martes, 8 de enero de 2019

Efectos socioeconómicos de gestión 2018: impacto en la imagen de cara al 2019

En el posteo anterior veíamos como el ajuste sufrido por la economía doméstica de las mayorías en 2018 impactaba en forma de "vacas flacas" a nivel consumo y en el formato de "vacas flacas" en el sentido "vacacional" del término (caída en la proporción de quienes salen de vacaciones, caídas en las vacaciones en destinos del exterior y mayor foco en vacaciones de una semana o menos de duración). Las tendencias sobre el cierre del 2018 y de cara a este año no permiten abrigar optimismo: de acuerdo con las mediciones de la consultora especializada en consumo Kantar Worldpanel, hasta noviembre de 2018 los precios de los productos de primera necesidad subieron 39% y los gastos de las familias unos 10 puntos menos (aún falta procesar los datos de diciembre pasado). La caída se explica, en parte, por la búsqueda de segundas marcas más baratas o bocas de expendio más convenientes, pero también por la caída en el volumen del consumo. Antes del último anuncio de aumento de tarifas, ya se estimaba que esa merma seguiría este año, con un retroceso de cerca del 1,5% (que podría ser mayor cuando impacte el "tarifazo"). En la misma línea, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) cerró 7,2 puntos porcentuales por debajo de diciembre del 2017 y 8,5 pp por debajo de diciembre de 2016 (ver datos arriba; click para agrandar), aunque algo por encima del mes inmediato anterior, noviembre de 2018. Así, el año concluyó claramente con un acumulado negativo, pese a la relativa estabilización del tipo de cambio a fin de año. En ese marco, el "humor" de los consumidores sigue en terreno francamente negativo, lo que impactará en las  decisiones de compra a corto y mediano plazo y en la evolución de los indicadores de consumo en los próximos trimestres.



En la medida en que consumidor y elector son la misma persona mirada desde dos ópticas (la del mercado y la del electorado, como dimensiones de la misma comunidad), resulta consistente que el pesimismo en el consumo impregne también la evaluación del oficialismo. Así, según la medición de diciembre de Gustavo Córdoba y Asociados, "Mauricio Macri cierra el año con una negativa que roza el 60%. Es el máximo nivel de negatividad que hemos detectado en su imagen desde que asumió como presidente" (ver datos arriba; click para agrandar). Así, mientras otros estudios reportan una estabilización en la imagen del oficialismo (no suba, en rigor, ya que para ello es necesario que la variación sea estadísticamente significativa), según los números de Córdoba & Asociados se mantiene la pendiente descendente. En el caso de la última medición de Udesa del 2018, se insinúa una baja del pesimismo comparado con el peor momento de gestión en la evaluación retrospectiva (octubre de 2018) y también respecto al peor momento en términos de expectativas (agosto de 2018), pero siempre en terreno negativo (ver datos abajo; click para agrandar). 

Asimismo, la encuesta de Udesa muestra claramente que los dirigentes oficialistas (Mauricio Macri, María Eugenia Vidal, Elisa Carrió) y "opo-oficialistas" (Juan Urtubey, Sergio Massa) pierden imagen positiva desde hace un año, mientras que, por el contrario, la opositora más nítida (CFK) viene en lenta recuperación (ver datos abajo; click para agrandar). Esto recrea de cara al 2019 las condiciones para una nueva polarización entre Cambiemos y Unidad Ciudadana, en este caso simétrica, con ambos polos en torno al 30% de intención de voto (a diferencia de la asimétrica del 2017, pero replicando de ese proceso el carácter relegado de las figuras del peronismo antiK y similares, fuera de la pelea por la primera minoría electoral). 



Aún peor es el panorama que arroja un estudio global sobre 2018 realizado por el Grupo de Opinión Pública (GOP), que lidera Raúl Timerman. Sobre la base de encuestas a lo largo de todo el ciclo de gobierno de Macri (unas 30 mediciones), analizó su evaluación y cómo fueron cambiando las opiniones respecto del mandatario y su gobierno con las preocupaciones sobre inflación, inseguridad y lo que el GOP llama humor social, que combina la propensión a consumir, expectativas sobre el futuro y capacidad de ahorro, entre otras variables. Al cierre del 2018, el malhumor social alcanzó el 75%, pico negativo con el peor registro histórico desde que lo mide el GOP. Eso perfiló un fin de año con la más alta preocupación por la inflación, el peor humor social, bajísima propensión al consumo y, consecuentemente, un récord de caída en las opiniones favorables a Macri: la curva muestra que el oficialismo pasó por escalas de un 60% de opiniones positivas a apenas 21,8% al cierre del 2018 (ver datos abajo, click para agrandar; la línea amarilla muestra los momentos puntuales en la opinión sobre el presidente, y la roja muestra la tendencia). 



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