domingo, 2 de septiembre de 2018

Una crisis autoinducida: FMI y corrida cambiaria vs el argumento de la “pesada herencia”

En mayo de 2018, luego del pedido de ayuda del gobierno nacional al FMI, Taquion/3puntozero hizo un estudio a nivel nacional que confirmó el agotamiento del discurso de la “pesada herencia”. Ante la consulta por la responsabilidad de la crisis económica, un 53,4% dijo por entonces que era del gobierno nacional, mientras que sólo un 12,4% le achacaba la responsabilidad a la oposición y apenas un 9,8% culpó a la "herencia recibida". Un 15% creía que la responsabilidad era de "otros" y un 9% "no sabía de quién era" (ver datos arriba; click para agrandar). Por entonces, la crisis ya era percibida como mayoritariamente autoinducida por la gestión nacional, con una baja traslación de responsabilidades hacia el gobierno anterior. Para peor, recurrir al FMI acentuaba el envejecimiento prematuro de la marca Cambiemos, puesto que en materia perceptiva el organismo históricamente está asociado en nuestro país a crisis irresueltas. 






Ese mismo mes, otra medición de la consultora D`Alessio IROL/Berensztein confirmaba lo detectado por Taquion/3puntozero: en una pregunta de respuesta múltiple, el 66% de las respuestas adjudicaba la suba del dólar a la política monetaria del actual gobierno, muy por encima de las demás opciones de respuesta (ver datos arriba; click para agrandar). La medición más reciente de la misma consultora termina de enterrar el argumento de la “pesada herencia”: en otra pregunta de respuesta múltiple, el 46% de los argentinos percibe que la suba del dólar es responsabilidad del gobierno actual, contra apenas 22% que la asocia al gobierno anterior, un 20% que menciona grupos especuladores y un 12% que la atribuye a grupos opositores. Para más datos, incluso entre los votantes de Cambiemos la responsabilidad es mayormente asociada al actual gobierno: 33%, contra 26% a la gestión anterior. Como era previsible, entre los votantes del FPV la responsabilidad atribuida al gobierno es mayor: el 60% menciona a la gestión Macri, contra apenas 18% que la asocia al gobierno anterior, un 20% que optó por grupos especuladores y 2% a opositores (ver datos abajo; click para agrandar). Así, el conjunto de datos confirma que la percepción de que la crisis cambiaria fue autoinducida ya es mayoritaria y permea incluso entre los votantes del oficialismo. 







La medición de D`Alessio IROL/Berensztein también confirma la percepción de crisis autoinducida a través de otra variable: entre los factores que se percibe podrían frenar la inestabilidad del dólar, en una pregunta de respuesta múltiple el 65% opta por “cambios en el gobierno”, seguida de lejos por las demás alternativas: 35% trabajo en conjunto con otros sectores, 25% políticas más duras y 19% fondos frescos (ver datos abajo; click para agrandar). Aguardando la confirmación oficial de lo que hasta ahora son trascendidos y rumores, durante este fin de semana frenético la gestión Macri parece encaminada a definir un mix que combina cambios de gabinete y endurecimiento del ajuste a cambio de un adelanto de fondos del FMI. Ese paquete podría articularse con la reversión de medidas como la baja de retenciones (que ya fue rechazada en su momento por el sector cuando se negoció el primer auxilio del FMI), a efectos de mejorar el frente fiscal para cumplir con el Fondo, con el riesgo para el gobierno de enajenarse el apoyo de algunos sectores que hasta ahora le eran favorables, como las patronales agropecuarias del sector más concentrado. 




Pero, más allá de las novedades por conocerse, la corrida cambiaria literalmente barrió con los demás temas de la agenda pública, al punto que un 87% de los argentinos dice seguirlas de manera constante (ver datos abajo; click para agrandar). 




La suba del dólar también agudiza el pesimismo y la incertidumbre, como confirma la misma medición al relevar las reacciones que despierta la devaluación (ver datos abajo; click para agrandar). 





Esto seguramente reforzará el patrón en función del cual la agenda pública está copada por las preocupaciones socioeconómicas, como detectó la última encuesta de M&R: 62% de las respuestas de los argentinos pasan por inflación o desempleo, con la inseguridad y la corrupción muy por detrás (ver datos abajo; click para agrandar).





En este marco de pesimismo generalizado, la medición de M&R confirmó que las expectativas siguen por el piso: en lo referido a la situación económica doméstica hacia un año, la respuesta “peor” estaba en agosto en el pico de la serie evolutiva, con 46%. La otra alternativa de respuesta que crece es ns/nc, que llega también al pico de la serie, lo cual es síntoma de incertidumbre, al tiempo que las respuestas “mejor” e “igual” se estancan o caen al piso de la serie (ver datos abajo; click para agrandar). 




Las expectativas económicas a nivel país no transitan por un sendero mejor y se mantienen copadas por un pesimismo que ronda el 50% ya desde junio pasado (ver datos abajo; click para agrandar). Con este cóctel y frente a un tejido social dañado, el gobierno de la Alianza Cambiemos enfrenta una semana en la cual no puede permitirse dar pasos en falso. 





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