: Macri 45,3%, Massa 54,7%, indecisos duros 9,4%; la brecha es de 9,4 pp, estadísticamente significativa a favor de Massa. En el escenario 4, Macri 46,3%, Urtubey 53,7%, indecisos duros 7,4%; la brecha es de 7,4, apenas estadísticamente significativa a favor de Urtubey. Hay una aparente paradoja: Urtubey, que perdía con Macri por 10 pp sin proyectar indecisos, saca al proyectarlos una ventaja de 7,4 pp, no decisiva pero sí perceptible; Massa obtiene una brecha casi de 10 pp, mientras que CFK y ARS, opositores más nítidos que Urtubey y Massa, quedan algo por detrás de Macri. ¿Cómo se explica esto? Sencillo: en la puja entre Macri y CFK y Macri-ARS, los electores que votarían a Massa o a Urtubey en primera vuelta se dividen entre oficialismo y oposición, precisamente por el carácter “opo-oficialista” del tigrense y el salteño; en cambio, en un ballotage entre Macri y Massa o Macri y Urtubey, los electores que votarían a CFK y ARS se vuelcan masivamente a la oposición.
Apuntábamos oportunamente que los datos de Synopsis divulgados omitían, sin embargo, información clave: cómo era la tendencia de cara a la primera vuelta, dado que un precandidato que no salga primero ni segundo no puede participar del ballotage. Es decir, al menos en la instancia de primarias (PASO) y de primera vuelta, importa mucho más la solidez de los pisos que la potencialidad de los techos, que recién entra a gravitar en el ballotage. En su medición de agosto, Synopsis había detectado que Cambiemos alcanzaba el 32,4%, Unidad Ciudadana el 30,2%, el Peronismo Federal 10,7%, el Progresismo 7,8% y la izquierda 4,3%; es decir, empate técnico en primera vuelta y ballotage preanunciando entre Cambiemos y UC. La medición de septiembre de Synopsis divulgada no actualiza ese dato, pero sí aporta otras claves: por primera vez, más del 50% de los electores argentinos percibe que el actual rumbo económico no es el correcto y el 51,1% ve con pesimismo el futuro. En el capítulo de demandas, pese a que por segunda medición consecutiva crece la preocupación por la corrupción, la agenda de los argentinos sigue copada por los efectos socioeconómicos de gestión, liderados por la preocupación por la inflación (39,7%). El 58% de los argentinos (casi 6 de cada 10) señalan a la inflación y el desempleo como principales problemas que afectan al país (ver datos arriba; click para agrandar).
Otras mediciones sí reportaron la tendencia en primera vuelta. Una encuesta nacional de Gustavo Córdoba & Asociados realizada sobre una muestra de 1.200 casos entre el 6 y 7 de septiembre pasado con un error muestral de +/- 2,83% arrojó que, si la elección fuera en septiembre, Cambiemos alcanzaría 31,9% y Unidad Ciudadana 30%, una diferencia de 1,9 pp aún menor que los 2,2 pp que Synopsis detectó en agosto. En cualquier caso, confirma el empate técnico y deja afuera del ballotage al peronismo federal (12,4%), a “otro partido” (8%) y el Frente de Izquierda 4,7%, con indecisos en 12,2% (ver datos arriba; click para agrandar). O sea, una polarización simétrica que deja afuera a las terceras vías y confirma que la solidez de los pisos importa más que la potencialidad de los techos a los efectos de pasar a la instancia decisiva.
El consultor Federico González también relevó tendencias electorales nacionales este mes. Sobre una muestra de más de 1.000 electores argentinos mayores de 18 años relevada entre el 14 y el 16 de septiembre, obtuvo los siguientes resultados: en primera vuelta, detectó un empate técnico entre Macri y CFK: 33,3% a 28,5%, una diferencia de 4 puntos porcentuales que no es estadísticamente significativa; nuevamente, quedan afuera de la pelea mayor las demás figuras: Massa alcanza 14,8%, Urtubey 4,9% y Del Caño 3,9%, con 14,6% de indecisos (ver datos arriba; click para agrandar). Así, coincide en la polarización simétrica que vimos en los anteriores sondeos. Donde se diferencia de las proyecciones de Synopsis es un posible escenario de ballotage: Macri 42,2% y CFK 39,9%, una diferencia de 2,2 puntos porcentuales que perfila un empate técnico aún más cerrado que el de primera vuelta (ver datos abajo; click para agrandar). Con ese resultado y un 8,1% de indecisos, la probabilidad de ganar vuelve a repartirse simétricamente entre ambos, más allá de que la medición reporta que en ese caso hay un 9,9% de votantes que podrían optar por el voto en blanco. En síntesis, el análisis comparado de tendencias coincide en que la solidez de los pisos es más decisiva que la potencialidad de los techos. En la medida en que el 1-2 siga alternando entre Cambiemos y Unidad Ciudadana, tanto el resultado de primera vuelta como el de ballotage de cara al 2019 permanecen abiertos.
En el posteo anterior analizábamos las proyecciones de Synopsis de cara a un eventual ballotage en 2019. El escenario relativamente más competitivo para Cambiemos era en un mano a mano con CFK, en el cual Macri podría rondar el 53% contra 47% de la ex presidenta, un resultado que de todos modos quedaría abierto (ya que una brecha de 6 puntosa porcentuales está al límite de ser estadísticamente significativa). Contra los demás precandidatos, las diferencias pasan a favorecer a los contrincantes de Macri, ya que el caudal de CFK, la opositora más neta, se transfiere masivamente a las figuras alternativas a Cambiemos. Esa transferencia es menos lineal cuando CFK sí compite en el ballotage, dado que los demás opositores son menos nítidos que ella, por lo cual parte del caudal de ellos en una instancia previa (PASO o primera vuelta) también va a Cambiemos en segunda. Ese matiz ya había sido detectado antes por varias mediciones; en particular, fue oportunamente expuesto por Sergio Doval, director de Taquion, en su estudio sobre la imagen de distintos gobernadores: “hay algunos gobernadores opositores con buena imagen, como puede ser Urtubey, pero los que mejor lo ven son los que prefieren que el Gobierno continúe. Eso lo puede perjudicar para presentarse como una alternativa. A Schiaretti, que tiene un buen diferencial, le pasa algo parecido".
El estudio de Taquion/Trespuntozero se basó en una muestra de 2.123 casos en todo el país, relevados entre el 30 de julio y el 14 de agosto pasado, con un margen de error de +/- 2,1%. En ese informe, el mejor diferencial es para el gobernador cordobés, Juan Schiaretti: casi 10 puntos porcentuales (9,7 pp, resultantes de una positiva de 44,1%, una negativa de 34,4% y 21,5% de Ns/Nc; Vidal apenas logra 2 pp (+47,9%, -45,9%, 6,2% Ns/Nc). "El hecho de que Vidal haya perforado los 50 puntos es muy significativo. Acaba de caer a la tierra la última estrella del firmamento. Eso habla de la crisis de los políticos y la situación en la que nos encontramos", explicó Doval. Eso relativiza parcialmente el potencial de "plan B" para Cambiemos de la gobernadora bonaerense. A su turno, el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saa (hoy aliado de CFK) tiene un diferencial de -0,5 pp (+42,1%, -42,6%, 16,3% Ns/Nc); el jefe de gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larretta, uno de -5 pp (+43%, -48,3%, 8,8% Ns/Nc), y el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, uno de -4 (+39,5%, -43,5%, 17% Ns/Nc; ver datos arriba; click para agrandar). Para más datos, Mario Riorda apuntó oportunamente que “hay que aclarar que 2/3 partes de esos gobernadores tienen diferenciales marcadamente positivos en sus provincias. Y que, paradojalmente, la mejor imagen nacional (en referencia a Vidal) tiene diferencial levemente negativo en su propio distrito. La medición nacional distorsiona percepciones”.
Considerando el conjunto de las mediciones, la situación plantea una paradoja: si CFK saliera del escenario, la competencia podría destrabarse a favor de la oposición en una segunda vuelta, dado que en ese caso el voto de Unidad Ciudadana, vacante de representación, se volcaría masivamente en contra de la reelección de Mauricio Macri. Sin embargo, mientras CFK siga en el juego, la situación se traba, porque el 1-2 en primera vuelta se da entre Cambiemos y Unidad Ciudadana; en algunos estudios incluso puntea CFK, como en el de M&R (ver datos arriba; click para agrandar), que también le da una mínima ventaja de 4,4 puntos porcentuales sobre Macri de cara a una segunda vuelta (mientras que Synopsis la ubica 5,8 pp detrás). Si ningún referente del espacio pan-justicialista se arrima al 30%, no hay chances de un ballotage entre Macri y una figura que no sea CFK. Para más datos, aun en medio de la cobertura mediática de los cuadernos, la consultora Dicen detectó en AMBA que la intención de voto en primera vuelta de CFK pasó de 35,8% en agosto a 40,6% en septiembre, mientras que la de Macri cedió de 27,6% a 23,7%. Las mediciones de Agora también favorecen a la ex presidenta en el mismo lapso (ver datos abajo; click para agrandar); en síntesis, la vitalidad de su precandidatura a tenor de las encuestas parece incontestable.
Al tiempo que Synopsis detectó que la imagen positiva de la gestión nacional ronda el 27%, un estudio nacional de la consultora Analogías registró que la aprobación está en el mismo orden de magnitud: casi 31%, contra casi 60% de desaprobación (ver datos abajo; click para agrandar). Se trata de una encuesta realizada mediante entrevistas telefónicas (con tecnología IVR), ajustando los resultados de acuerdo a parámetros censales de sexo, edad, nivel educativo y lugar de residencia. La muestra fue de 2.766 casos efectivos y permite mensurar de manera más ajustada lo que Riorda apuntó en su momento: agudizar la grieta puede ser riesgoso para el oficialismo cuando la distribución ya no es 50%-50%, sino más bien 30% (núcleo duro anti-K) y 60%: un germen de consenso negativo anti-M, con el potencial de volcar una segunda vuelta a favor de cualquier candidato opositor a Cambiemos. Si el ministerio de Comodoro Py vetase la participación de CFK en 2019, ese riesgo podría materializarse. Asimismo, ese casi 60% está en el mismo orden de magnitud del 56% que cree que la situación económica será peor dentro de un año, lo cual confirma al malestar socioeconómico como el principal driver constructor de actitudes preelectorales.
Cambiemos llegó al poder en el ballotage del 2015 ofreciendo un mix marketinero a los electores que no habían elegido a Mauricio Macri en las primarias de agosto (en las que el frente alcanzó el 30%) ni en la primera vuelta de octubre (en la que Macri llegó al 34%): promesas emocionales (“no vas a perder nada de lo que tenés”, “vamos a unir a los argentinos”, “podemos vivir mejor”) más algunas propositivas (“pobreza cero”, “ningún trabajador pagará ganancias”, “será fácil derrotar la inflación”, “lluvia de inversiones”). Ese mix presuponía que el antikirchnerismo/antiperonismo tenía un techo en torno al 34% obtenido en la primera vuelta de ese año y que ganar la segunda vuelta requería sumar al menos unos 17 puntos porcentuales del 29% que en la primera vuelta no había votado ni por Cambiemos ni por el FPV (y que, por lo tanto, no eran K ni antiK). Sumando esos 17 pp, Macri llegó al 51,34% y se impuso por escaso margen a Scioli, que alcanzó el 48,66% (es decir, sumó casi 12 pp respecto a su caudal de la primera vuelta).
En las legislativas de 2017, Cambiemos osciló alrededor del 42% de los votos, confirmando así su condición de primera minoría, de la mano de un cóctel que combinó reactualización de la grieta en la disputa con CFK con incentivos a la actividad que traccionaron una mejora relativa respecto al contractivo y ajustado 2016. Sin embargo, desde el diciembre poselectoral de 2017, algo se rompió: el cambio en la movilidad previsional fue percibido como ajuste, y en 2018 el gobierno se quedó sin la vía del financiamiento externo al que recurrió en exceso para financiar su “gradualismo”. Crisis cambiaria, tarifazo y FMI mediante, el oficialismo vio replegarse el apoyo hacia su núcleo duro, es decir, alejándose del orden de magnitud del 40% de imagen positiva hacia el orden de magnitud del 30% o incluso por debajo, como Synopsis detectó ya en junio pasado. La medición más reciente de esa consultora ubica la imagen positiva en apenas 27,1%, lo que confirma que el desgaste nunca se detuvo (ver datos arriba; click para agrandar) y que el apoyo reposa hoy en el voto netamente anti-K, mientras que la mitad de los electores califica negativamente a la gestión (un guarismo que está en el orden de magnitud del voto al FPV en el ballotage del 2015, 48,66%), en tanto que un 21,5% lo califica como regular; se puede presumir que este segmento es el de los electores que no son K ni anti-K.
Ese repliegue del apoyo hacia el núcleo duro implica que si hoy hubiera elecciones presidenciales Cambiemos no podría evitar una segunda vuelta de pronóstico abierto: es decir, tanto podría ganar un segundo mandato como perder contra el opositor que resultara más votado en la primera vuelta. En agosto pasado, Synopsis detectaba un 32,4% de preferencia electoral por Cambiemos, contra 30,2% de Unidad Ciudadana; un empate técnico que distribuye simétricamente las chances de ganar para ambos de cara a un ballotage. Llamativamente, la medición de esa consultora divulgada en septiembre no muestra la tendencia de primera vuelta, pero confirma que el ballotage se le puede hacer cuesta arriba al gobierno. Realizada a nivel nacional sobre una muestra de más de 1.143 casos, con proyección de indecisos el informe revela que, en caso de un hipotético ballotage, el presidente Macri apenas superaría a la senadora Cristina Fernández de Kirchner por 5,8 puntos porcentuales, mientras que se encuentra en situación de empate técnico con el gobernador de San Juan Sergio Uñac (la diferencia a favor del sanjuanino es de 3,2 puntos porcentuales) y el de San Luis, Alberto Rodríguez Saá (la diferencia a favor del puntano es de 2,6 puntos porcentuales), en tanto que podría ser superado por el de Salta, Juan Manuel Urtubey, por 7,4 puntos porcentuales (ver datos abajo; click para agrandar).
La clave de lectura de esas proyecciones es la siguiente: en un mano a mano con CFK, la grieta podría permitirle al gobierno de cara al ballotage una distribución reativamente más favorable que la que resultaría si fuera otro candidato el que pasara a la segunda vuelta. La razón es sencilla: si la ex presidenta no pasara la primera ronda, en la segunda y decisiva el caudal electoral de Unidad Ciudadana se transferiría masivamente al opositor más votado, inclinando la balanza en contra del oficialismo. En cambio, si el 1-2 fuera Cambiemos y CFK (o viceversa), el caudal de los dirigentes de perfil opositor menos nítido que el de la ex presidenta podría distribuirse de una manera menos asimétrica. De ahí que una eventual salida de la ex presidenta de la contienda (por causas judiciales u otras) resulte riesgosa para las chances del oficialismo, sin desmedro de que un empeoramiento de la economía también podría generar que Cambiemos fuera derrotado por CFK (una de las hipótesis expuestas pos crisis cambiaria por los analistas).
En el posteo anterior comparamos datos de la encuesta provincial de Delfos con la nacional de CEOP y planteamos el hallazgo de una regularidad estadística: actualmente, sólo 1 de cada 10 cordobeses/argentinos tiene capacidad de ahorro. El resto vive con lo justo (49% de los cordobeses y 41% de los argentinos) o no le alcanzan sus ingresos (41% de los cordobeses y casi 47% de los argentinos), con lo cual necesitan alguna “ayuda”, préstamo o financiación para afrontar los gastos de su economía doméstica. Ese ajuste, decíamos, es un efecto socioeconómico de gestión de Cambiemos que explica el actual malestar y el deterioro de todos los indicadores del gobierno en las diversas encuestas que venimos citando en este blog. Profundizando en el análisis, Delfos detectó que el 45% de los cordobeses tiene deudas actualmente, una proporción similar a la que se registraba en 2016 (ver datos arriba; click para agrandar). Si bien la variación de 3 puntos porcentuales desde entonces no es estadísticamente significativa, la suba es cualitativamente ilustrativa, habida cuenta de que 2016 fue el primer año de gestión neta de Cambiemos, con una economía que cayó 2,3% y una inflación en torno al 40%. Las actuales estimaciones para 2018 preven una inflación mayor y también mayor caída de la actividad.
Expectativas sobre la situación
económica para lo que resta de 2018
En ese marco, el estudio realizado por CEOP entre el 31 de agosto y el 6 de septiembre de 2018 a más de 1.200 argentinos de manera telefónica detectó que las expectativas económicas siguen en terreno francamente negativo: casi 65%, contra apenas 31,2% de positivas, un guarismo que está en el orden de magnitud del voto duro de Cambiemos, el cual oscila en torno al 30% (ver datos arriba; click para agrandar). El director de la consultora, Roberto Bacman, apunta que “se vive un clima de época que requiere de hechos y conducción. Por los resultados obtenidos en esta última encuesta, todo sugiere que los argentinos esperan un cambio de orientación del actual modelo económico”. En ese marco, se confirma que el malestar socioeconómico predominante arrastra a la imagen positiva del gobierno nacional sigue en el piso de la serie evolutiva (en torno al 31% desde julio pasado), mientras que la negativa llegó al pico, con 68,1% (ver datos abajo; click para agrandar).
La imagen del presidente Mauricio Macri se mueve en torno a similares niveles, con apenas matices. El 60,9% de los argentinos lo evalúa negativamente, mientras que el 34,4% tiene una visión positiva del mandatario. El quiebre, tal como ya ha sido señalado, se dio en diciembre de 2017: la imagen negativa superó a la positiva, y desde entonces ya no hubo vuelta atrás. La serie evolutiva muestra picos negativos del 64,8% y positivos del 34,4% (ver datos abajo; click para agrandar). El presidente aún obtiene diferenciales positivos de imagen entre electores oficialistas e independientes, pero está en franca zona negativa entre los electores que se definen como opositores.
Así, el capítulo de imagen de dirigentes arroja que sólo el ex ministro Roberto Lavagna tiene un diferencial positivo estadísticamente significativo: 14,5 puntos porcentuales. El de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, ya es negativo (4,3 pp) y el de los demás referentes de la oposición y el espacio panjusticialista medidos también es negativo en todos los casos (ver datos abajo; click para agrandar).
El análisis de la imagen de Lavagna por perfiles de electores (oficialistas, independientes y opositores) no muestra matices estadísticamente significativos (ver datos abajo; click para agrandar).
En cambio, en la imagen de Vidal sí se advierte que es muy negativa entre los electores opositores (ver datos abajo; click para agrandar).
En el caso de CFK, su imagen positiva se asienta netamente en los electores opositores (ver datos más abajo; click para agrandar).
En resumen, según Bacman, “la imagen de Mauricio Macri viene cayendo sistemáticamente. Lo mismo ocurre con la imagen de María Eugenia Vidal. El Presidente tenía un superávit de imagen positiva (las opiniones positivas menos las negativas) de 21 puntos en diciembre de 2015. Hoy tiene un déficit de 26,5 puntos (la resta de 60,9% de opiniones malas o muy malas, menos 34,4% de opiniones buenas o muy buenas). Sólo el 31,6% aprueba su gestión y finalmente la percepción de que el país marcha por un rumbo correcto apenas alcanza un 26%. Estos bajos valores, especialmente la confianza en la gestión, se convierten en la demostración de una percepción mayoritaria: la crisis es más profunda y ha trascendido lo estrictamente económico. En conclusión, la asociación existente entre desconfianza y desaprobación de gestión decanta en la expresión del mal humor de una sociedad en tensión. A menos de un año de la realización de las primarias para elegir, entre otros cargos, nada más ni nada menos que el candidato a próximo presidente, el oficialismo ha perdido la ventaja competitiva que le permitió imponerse en las elecciones legislativas de medio término, incluyendo la crucial provincia de Buenos Aires”. Esto confirma que, pese a que el relato de Cambiemos trata de eludir los significantes de “ajuste” y “crisis” apelando a metáforas metereológicas como "tormentas", ambos conceptos ya están en el centro del malestar ciudadano.
En el post anterior citábamos datos de Udesa que ponían de manifiesto que las imágenes de los dirigentes del oficialismo venían ajustándose a la baja como corolario del ajuste en la situación de los electores. Así, dentro de las principales figuras de Cambiemos, ninguna cuenta con un diferencial positivo de imagen estadísticamente significativo. María Eugenia Vidal ya no encabeza la lista de los dirigentes con mejor calificación positiva: tiene un 47% de imagen favorable contra un 45% de negativa, con lo cual obtiene un diferencial positivo de apenas 2 puntos porcentuales. El líder del espacio, el presidente Mauricio Macri, sigue perdiendo imagen: apenas 38% de positiva y un diferencial negativo de 10 puntos porcentuales como resultante. Sufren el mismo efecto contagio o halo otros referentes de Cambiemos, como Elisa Carrió y Horacio Rodríguez Larreta. Por contrapartida, Ricardo Alfonsín, radical crítico de la Alianza Cambiemos, viene mejorando desde hace unos meses y alcanza en la medición de Udesa un 47% de valoraciones positivas con sólo un 31% de opiniones negativas, lo que lo ubica con un diferencial positivo de 16 puntos porcentuales. A su turno, Roberto Lavagna aparece con un 33% de imagen positiva y un 29% de imagen negativa, lo cual lo ubica con un magro diferencial positivo de 4 puntos porcentuales (estadísticamente no significativo).
Respecto a las distintas áreas de gestión, la evaluación de los electores también es magra. Obras públicas sigue siendo la política con la cual la población está más satisfecha (39%), seguida por el transporte y la modernización del Estado, pero ninguna política pública logra que la proporción de los satisfechos supere a la de los insatisfechos; la de peor performance es la satisfacción con el desempeño de la política económica, de sólo 10%. En cuanto a las preocupaciones de los electores, la lista la encabeza inseguridad (65%), seguida por la inflación (43%), mientras que el “issue” con mayor cobertura mediática (corrupción) se ubica en tercer lugar. Luego de la difusión de la existencia de aportantes “truchos” en la campaña de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires y de los “cuadernos” que implican al gobierno de CFK, los datos muestran que entre quienes escucharon hablar del tema de los “falsos aportantes”, el 44% responde que la noticia hizo cambiar su opinión de la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, mientras que el 53% dijo que la noticia de los cuadernos afectó la imagen que tenía del kirchnerismo. Sin embargo, como vimos, en el capítulo imagen, Vidal pierde puntos, mientras que CFK insinúa una suba de 4 puntos: pese al contexto mediático desfavorable, la crisis del oficialismo confirma su posicionamiento como principal alternativa opositora y neutraliza la afectación de imagen que los cuadernos podrían generarle.
Como marcan diversos analistas, esto confirma que “bolsillo” mata a “corrupción” en la agenda y que el ajuste en las economías domésticas hace que temas como la inflación, el dólar y el desempleo generen tendencias a mediano y largo plazo de mayor consistencia que las reacciones epidérmicas a vaivenes más coyunturales. En el marco de una situación de ajuste, se advierte incluso consistencia entre datos de mediciones en distritos clave y otras nacionales: según la encuesta realizada por la consultora Delfos en provincia de Córdoba en el mes de agosto, al 41% de los cordobeses no le alcanzan los ingresos de su grupo familiar; al 49% le alcanzan con lo justo sus ingresos para vivir y sólo un 9% responde que le alcanzan bien y puede ahorrar (ver datos arriba; click para agrandar). El dato coincide con lo que arroja a nivel nacional el estudio más reciente de CEOP: casi 9 de cada 10 argentinos afirman que cada vez les resulta más difícil llegar a fin de mes. A casi el 47% el dinero no le alcanza y el 41% llega con lo justo, motivo por el cual recorta su consumo; casi un 13% conserva capacidad de ahorro. "Es evidente que además de la recesión económica, que se expresa en indicadores objetivos (PBI, ventas, desocupación) en estos tiempos se detecta una recesión actitudinal, que inexorablemente complica el panorama”, apunta Roberto Bacman, director del CEOP (ver datos arriba; click para agrandar).
En la línea que ya vienen marcando varios estudios que citamos en este blog, la medición de CEOP confirma también el agotamiento del discurso de la “pesada herencia”: el 56% le asigna la responsabilidad de lo que pasa al gobierno de Mauricio Macri, contra 34,6% sigue considerando que la culpa de la crisis de hoy la tiene el kirchnerismo (ver datos arriba; click para agrandar). Otro dato que reafirma que la opinión pública pone al oficialismo como principal responsable es que casi dos tercios (64,2%) creen que la mejor forma de revertir la situación es cambiando el rumbo económico. Sólo un 24,5% cree en alternativas como reducir la cantidad de ministros (ver datos abajo; click para agrandar), un guarismo que está en el orden de magnitud del voto duro de Cambiemos: recordemos que Mauricio Macri obtuvo exactamente 24,5% de los votos en la PASO de agosto de 2015.
En una entrada reciente, citábamos encuestas de Taquion/3puntozero y D`Alessio IROL/Berensztein que abonaban el argumento de que la “pesada herencia” agotó su fuerza narrativa. Con matices, lo mismo se advierte en la más reciente encuesta provincial realizada en la provincia de Córdoba: el 44% de los cordobeses considera que tanto el gobierno anterior como el actual son responsables de la actual situación económica, contra 29% que la adjudica a la gestión anterior y 24% a la actual (la diferencia de 5 puntos porcentuales no es estadísticamente significativa; ver datos arriba, click para agrandar). Es un dato no menor, considerando que Córdoba viene comportándose hasta 2017 como el distrito más anti-K de todo el país. Asimismo, confirmando el diagnóstico de crisis en “L”, a las cifras expuestas por el Ministerio de Hacienda el pasado lunes (caída de -2,4% del PBI e inflación del 42% en 2018; 0% de crecimiento del PBI en 2019 e inflación del 25%) se agregaron en estos días dos estimaciones en la misma línea: la rama de investigación del banco de inversión Morgan Stanley espera en 2018 "una recesión de 2,3% y una inflación de 41,4% para final de año", mientras que para 2019 estima una suba de 0,1% en la economía y una inflación que rondaría el 24%. O sea, misma caída de la actividad e inflación que en 2016 y nula tracción de la economía de cara a las elecciones de 2019 (dado el panorama de estanflación). Para más datos, las estimaciones del Banco Central (REM) para 2018 también arrojaron una inflación de 40,3% para 2018 (en septiembre se espera de 4% y 3,5% en octubre), tasa de interés de referencia en 60% hasta fin de año, caída del PBI de -1,9% y dólar estará a $ 41,9 a fin de año (ver datos abajo; click para agrandar).
Como apuntamos, la suba del dólar sumada al malestar socioeconómico manifiesto barrió con los demás temas de la agenda, desplazando a la inseguridad y a la corrupción al tercer y cuarto problemas en las preocupaciones de los argentinos: inflación y desempleo encabezan los problemas. La crisis en “L” era, según Poliarquía, el escenario más desfavorable para la continuidad de Cambiemos en el poder y la más favorable a un regreso de CFK, porque instala en el centro de las preocupaciones al deterioro económico, tema más pregnante que el issue corrupción. Eso se advierte en resultados clave de la última encuesta de la Universidad de San Andrés (Udesa): aun en medio del caso de los cuadernos, la imagen de Cristina Fernández de Kirchner subió 4 puntos porcentuales, pasando del 23% al 27% (ver datos al final del posteo; click para agrandar). Aunque esa variación es estadísticamente no significativa y la ex presidenta sigue teniendo la mayor imagen negativa (70%) y el mayor rechazo (54%), que su imagen insinúe una mejora en medio de la amplia cobertura mediática del caso confirma que “billetera mata corrupción” en las tendencias, dado que el oficialismo sí sufre un efecto castigo en la medición. Veamos:
El relevamiento se efectuó entre 1.001 personas durante agosto, mes de los cuadernos y del recrudecimiento de la corrida cambiaria. Los resultados marcan los peores valores históricos de la administración Macri en la serie evolutiva de Udesa. Sólo un 19% se muestra satisfecho con la marcha general del país, esto es, menos que el núcleo duro de Cambiemos (en torno al 30%). La mala evaluación de los consultados arrastra, por primera vez, a María Eugenia Vidal: tiene un 47%, contra un 45% de imagen negativa, con lo cual obtiene un diferencial positivo de apenas 2 puntos porcentuales, estadísticamente no significativo (ver datos al final del posteo; click para agrandar). La aprobación de la gestión de Mauricio Macri se desplomó al peor nivel desde su asunción: bajó al 34%, tres puntos porcentuales menos que en la encuesta de julio (ver datos arriba y abajo; click para agrandar). Si bien la variación intermensual resulta estadísticamente no significativa, el deterioro es bien visible respecto al inicio de 2018, cuando la aprobación al Gobierno era del 56% (de lo que resulta una caída de 18 puntos porcentuales). El pico había sido en octubre, el mes de las elecciones en que Cambiemos se impuso con 42% del total de votos nacionales: llegó al 66% de aprobación. En contraposición, la desaprobación trepó al 64%, el pico histórico en la serie evolutiva, con un 43% que respondió con un “desaprueba mucho” (núcleo desfavorable de mayor intensidad) y un 21% de “Desaprueba algo”.
La peor perfomance del gobierno se da en el nivel socioeconómicamente bajo (apenas un 30% de aprobación); en el nivel medio, la aprobación sube un poco (al 37%, diferencia estadísticamente no significativa al nivel de cruce por NSE); sólo en el nivel socioeconómico alto el gobierno es aprobado mayoritariamente, con un 55% del total, lo que confirma el sesgo clasista que marca a Cambiemos como hemos visto varias veces en este blog (ver datos abajo; click para agrandar).
También confirmando el deterioro socioeconómico, el 68% de los electores argentinos respondió que, en comparación con el inicio de la gestión de Macri, la situación actual está “peor”. Comparando con octubre pasado (durante las elecciones de 2017), para entonces apenas el 27% evaluaba que el país había empeorado con Cambiemos. Nuevamente, se confirma que las expectativas están apagadas: los encuestados se mantienen pesimistas sobre el futuro. El 46% señaló que la situación empeorará y sólo el 26% que será mejor (guarismo que está en el orden de magnitud del núcleo duro de Cambiemos). Un 15% apuntó que la cosa se mantendrá sin cambios. En octubre de 2017, apenas el 13% pensaba que la situación empeoraría. El quiebre en las tendencias se dio a principios de año, después de la reforma en la modalidad previsional ycon el primer salto del tipo de cambio, y se profundizaron con la corrida cambiaria que se intensificó en abril pasado. Aun así, como venimos señalando, el oficialismo mantiene un “núcleo duro”: el 27% piensa votar a ese espacio oficialista en las próximas elecciones, contra un 30% que lo haría por candidatos del espacio opositor; otro 30% aún no se definió.
En una entrada publicada el 10 de agosto de 2018 descartábamos el escenario de crisis en “V” (rápida caída e igual velocidad de recuperación) al que el gobierno le jugaba todas las fichas de cara al 2019 electoral. Planteábamos que la duda era si la crisis era en “U” (caída no tan brusca y recuperación más lenta) o en “L” (caída brusca sin recuperación visible a mediano plazo) y citábamos cifras de la consultora Eco Go, según las cuales la caída acumulada de la serie desestacionalizada daba 4,3% comparando el tercer trimestre del 2017 frente al primero del 2018, “aún mayor a la recesión del segundo trimestre del 2016 que terminó en el 3,4% comparado con el mismo período del año anterior", apuntaba Federico Furiase, director de Eco Go. Decíamos por entonces que en 2016 la economía cayó 2,3%, pero que hasta ese momento las estimaciones marcan que 2018 podría cerrar en torno al 0% en el mejor de los casos y en una caída de 1 punto en el peor. Sin embargo, dejamos planteada en esa entrada la siguiente pregunta: ” ¿Y si se quedan cortas esas previsiones y la caída es mayor, es decir similar a la del 2016?”
Ya podemos decir que esa hipótesis tuvo valor anticipatorio: un pie de página en el PPT que presentó esta semana el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne con las medidas propuestas para cerrar el déficit fiscal y un nuevo acuerdo con el FMI reveló el escenario base que ahora espera el gobierno nacional. Para 2018 se prevé una inflación de 42% en diciembre y caída del PBI de 2,4%: es decir, una performance casi calcada a la del 2016, que hasta ahora era el más duro de la gestión Cambiemos. Peor todavía, para el 2019 se prevé un crecimiento de 0% e inflación del 25%, es decir, estanflación. Esto ya no es una crisis en “U”, sino en “L”: caída fuerte de la actividad sin recuperación a la vista. En los escenarios trazados por la consultora Poliarquía en su informe de julio posterior a la primera corrida cambiaria, se trata del más desfavorable para la continuidad de Cambiemos en el poder y el más favorable para un potencial regreso de CFK a la presidencia. Incluso antes de la presentación del ministro, las últimas estimaciones del BCRA (el Relevamiento de Expectativas de Mercado, REM) para ya perfilaban ese escenario 2018: inflación de 40,3% (en septiembre de 4% y 3,5% en octubre), tasa de interés de referencia en 60% hasta fin de año, caída del PBI de -1,9% y dólar a $ 41,9 a fin de año. El mes pasado arroja una caída de la actividad, del consumo, de la industria y un estancamiento de la construcción (ver datos arriba; click para agrandar). En tanto, según CAME, las ventas minoristas de los comercios minoristas cayeron 8% en ese mismo mes frente a agosto del 2017, medidas a precios constantes, y acumulan una baja anual de 3,7 % en los primeros ocho meses del 2018 (ver datos abajo; click para agrandar).
En cualquier caso, el cóctel es de alto riesgo para Cambiemos: 42% de inflación para 2018 supone que el dólar se estabiliza en los rangos actuales y que acompaña la inflación hasta fin de año (con una coincidencia numérica significativa, que ya marcaron algunos economistas: dólar alrededor de los $ 40 e inflación en torno al 40%). Con la inflación en niveles del 40% y paritarias salariales con techo en torno al 25%, el derrumbe de poder adquisitivo salarial y del consumo dejan un panorama mucho peor al que enfrentó el FPV en la antesala del 2015 electoral: si nos remontamos a los 12 años de la era K, hubo sólo un año en el que hubo caída en ambos indicadores, PBI y salario real. Fue 2014, con -4,2% en el salario real y -2,6% en el PBI. En la misma línea, como apuntó el periodista Maximiliano Montenegro, “el cero de crecimiento para 2019, un año electoral, sería todo un desafío para el Gobierno: el primer año electoral desde 2009 en el que la economía no crece. Pero además, como se espera una cosecha mucho mayor del campo para el año próximo, ese número implica que la recuperación esperada en el resto de los sectores sería muy lenta o incluso nula. En particular por el lado del consumo. El 25% de inflación para el año próximo –en el acuerdo con el FMI se había fijado como meta 17%- también será difícil de alcanzar y le fijaría en todo caso un techo a la reactivación del poder adquisitivo salarial y del consumo”.
Básicamente, el gobierno no tendría logros socioeconómicos para mostrar al momento de las elecciones de 2019, ya que la actividad a lo largo de su gestión mostraría una caída, al igual que el consumo. Si hoy hiciéramos un semáforo con 10 indicadores, habría sólo 3 verdes contra 7 rojos (ver datos arriba; click para agrandar) y la previsión para 2019, año electoral, podría incluso empeorar. En ese marco, el único recurso que podría quedarle al oficialismo es “la grieta”, esto es, polarizar con CFK y apelar nuevamente al discurso de “pasado vs cambio”. Sin embargo, ya se ha dicho, polarizar con CFK en el escenario de crisis en “L”, el más favorable a la ex presidenta, no dejaría de ser una apuesta riesgosa, puesto que el malestar, principal efecto socioeconómico de la gestión Cambiemos y constructor de tendencias a mediano y largo plazo (por encima de los vaivenes de la coyuntura) está gestando un consenso negativo “anti-Macri”. Como apuntó el politólogo Mario Riorda, “Si apuesta a la grieta, Mauricio Macri debe saber que ya no está en 50 y 50; hoy es 70 y 30”. Sin ya en agosto hubo encuestas que mostraron un empate técnico entre CFK y Macri en un eventual ballotage, como vimos en el informe de M&R (ver datos abajo; click para agrandar), esa tendencia podría profundizarse conforme la crisis confirme el escenario en "L".